El periodista norteamericano y ex director de The Washington Post, Martin Baron, está por estos días en la Argentina brindando una serie de ponencias sobre el trabajo del periodismo y su relación con las nuevas tecnologías. Esta semana disertó sobre las amenazas y desafíos de la profesión de cara al futuro frente a un reducido grupo de colegas.
Baron también fue director del diario Boston Globe y estuvo a cargo del equipo que investigó una red de encubrimiento de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica cuya historia sirvió para hacer la película Spotlight (En Primera Plana, para América Latina) ganadora del Oscar en 2015. Escribió el libro Frente al Poder, que también vino a presentar al país, donde cuenta cómo fue hacer periodismo durante el gobierno de Donald Trump.
Esta es una síntesis de su profunda exposición que dio en el marco del programa Redacciones5G organizado por Telecom en una nueva edición de su ciclo Innovación, Tecnología y Periodismo con ponencias de importantes referentes internacionales en espacios de intercambio con periodistas de diferentes medios del país.
Baron abrió con una advertencia: “La sustentabilidad del sector se ve amenazada; las prácticas tradicionales de nuestra profesión sufren ataques constantes. La democracia está en peligro”, Esto es debido a que “el periodismo y la democracia están indisolublemente relacionados”. En más “no existe la prensa independiente sin democracia. Y la democracia no podría subsistir sin la prensa independiente. Nunca fue así. No puede ser así, nunca”, determinó.
Usó el concepto “centinela” para definir la función de los periodistas frente los políticos y recordó el eslogan del diario The Washington Post donde se desempeñó como editor ejecutivo durante más de ocho años: La democracia muere en la oscuridad. “Creo firmemente que la mayor parte de la ciudadanía desea que la prensa arroje luz sobre quienes los gobiernan y sobre quienes ejercen una influencia desproporcionada en sus comunidades y en su país. La información veraz da poder a todos, no a unos pocos elegidos”, continuó.
El periodista identificó como principal amenaza para un periodismo de calidad a “la incapacidad de la sociedad para ponerse de acuerdo sobre un conjunto compartido de hechos. En realidad, es peor que eso. No podemos ponernos de acuerdo en cómo determinar que algo constituye un hecho”.
Y puso como ejemplo a las elecciones presidenciales de 2020 en los Estados Unidos. “Sabemos que Joe Biden ganó. Hay una cantidad abrumadora de pruebas que demuestran que así fue. No hay pruebas creíbles de que no ganó. Hubo múltiples recuentos. Hubo rigurosas auditorías. Hubo intentos judiciales de impugnar los resultados oficiales que fracasaron una y otra vez, ya que los jueces de todos los niveles, y nombrados por diferentes presidentes, incluido Donald Trump, citaron la falta de pruebas. El Departamento de Justicia determinó que no hubo fraude significativo. Sin embargo, más de un tercio de los votantes registrados, y casi dos tercios de los Republicanos, creen que Biden no fue elegido legítimamente”. Ahora bien, se preguntó el por qué y se respondió: “Porque eso es lo que les dice, una y otra y otra vez, un ex presidente que no soporta la idea de que la ciudadanía estadounidense haya votado para desalojarlo de la Casa Blanca. Y porque este ex presidente cuenta con el apoyo de sus aliados mediáticos, en televisión, radio y en línea, que difunden esas mismas mentiras sin cesar”.
Otro caso que citó fue el violento ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio donde las fuerzas policiales que estaban protegiendo esa sede de la democracia estadounidense fueron golpeadas sin piedad. “Los resultados de una elección presidencial estuvieron a punto de ser anulados por una turba que llevó a cabo una insurrección incitada por un presidente en ejercicio”, recordó. No obstante, “lo que escuchamos de parte de los miembros del Partido Republicano fue que lo ocurrido se trató de ‘visita turística normal’ y ‘discurso político legítimo’.
Otro caso fue la pandemia. “Sabemos que las vacunas funcionan. Durante décadas han librado al mundo de muertes y enfermedades devastadoras. Sin embargo, una gran parte del público estadounidense cree que las vacunas te enferman e incluso pueden matarte”.
Baron recordó la redacción de The Washington Post donde estaban grabados en la pared los principios que representaban y uno reza: La primera misión de un periódico es decir la verdad en la medida en que la verdad pueda ser comprobada. “La pregunta que debemos plantearnos hoy es: ¿Cómo nos aseguramos de que la verdad sobreviva a los ataques que se libran en su contra? Los medios de comunicación no pueden resolver este desafío por sí solos, pero nosotros podemos hacer nuestra parte. Por lo pronto, no solo tenemos que decir la verdad sino también tenemos que mostrarla. Ya no podemos limitarnos a decirle a la gente cuáles son los hechos. Debemos mostrarle las pruebas. Y hoy contamos con las herramientas digitales para hacerlo”.
El editor propuso que los periodistas deben publicar los documentos judiciales a los que acceden, los archivos de audio y video completos, guiar a los lectores a través de enlaces a la fuente de datos y destacar la información relevante, y ayudarlos mediante gráficos interactivos.
“Nuestra consigna en momentos de duda sobre hechos básicos debe ser: mostrar, no solo relatar. Siempre, en todas las historias. Y en todos los lugares que podamos. Tenemos que pensar en nuestra tarea casi como lo hace un abogado en los tribunales: no basta con defender su caso con argumentos. Debe mostrar todas las pruebas”, completó.
La amenaza la IA
Luego identificó una segunda amenaza, relacionada con la primera, y que es cada vez más grave: “El poder de la tecnología para disfrazar y falsificar lo que consideramos realidad”, señaló. Y si las redes sociales hacen lo propio, el mayor desafío lo presenta la inteligencia artificial generativa.
