El politólogo argentino e investigador de la Universidad de Lisboa, Andrés Malamud, vendrá a Rosario a presentar su último libro, Diccionario arbitrario de política, el viernes 12 de mayo, a las 19, en la Biblioteca Argentina. La obra sirve como un acercamiento al tema, a veces desde la ironía. Lo acompañarán dos personalidades muy afines a su pensamiento: el intendente Pablo Javkin y la senadora nacional Carolina Losada.
Del primero dijo: “Su imagen está asociada a los pocos resultados de la gestión” producto del problema de la inseguridad que no puede resolver por sí solo. Y en cuanto a la legisladora, quien se lanzará esta semana como precandidata a gobernadora, apuntó: “Es un fenómeno de la naturaleza”, tiene “autenticidad” y “sabe comunicarse con la gente”. Sin embargo, advirtió la posibilidad de que “no le alcance” para gestionar el gran problema de la provincia si no se despenaliza la droga.
Profundo estudioso de la realidad del país, cree que estamos en un momento político muy “parecido al 2001”. Consideró que el enojo y hartazgo de la población esta vez pueden canalizarse a través de un candidato como Javier Milei y no por el “voto bronca” como en aquella época.
Dijo que el oficialismo “no tiene salida y está en busca de un candidato”. También, fue muy crítico de Juntos por el Cambio producto de las peleas entre los dirigentes del PRO y del radicalismo. De los primeros, observó: “Les puede pasar lo que al peronismo en 2015 en la provincia de Buenos Aires”; de los radicales, señaló: “Siguen jugando a la interna”.
Radicado en Portugal desde hace algunos años y a punto de regresar a presentar su trabajo a la Argentina, Malamud charló con Rosario3:
—¿Cómo es un diccionario de la política?
—Este diccionario surgió de una idea de José Natanson, responsable de (la editorial) Clave Intelectual. Se trata de una recopilación de cosas que iba diciendo por ahí, escribiendo en diarios y artículos académicos. La propuesta fue recuperar, agregar, actualizar y pensar cosas nuevas sobre la coyuntura, política internacional y las ciencias sociales. Son 226 entradas desde la recuperación de la democracia en el 83’, la contemporaneidad internacional actual aunque en la segunda versión agregaré más de China. Hay definiciones más sustantivas y otra más irónicas que espero sean de utilidad y diversión también para los lectores.
—¿Cuál es tu entrada preferida?
—Derechos Humanos. Pero no te la voy a explicar, que el lector la busque en el libro. (Risas).
—¿Hay alguna referencia sobre Rosario o la provincia de Santa Fe?
—No en el libro. Sí la voy a tener en la presentación junto a Pablo Javkin y Carolina Losada, quienes me ayudan a pensar la política.
—¿Cómo analizás a Carolina Losada, una mujer que llegó a la política desde el periodismo, ganó sus primeras elecciones, es senadora nacional y se prevé que esta semana anuncie su precandidatura a gobernadora de Santa Fe?
—Carolina es un fenómeno de la naturaleza. Tiene enormes virtudes y fundamentalmente, la de comunicar, sabe transmitir las palabras comprensibles y las emociones. Si querés comunicar y que la gente te crea, eso es lo que tiene ella, autenticidad y gran profesionalismo. Eso es lo que valora la gente hoy antes que las ideas, prefiere la confianza en las personas.
—¿Le alcanza para gobernar una provincia con una situación como tiene Santa Fe?
—Santa Fe tiene una situación compleja y es una provincia importante. A tu pregunta te respondo que no. No alcanza sin despenalizar la droga. Si no despenalizas la droga no tiene solución el problema del narcotráfico. Es una política que ya está probada en varios países. El problema hoy es que el narco tiene más plata y menos frenos que el Estado. Por más capacidad que un gobernante tenga, los narcos tienen más plata mientras la droga siga prohibida o sea ilegal. A la droga hay que tratarla como a los medicamentos que se venden con receta en la farmacia y no a menores. Si prohibís, subís el precio y el narco se hace más fuerte.
—¿Es posible legalizar la droga casi con un 40 por ciento de la población bajo la línea de la pobreza e indigencia?
