Murió el Negro Palma. El frio y escueto título nos desampara el alma y no es para menos. Desde la profunda tristeza que invade la prematura pérdida podemos inmediatamente agregar que se fue el último diez canalla. Por estirpe y estilo. Un verdadero artista del pueblo.
Es que Omar Palma represento en los campos del futbol argentino una manera única de relacionarse con la pelota, “Juguete que los dioses veneran” supo decir el poeta. El Negro la quiso como pocos y así fue correspondido. Evidentemente ella sabe dónde está el amor y a él se entregó. Se conocían desde el fondo mismo de los tiempos. Conjugaban el mismo verbo y eso venía desde aquel Campo Largo chaqueño que lo vio nacer.
Su sensible pie derecho dejó una primera marca el 17 de diciembre de 1980 cuando un violento disparo de media distancia se clavó en el ángulo derecho del negro Juan Manuel Ramos, arquero del Racing cordobés en la final del Nacional que finalmente ganó el Canalla de Don Ángel Tulio Zof.
Fue su primera estrella, pero apenas un comienzo. Es que el Negro era un hijo dilecto del potrero y su atrevimiento. Donde jugó fue líder y emblema. Incluso en aquel equipo de Marchetta que tuvo la delicada tarea de regresar a Primera. Central venía de perder la categoría sin Palma lesionado. El chaqueño encabezó el andar en un equipo inolvidable donde prevalecía la baja estatura en sus futbolistas de creación, Chaparro, Argota, Scalise, Wolheim y el mismísimo Omar que en ese medio campo jugó de todo y por todos. Allí nació el mote de los pitufos para ese conjunto que arrasó en segunda.
Después de un breve paso por Colón de Santa Fe regresó a Arroyito para protagonizar la mayor hazaña de la historia centralista. Ser campeón en Primera División nuevamente, pero en este caso luego de haber obtenido el título de segunda categoria. Caso único en el futbol argento y de los pocos en el planeta. La temporada 86/87 fue definitivamente inolvidable para el mundo canalla. Campeón del torneo, cuando este era de todos contra todos y a dos ruedas.
Omar Palma fue la figura y el goleador del campeonato, cetro que compartió con Jorge Comas de Boca Juniors. Fue al mismísimo conjunto xeneize dirigido por el Flaco Menotti, de feroz remontada en la segunda parte del torneo, que el Central de Zof le ganó el trofeo. Aunque el segundo a un punto terminó siendo el Newell s de Jorge Solari. Tiempos memorables donde el “Tordo” Palma marcó el compás de un andar exquisito e incomparable.
Luego llegó su paso a River, allí lo dirigieron Carlos Timoteo Griguol y Cesar Menotti. También México disfrutó de su arte. Todavía hoy se recuerda en Veracruz un “maradoniano” gol que “el Omar” como le decían sus amigos de siempre, le hizo al Real Madrid de la quinta del Buitre. Como se lo conocía a un brillante equipo merengue que contaba con estrellas del calibre de Butragueño, Michel, Hugo Sanchez, Sanchis y compañía.
Paradójicamente, el que estaba esa tarde en las gradas del Veracruz era el “Negro” Roberto Fontanarrosa. Es que para un canalla no hay nada mejor que otro canalla viendo su obra más encumbrada. Inicio el trayecto en la posición de un cuatro adelantado en su propio terreno y no paró de gambetear hasta que ingresando a la frontal del área grande rival batió a Paco Buyo, el mítico portero del Madrid. Esa tarde “los tiburones rojos” golearon al conjunto de Chamartín por 4 a 1.
Más tarde tocó regresar. El Gigante lo recibió como se reciben a los hijos amados de siempre. Central ganó su único título internacional, Conmebol 1995, con un accionar de Palma rozando la brillantez.
La grisura intestina de este martes nos viene a decir que se fue Omar Arnaldo Palma. Lo dice con tono de dolor profundo. No es para menos. Sin embargo los campitos y potreros de este pueblo lo saludan con fervor y agradecimiento. También la pelota, su eterna compañera de mil partidos. Los sabios de esta existencia saben que se va un distinto. Juglar de la redonda. Poeta del pase corto y esclarecedor cuando todo era marca y desasosiego. Y por si faltara algo para romper esas murallas defensivas, un disparo único que finalmente fue su marca registrada.
Se va un artista del pueblo. Y el pueblo lo llora.