“Las falsedades, especialmente las relacionadas con las imágenes visuales, se volverán más frecuentes, más peligrosas y cada vez más difíciles de detectar y refutar”, alertó. En ese sentido, propuso, que “las redacciones deberán investigar más en profundidad”. Y consideró: “Las unidades de investigación periodística precisarán más recursos en términos de personal, tecnología, fondos, conocimiento y experiencia. Y asociarse con especialistas independientes que posean experiencia en inteligencia artificial”.
Por supuesto que no dejó de remarcar los beneficios que tiene la IA interactiva para el trabajo periodístico en materia de eficiencia, reducción de tiempos, motores de búsqueda, redacción de materiales breves para redes sociales, traducción a otros idiomas, y el análisis de datos con mayor rapidez, entre otras.
“Pero la IA generativa no puede hacer periodismo. No puede verificar lo que es verdadero y lo que es falso, y es sumamente susceptible a la difusión de información errónea y desinformación que recoge de fuentes poco confiables en Internet. Le otorga a cualquier persona que tenga intenciones maliciosas los medios necesarios para difundir, de manera rápida y con facilidad, falsedades que resultan creíbles” sumó.
Por otro lado, se mostró defraudado sobre “lo mal equipados que estamos como profesión para combatir la información errónea y la desinformación que contaminan y envenenan nuestro discurso cívico”.
La sostenibilidad de la industria
Puso como tercer desafío a “la estabilidad financiera de las organizaciones de noticias”. Para el profesional, la mayoría sigue padeciendo inseguridad económica, “una plaga que no podremos doblegar en el corto plazo”.
“Cualquier amenaza a la sustentabilidad económica es una amenaza a la capacidad de las organizaciones de noticias para que puedan cumplir con sus tareas más básicas en tiempos de democracia”, observó.
No cree en la panacea de los modelo de suscripción pago y ve al modelo publicitario muy competitivo para los medios con plataformas como Amazon o Google. En otras palabras, “los líderes de los medios de comunicación no pueden nunca dormirse en los laureles”, señaló. “Lo más probable es que las estrategias y tácticas deban reevaluarse con mayor frecuencia en respuesta a los cambios sísmicos en tecnología, publicidad y los hábitos de consumo de noticias. Se deberán crear nuevos productos para generar nuevos ingresos”, apuntó.
Entiende que los medios deberán generar “una base genuina de lectores, oyentes y espectadores leales que confíen en su marca, a quienes les guste lo que producen y que periódicamente regresen directamente a consumir sus productos”.
El especialista habló de la “incomodidad” y la “inestabilidad” como dos razones para aprender a convivir en la profesión. “El entorno mediático actual castigará a las personas que no quieran o no puedan cambiar. Esto quiere decir que todos, desde los directores ejecutivos hasta los jefes sindicales, deben trabajar en conjunto para lograr el éxito financiero a largo plazo” adelantó.
El consumo de la información
Un nuevo desafío es “la forma en que las personas jóvenes absorben información que es muy diferente de la forma en que casi todos crecimos consumiendo información”. En ese marco, profundizó: “Las generaciones más jóvenes están más orientadas hacia las imágenes y menos hacia el texto. La capacidad de atención es breve, a veces, sorprendentemente breve”.
Propuso avanzar en “encontrar la manera de hablarle al público de manera más informal, más accesible, como si estuviésemos hablando con nuestros amigos y familiares” y agregó: “Tendremos que idear la manera de contar historias visualmente y de forma más breve para una generación que tiene déficit de atención”.
Por lo tanto, sugirió acercarse a los influencers como una manera de aprovechar su experiencia y trabajar en sinergia con las grandes estructuras de medios.
El desafío final
Tiene que ver con la llamada objetividad. Y pidió volver al periodista y pensador Walter Lippmann, quien escribió: "Lograremos más luchando por la verdad que luchando por nuestras teorías". Por esa misma razón pidió "una investigación de los hechos tan imparcial como sea humanamente posible".
Es por ello que Baron sostuvo que “nuestro trabajo como periodistas es determinar los hechos y ponerlos en contexto”. Al respecto, explicó: “El objetivo debía ser que el trabajo periodístico fuera lo más científico posible. Nuestra investigación sería entonces minuciosa y cuidadosa. Nos guiaríamos por lo que mostraran las pruebas. Eso significa que debíamos ser oyentes generosos y aprendices ávidos, especialmente conscientes de nuestras propias suposiciones, prejuicios y opiniones preexistentes”.
“Procurar la objetividad quiere decir nada más y nada menos que debemos ser conscientes de nuestras ideas preconcebidas y de nuestros prejuicios. Tal como esperamos de otras profesiones, debemos evaluar las pruebas de manera justa, honesta, precisa, rigurosa e imparcial. La idea es tener la mente abierta cuando comenzamos nuestra investigación y hacer nuestro trabajo de la manera más minuciosa y meticulosa posible. Este proceso requiere que tengamos la voluntad de escuchar, el afán de aprender y la conciencia de que nos queda mucho por saber”, se explayó.
Como corolario resumió que “nuestra profesión se beneficiaría si escucháramos más al público y le habláramos menos al público, como si lo supiéramos todo. Creo que deberíamos sorprendernos más por lo que no sabemos que por lo que sabemos, o por lo que creemos saber. En el periodismo, nos vendría bien más humildad y menos arrogancia”.
Y desafió: “Mediante información certera, reuniendo con sumo cuidado pruebas contundentes, se ha logrado que las personas más poderosas de nuestra sociedad deban rendir cuentas. Mantenerse fiel a estos principios no garantiza la confianza de la ciudadanía. Pero creo firmemente que aumenta las probabilidades de que la ganemos de nuevo.”