Bulevar Oroño, la traza más señorial y elegante de Rosario, el tránsito entre dos de los parques más vistosos de la ciudad, el cantero eterno que une el pasado y el presente, se ve deslúcido. En el marco de la pandemia de coronavirus, se han profundizado las roturas, los quiebres, la suciedad y lo más notorio, la tierra seca le ha ganado al verde.
Rosario3 hizo una recorrida, desde avenida Pellegrini hasta el río para detenerse en los detalles que le quitan brillo y sofisticación a este bulevard –sobre todo desde Salta hasta la avenida Estanislao López–, depósito de una arquitectura que ya no existe, símbolo de una época en donde la mirada puesta en Europa dirigía en este lugar del mundo el destino del país.
En los canteros de donde emergen las icónicas palmeras reina la tierra seca desnuda de todo verde. El césped solo crece en algunas zonas, como por casualidad. Algunos de los bancos se ven roídos y despintados, lo mismo el suelo, en muchas partes totalmente atacado por los desperdicios de palomas.
Más allá de la exuberante belleza de algunas de sus construcciones, la intervención artística "Romántica del boulevard" cuya intención era destacarla, no es mantenida. Los carteles fijos al piso que contienen fotos e información para paseantes, están rotos o pintados y en algunos es casi imposible leer el texto.