Más tarde o más temprano, la euforia adolescente que envuelve a los estudiantes que acaban el nivel secundario le dará paso a un momento clave de sus vidas, el de la primera gran elección personal: “¿Y ahora qué voy a estudiar?”. Y es una pregunta compleja, porque les implica cortar el cordón umbilical de la enseñanza ‘por mandato’ y entrar en el terreno desconocido del futuro que ellos mismos deben moldear, mirando el menú educativo mientras van sopesando las expectativas ajenas que cuelgan sobre sus espaldas y las demandas del mercado laboral.

Es lógico que esa situación genere en los chicos un fuerte estrés y les despierte el miedo a equivocarse. Por suerte, existen profesionales como Liliana Llamas, licenciada en Sociología y escritora, que acompañan a los jóvenes en esa elección y los invitan a cambiar el enfoque: a mirar más hacia adentro que hacia afuera.

La clave es conocernos nosotros mismos. Uno de los errores más frecuentes que las personas cometen a la hora de hacer elecciones de carreras es justamente no tenerse en cuenta a sí misma. O sea, mirar lo externo: mirar las materias de la carrera, mirar la cantidad de años, mirar qué expectativas tienen depositadas otras personas en mí, si me van a aceptar o no con mi elección, en lugar de empezar de adentro hacia afuera. Y eso es mucho más sólido”, dijo la profesora de Sociología de la UBA en diálogo con el programa Punto Medio (Radio 2).

Cuatro preguntas clave para una buena introspección

La escritora, autora del libro La Aventura de Elegir, especializada en sociología educacional y laboral, invita a los recién egresados del colegio secundario a recorrer un camino de autoconocimiento para poder llegar más preparados a la hora de escoger una actividad a futuro: “Los chicos deben hacerse estas preguntas: “¿Qué me gusta? ¿Qué me interesa? ¿Qué actividades o materias del colegio me resultaron atractivas? ¿Y qué actividades me resultan fáciles?'. A la hora de elegir, lo ideal es que combinemos lo que me resulta fácil con lo que me gusta, pero entre las dos cosas lo ideal es elegir algo que me guste muchísimo, porque si elijo algo que me atrae voy a tener mayores probabilidades de ser perseverante, más constante y tolerar todas aquellas materias que durante la carrera no me van a gustar”.

Llamas recordó que “Argentina es el país con mayor deserción universitaria en el primer año en el mundo. Y eso es porque los estudiantes eligen de acuerdo a las materias que van a tener, a lo que les suena que les va a dar mayor salida laboral o más plata y a lo que los padres esperan que hagan. Entonces, en el momento en que empiezan a cursar dicen: 'Che, pero esto no tiene nada que ver con la práctica profesional que haré más adelante'. Y esa es otra de las preguntas que hay que hacerse: no qué materias voy a tener, sino qué voy a estar haciendo en la práctica profesional una vez recibido”.

Para la especialista, es fundamental plantearse “en qué tipo de tareas me gustaría pasar buena parte de mi tiempo futuro, con qué o con quién me interesaría estar en mi futuro trabajo: si con personas, animales, plantas, sustancias químicas, computadoras, telescopios, microscopios, elementos de cocina. Y dónde: porque no es lo mismo trabajar en lugares abiertos que cerrados, concurridos que solitarios, trabajando en grupo o en equipo. También debo pensar qué características de personalidad tengo y cuáles necesito para cada ocupación”.

En ese sentido, puso como ejemplo “a algunas personas que piensan: 'Como voy a tener inserción laboral, me anoto en nanotecnología o en biotecnología’. Pero que no tienen en cuenta que son carreras relacionadas con lo científico. Y si no son pacientes, constantes, perseverantes, difícilmente vayan a poder llevar adelante una ocupación que requiera de toda esa paciencia. Por eso es importante tener en cuenta cómo soy y qué características tengo”, agregó.

 

¿Cómo te ves en el futuro?

