Las diversas clases de terapia con caballos que realiza la Asociación de Equitación Integral de Rosario (Adeir) en el Bosque de los Constituyentes, peligran su continuidad por problemas financieros ante los altos costos de mantenimiento. Además, de acuerdo a lo que indicaron, padecen la falta de pagos por parte del Pami, a lo que se suman los atrasos de las obras sociales, que se devalúan con la inflación al momento del cobro.
Unos cien niños y jóvenes, algunos con discapacidades, toman clases de equinoterapia semanales en el predio cedido ubicado en calle Santa Coloma 8150, entre el Autodromo y el Arroyo Ludueña. Con unos 40 caballos, los usuarios aprenden sobre su cuidado, pero también adquieren confianza en sí mismos, mejoran su motricidad, se vinculan con los animales y con sus compañeros, entre muchos otros beneficios que brinda la equinoterapia. Incluso cuentan con un “pony club”, al cual asisten niños desde el año y medio.
Si bien son en su mayoría jóvenes, no hay un límite de edad, y es por eso que Silvia Piazza, docente jubilada, es una de participantes más grande. Miembro de la comisión directiva, también es alumna junto a su hijo con espectro autista, a quien trajo hace muchos años, de pequeño.
Cuando llegaron, el hijo de Silvia debía caminar con asistencia de ambos brazos: "Mi hijo hizo equitación adaptada. Comenzó cabestreando con dos asistentes, uno a cada lado. Y hoy maneja solo el caballo".
En diálogo con Rosario3, Silvia precisó que por estos días “el principal problema es una deuda de 2.700.000 pesos a los proveedores de fardos para que coman los caballos”. La organización se encuentra en una situación crítica de sostenibilidad, ya que el mantenimiento de los caballos y los aranceles a psicólogos, kinesiólogos, acompañantes terapéuticos, profesionales de la salud, la educación y el deporte van en aumento por la inflación.
“Contamos con boxes para cada caballo en la caballeriza, y tres pistas cercadas con maderas. Pero, el predio no tiene césped, ya que anteriormente era un basural que fue rellenado. Es por esa causa que se compran los fardos para alimentar a los caballos en vez de que puedan pastar naturalmente”, aclaró Silvia, en torno al principal gasto en los fardos, el alimento primordial para mantener a los caballos.
En Adeir no solo se trabaja con discapacidad, aunque estos alumnos son la prioridad. Hay chicos con parálisis cerebral, espectro autista, dificultades o trastorno en el desarrollo. Allí aprenden salto, adiestramiento, volteo (que es como gimnasia artística sobre el caballo), en grupos variados de chicos con y sin discapacidad.
Consultada sobre el financiamiento de Adeir y si cuentan con algún subsidio, Silvia aseguró: “Nos financiamos de forma particular y con los pagos de las obras sociales, pero fuera de colaboraciones eventuales que cada tanto hace algún concejal, no contamos con subsidios del Estado”.
Madrina o padrino se busca
Es por la situación crítica que desde Adeir pensaron formas de colaboración de la comunidad que sean accesibles, por lo menos durante la temporada estival, cuando la cantidad de clases se reduce al mínimo por las vacaciones de los usuarios.
“Solemos lanzar bonos, peñas o almuerzos. Para paliar los altos costos, pensamos un bono contribución, así como también un madrinazgo/padrinazgo de un caballo, para el cual no rigen montos fijos, sino que se puede realizar por el monto que cada aportante pueda desde su bolsillo”, destacó Silvia.
Cualquier interesado en aportar en el padrinazgo o en un bono, puede comunicarse con la presidenta de Adeir, Liliana Forné, al 0341-5 018282, o enviar directamente una donación al Alias: grada.cipres.ancla (Banco Municipal Rosario).
Además del madrinazgo/padrinazgo o del bono contribución, se busca también sumar nuevos voluntarios a la organización. “La idea es que aprendan a alimentar y cuidar a los caballos, y a acompañar a los chicos con los profesionales en sus clases”, manifestaron.
Vale destacar que la equinoterapia siempre fue una práctica de elite por su alto costo, pero en Adeir asiste quien lo necesite o le interese, ya que el arancel es muy accesible.
“Estos animales son muy perceptivos, saben tu estado de ánimo, y es increíble la conexión que se genera con los usuarios”, aseveró Silvia, y relató un caso sorprendente, el de Gonzalo, quien llegó hace muchos años en silla de ruedas: "Con el tratamiento con los caballos y el correr del tiempo, pasó a usar muletas. No las dejó, pero pudo volver a caminar al menos con asistencia". Es por esto que, para Silvia “los caballos son una herramienta terapéutica de amor, y la misión es la inclusión social de la discapacidad”.
Para Silvia “los caballos son una herramienta terapéutica de amor, y la misión es la inclusión social de la discapacidad”. Las redes sociales de Adeir, para ver sus actividades o contactar, se pueden consultar en Facebook o en Instagram.