Dos episodios registrados este sábado dejaron en claro que el reordenamiento de la barra brava de Rosario Central en materia de liderazgo y reparto de negocios no está exento de hostilidades.Tras la balacera a la vivienda de Leopoldo “Pitito” Martínez, el virtual sucesor de Andrés “Pillín” Bracamonte, hubo otro suceso similar. Un ataque a balazos que abrió aún más el panorama turbio que abordan los investigadores, del que no se conocen avances ni hipótesis de peso.

En una vivienda de Olegario Andrade al 1800 dos hombres en moto dispararon 13 balazos de grueso calibre que no hicieron más que afectar la fachada de la propiedad, pero fueron todo un mensaje cifrado. Según fuentes policiales, los pistoleros usaron proyectiles 5,56 × 45 milímetros, utilizado por fusiles y ametralladoras de fuerzas armadas a lo largo del mundo.

Según trascendió, en ese domicilio vive la pareja de un barra llamado Baltazar, alias Turco, de alrededor de 25 años. El carácter de integrante de la pesada canalla de este hombre ignoto quedó expuesto en una resolución del Ministerio de Justicia y Seguridad de mediados de octubre, informada a la AFA, por la cual se le prohibió el ingreso a todos los espectáculos deportivos del país. Ello a partir de incidentes registrados el 15 de septiembre en el Gigante de Arroyito, en ocasión del empate 2-2 ante Talleres.

Entre los investigadores había dudas sobre si esta balacera se trató de un vuelto por el ataque en Schmild al 3600, la casa de Tablada donde vive el barra Pitito, el cual fue registrado la misma tarde. O si los mensajes escritos con plomo partieron de un mismo remitente.

Lo cierto es que a casi un mes del crimen de Pillín no se conocieron detenciones relevantes; tampoco en el caso de Samuel “Gordo” Medina, registrado el 1º de octubre, que al parecer es parte de la misma trama mafiosa. Más allá del fútbol, el primer partido de local del Canalla desde aquel fatídico 9 de noviembre dejó claro que aún hay desacuerdos en el reparto de reparto de poder y porcentajes de negocios.