La mirada introspectiva para poder hacer una elección basada en mis intereses y mis características personales también debería considerar, según Llamas, qué estilo de vida y qué proyectos pretendo para mí: “Hay personas a las cuales les resulta fascinante hacer algo que les gusta y eso los motiva a ir cambiando de ciudad o hasta de país si es necesario; pero hay otras personas que necesitan tener una cierta estabilidad y que prefieren dedicar tiempo a sus afectos porque son sumamente amorosas o familieras. Entonces, cada estilo de vida y de trabajo requiere que yo me pregunte dónde, cómo, haciendo qué y con quién pasaría buena parte de mis futuras semanas, meses y hasta años de mi vida, aunque no necesariamente toda la vida”.

Acerca de esta última frase, la profesora aconsejó no “casarse” para siempre con una vocación y permitirse un menú variado de opciones: “El cambio está más acelerado y presente que en décadas anteriores. Por eso aconsejo que no se queden con una sola carrera: traten de descubrir la mayor cantidad de opciones posibles que les puedan interesar y a partir de ahí, decir ‘Elijo ésta en este momento porque me conviene o porque económicamente no puedo hacer esa otra, pero más adelante veré’”.

“Ya no existe ese mundo en el cual yo iba a una universidad o un terciario y ahí se terminaba la educación continua. Quizás hay alguien que piensa ‘Yo no tengo posibilidades en este momento de empezar a estudiar una carrera larga’ y es cierto. Pero sí podés encargar algún curso de inglés, de computación, de inteligencia artificial, de inteligencia emocional, de comunicación. Son todas herramientas que, más allá de que yo estudie permanentemente o haga una carrera, las voy a necesitar y me van a sumar al momento de buscar trabajo. Hay mucha demanda de oficios y en la Argentina, como somos bastante propensos a dejarnos guiar por lo que piense el otro y por la imagen de nuestros padres, nos largamos a una carrera más larga o más tradicional, ‘más importante’ (dicho entre comillas), y dejamos de lado los oficios, que tienen mucha inserción, mucha demanda laboral y pueden abordarse en cursos y talleres”, agregó.

 

Un último consejo para jóvenes (y no tanto)

Llamas cree firmemente que las elecciones basadas en el autoconocimiento, que tengan en cuenta nuestras características y gustos personales, tendrán más probabilidades de llevarnos hacia una vida de mayor satisfacción: “En la medida en que uno pueda descubrirse en algo que le interese, le atrape, que le llame la atención, ahí tendremos muchas más probabilidades de golpear puertas, de insistir cuando no conseguimos trabajo y de ir más allá, superando incluso los momentos difíciles que tenemos en el país”.

Y lo dice incluso para personas que ya han hecho elecciones de vida y empiezan a plantearse si efectivamente están haciendo lo que les gusta: “Desde la pandemia, se quintuplicó la cantidad de consultas en orientación vocacional de adultos. Y esto sucedió porque nos dimos cuenta de que somos finitos, de que nos podemos morir en cualquier momento. Mucha gente tomó conciencia de que estaba cansada de dedicarse todos los días, semanas, meses y años de su vida a algo que no los atrapaba. Y empezaron a consultar cada vez más. Está bueno poder plantearse eso a una edad en la que supuestamente ya tenemos la vida hecha, y darnos cuenta de que no es así”.

Finalmente, propuso: “Confíen en ustedes: no se comparen, porque siempre va a haber gente que haga mejor o peor las cosas que vos, pero lo que cada uno de nosotros tenemos es único y para mí ese es el mejor mensaje que yo puedo transmitir: recordá que todo está dentro tuyo, que el potencial que tenemos está muy poco desarrollado. Anímate, atrévete. Buscá gente que te empuje hacia adelante, no que te tire hacia atrás. Y si aparece el miedo, que es lógico que aparezca, hay que aceptarlo pero no dejarme dominar por él: si me dejo tomar por el miedo a equivocarme, a arrepentirme, a ‘fracasar’ (otra vez entre comillas), no voy a poder ir en función de mis sueños hacia adelante”.