El peso argentino lideró el ranking global de apreciación monetaria en los primeros diez meses del año, con un incremento del 40,1%. En contraste, el real brasileño, la moneda de Brasil, principal socio comercial de Argentina en el Mercosur, registró una devaluación cercana al 13%.
El análisis, presentado por GMA Capital fue basado en datos del Bank for International Settlements (BIS) y destacó que el peso argentino superó ampliamente el desempeño de la lira turca, que se revalorizó un 16,5% en el mismo período. El tercer lugar en el ranking lo ocupó Malasia, seguido por Sudáfrica y Tailandia.
En el otro extremo, entre las monedas más depreciadas, después de Brasil se encuentran México y Hungría, junto con las divisas de Corea del Sur, Suecia, Colombia, Chile, Filipinas, Japón y Chequia.
La apreciación del peso argentino, que lo posicionó como la moneda más fortalecida a nivel global, se explica principalmente por el esquema cambiario vigente. Este modelo se caracteriza por un cepo y un ritmo de devaluación mensual del 2%. Este ajuste se mantuvo considerablemente por debajo de los niveles registrados por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) a lo largo de 2024.
“Según los manuales, esta situación no es inocua para el sector externo. Por caso, en septiembre, y por cuarto mes consecutivo, el saldo de cuenta corriente cambiaria arrojó un valor negativo. Esta vez fue por u$s 700 millones, acumulando una salida de divisas por u$s 3.636 millones en el tercer trimestre, con un tipo de cambio promedio de $1.080 por dólar a precios de hoy. Si la cuenta corriente ya comienza a sufrir, ¿qué queda para lo que vendrá?”, consideró la consultora.
“En este contexto, el tipo de cambio real multilateral (TCRM), un proxy de la competitividad precio de la economía, está en mínimos desde 2015 y cada vez más cerca de los valores de fines de 2001″, señaló GMA Capital.
“Pero la realidad siempre es más compleja. Por eso, la métrica del tipo de cambio real, un factor que muchos economistas consideran endógeno (es resultado de la interacción de otras variables fundamentales) constituye tan solo un medidor de la competitividad. Existen otros indicadores que nos podrían aclarar un poco más acerca de la situación del mercado externo argentino”, agregó.
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