La Argentina es impredecible. Tanto que, cuando todos creían que lo que se definía este domingo era si el candidato más votado en las Paso, Javier Milei, era electo presidente en primera vuelta o si deberá afrontar un balotaje, el resultado determinó que esta vez quedó en segundo lugar detrás de Sergio Massa y por una diferencia que no es imposible pero sí difícil de revertir: casi 7 puntos. El postulante de Unión por la Patria (UP), que hizo una elección muy por encima de lo previsto con casi el 37 por ciento de los votos, y el de La Libertad Avanza –que se sostenía en torno al 30 por ciento de las Paso– competirán en un balotaje el 19 de noviembre.
Patricia Bullrich, en tanto, protagonizó la peor cosecha en la historia de Juntos por el Cambio con menos del 24 por ciento de los votos. Así, la fuerza que dos años atrás creía que su regreso al gobierno estaba cantado, vio como luego de una interna feroz entre la exministra de Seguridad y Horacio Rodríguez Larreta su capital político se licuó en apenas unos meses.
Lo cierto es que ahora el escenario pone a Juntos por el Cambio frente a una paradoja: sus votos son los que finalmente definirán quién será el próximo presidente. Pero el riesgo de una fractura interna está abierto como nunca. También será importante la determinación de quienes apoyaron a Juan Schiaretti –que arañó el 7 por ciento y será un actor importante para dar gobernabilidad en un Congreso mucho más fragmentado que el actual– y a Myriam Bregman, que hizo una elección más floja: 2,69%.
Operativo seducción
El operativo seducción comenzó este mismo domingo a la noche, en los discursos posteriores a los resultados. Con tono calmo y palabras moderadas, Massa buscó mostrarse como el candidato de la cultura democrática argentina, esa que su rival desprecia. Así, les habló a "los que eligieron a Myriam (Bregman), a Juan (Schiaretti)" y a los "miles y miles de radicales que comparten que nosotros valores democráticos como la educación pública, la independencia de poderes; la construcción de valores institucionales que la Argentina merece". "No a la idea amigo-enemigo y de que hay que destruir al otro. La grieta se murió", sentenció
Unos minutos antes Milei, en un discurso íntegramente leído, tiró la caña en el núcleo duro del PRO al hacer suyo el discurso de campaña de la candidata de Juntos por el Cambio, centrado en un objetivo: aniquiliar al kirchnerismo. Así, al revés que Massa, su apuesta fue profundizar la grieta como nunca antes desde que empezó el proceso electoral: "Enfrente tenemos una organización criminal", enfatizó.
Se descuenta que Mauricio Macri apoyará a Milei y empujará a los halcones hacia esa postura. Bullrich no lo dijo explícitamente en su discurso de este domingo a la noche, pero casi: sostuvo que no iba a felicitar a Massa, parte "del peor gobierno de la historia" y que "el país debe abandonar el populismo".
Pero difícilmente llamen a votar a alguien que dice que hacía terapia golpeando a un muñeco con la cara de Raúl Alfonsín las palomas que en su momento representaron Rodríguez Larreta y Gerardo Morales. Por el contrario, esos sectores –que inluyen a la UCR, la Coalición Cívica e incluso parte del PRO– pueden verse seducidos por la promesa de Sergio Massa de liderar un gobierno de “unidad nacional”.
El miedo vs. el enojo
El balotaje Massa-Milei marca también una derrota del círculo rojo. El establishment empresario y sus usinas mediáticas lideradas por Clarín y La Nación jugaron abiertamente a favor de Patricia Bullrich. ¿Por quién se inclinarán ahora estos actores del poder económico?
Una lectura rápida del resultado electoral podría ser que el miedo le puso límites al enojo.
Milei se había mostrado hasta acá como un vehículo eficiente para castigar a la dirigencia política tradicional. Más que sus propuestas –en muchos casos estrambóticas e inaplicables además de reaccionarias– su fortaleza estaba en lo que había conseguido representar: la ira de un electorado frustrado por la sucesión de malos gobiernos que dejaron a la Argentina endeudada, sin reservas, con una inflación creciente y con cuatro de cada diez habitantes bajo la línea de pobreza.
Pero su discurso violento, su ánimo destemplado, un plan que resigna soberanía con la dolarización y humanidad con propuestas como liberar el mercado de armas o permitir la venta de bebés, más un elenco plagado de figuras excéntricas y de poca razonabilidad, abrieron espacio al otro sentimiento que se impone en este proceso electoral: el miedo.
Solo el temor a esa dimensión desconocida a la que le puede abrir la puerta un triunfo del libertario puede generar el milagro de que un ministro de Economía con el 150 por ciento de inflación sea ahora el candidato más votado. Bullrich también podría haber representado ese sentimiento. Pero la candidata de Juntos por el Cambio perdió “sufragio útil”: votantes que podrían haber sido para ella pero que vieron que Massa tenía más chances de impedir un triunfo en primera vuelta de Milei.
Lo cierto es que, en comparación con las Paso, en varios distritos hubo un crecimiento muy fuerte de Massa y un retroceso significativo de Bullrich y no tanto, pero retroceso al fin, de Milei. Todo en un marco en el que se sumaron unos dos millones de votos más, debido a que el porcentaje de asistencia fue 5 puntos mayor y llegó al 74 por ciento. .
Una de esas provincias en las que hubo un cambio importante es Santa Fe, donde, a pesar de que la Libertad Avanza fue otra vez la fuerza más votada, Unión por la Patria creció casi 9 puntos. Además, el triunfo de Massa, donde el gobernador Axel Kicillof fue reelecto por amplio margen, fue contundente en Buenos Aires, el distrito más poblado del país.
En otras provincias importantes como Mendoza, Córdoba y Ciudad de Buenos Aires, Unión por la Patria estaba lejos de ganar pero mejoró muchísimo su performance, mientras que Milei cayó sensiblemente. En el norte del país el peronismo recuperó el liderazgo en provincias que en las que agosto se impuso el libertario.
Ahora empieza otra historia. Pero todos parten –partimos– desde otro lugar. Lo que se sostiene –se trata de la Argentina– es la incertidumbre.
Por caso, este lunes el partido se vuelve a jugar en la cancha de los mercados, con Massa apostando a la contención y Milei al estallido, y de los formadores de precios.
Mientras tanto, ambos candidatos recalibrarán sus campañas, que incluirán un mojón clave el 12 de noviembre con un debate cara a cara, y mensajes de seducción hacia dirigentes y votantes de los otras tres fuerzas políticas.
Finalmente, el miedo y la bronca volverán a verse las caras el 19 de noviembre, ahora con ventaja para el primero de esos sentimientos. Aunque el final no está escrito.
Continuará.
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