—Justamente por eso. En sociedades prósperas no precisás delinquir para sobrevivir. En la Argentina estás condenado a delinquir porque el sistema oficial no te ofrece un empleo digno. La despenalización es más necesaria cuando la sociedad es más pobre.
—¿Cómo analizás la gestión de Pablo Javkin a la distancia?
—Tengo un aprecio personal, no soy imparcial. Al principio pudo mantener su imagen disociada de los resultados de la gestión. La gente criticaba la gestión, pero valoraba su autenticidad y trabajo. Con el tiempo su imagen empezó a ser asociada a la gestión que puede ofrecer pocos resultados y es precisamente por el tema del narcotráfico que hablaba en la respuesta anterior. Con la actual penalización no vamos a tener más dinero que los deshonestos. A Pablo le gusta decir que no tiene funcionarios armados ya que no maneja a la Policía. Los intendentes no son responsables de la seguridad, sin embargo, la población se los acredita. Los intendentes están condenados por la inseguridad sin poder resolver el problema.
El castigo a los oficialismos
—¿En las próximas elecciones habrá un castigo a los gestiones de los ejecutivos?
—Al Ejecutivo nacional, sí. El presidente (Alberto Fernández) sufre el proceso de las alternancias rápidas. En el mundo conviene ser gobierno y no oposición, sin embargo, en toda América Latina es al revés: desde 2018 no hubo ningún gobierno que haya podido reelegir. Pero a nivel subnacional, Argentina sigue siendo diferente, en las provincias conviene ser oficialismo y no oposición. Santa Fe es distinta al resto de las provincias por los desastres que hicieron las administraciones. En Argentina desde el 83’ en adelante cada 24 elecciones provinciales en 20 gana el oficialismo y en los municipios pasa lo mismo. A los presidentes se los saca enseguida, los gobernadores e intendentes son más estables.
—¿Qué perspectivas le ves al Frente de Todos?
—Está mal por dos razones: funciona mal independientemente de la economía . no tienen la menor idea qué hacer con la economía. La economía está rota y no es responsabilidad de populistas ni neoliberales. Ellos tienen recetas insuficientes o fracasadas. El problema es estructural, desde 1975 no sabemos qué producir ni a quien venderle. Con una población de más de 40 millones y una estructura social compleja, la economía sigue dependiendo de una buena cosecha para comer por un año, como hace 100 años. No lo resuelven ni populistas ni liberales y tampoco encuentran la receta para salir de este pozo.
—¿Tiene alguna salida el oficialismo desde el punto de vista electoral?
—Salida no tiene. Lo que tiene que hacer es buscar al mejor candidato para obtener el mejor resultado posible y ese resultado es retener (la provincia de) Buenos Aires y ganar algunos senadores en esa provincia y en Santa Cruz. (Sergio) Massa, (Daniel) Scioli y Cristina (Fernández) lo están debatiendo. Ni ellos lo saben.
La oposición y el factor Milei
—¿Cómo ves a Juntos por el Cambio que hoy parece caracterizarse más por las peleas dentro del PRO?
—La gente lo ve mal y está harta, cada vez que hay pelea en la oposición, el electorado se los factura a todos los que se pelean. El PRO tiene dos candidatos aceptables y muy divergentes, pero no tienen garantías que uno apoye al otro después de las Paso. Si hay acuerdo y afecto común, van a ganar. Así como ocurrió en el 2015 cuando hubo una primaria productiva y los votos de Lilita (Carrió) y (Ernesto) Sáenz fueron para (Mauricio) Macri en las generales. Ese año, en el peronismo de la provincia de Buenos Aires sucedió lo contrario cuando (Aníbal) Fernández y (Julián) Domínguez compitieron, entre ambos en la primaria sacaron más votos que los que cosechó Aníbal en la general y perdió frente a (María Eugenia) Vidal. A Juntos le podría pasar lo mismo.
—¿Y el radicalismo?
—El radicalismo no tercia porque no está unido. Si el radicalismo estuviera unido tendría la chance de imponer al candidato. (Facundo) Manes sacó el 40 por ciento de los votos en Buenos Aires hace dos años atrás y podría imponerse tranquilamente a los dos candidatos del PRO. No hay radicalismo, hay radicales. Si los radicales siguen jugando a la interna, el PRO les va a poner el candidato a presidente.
—¿Qué mirada tenés sobre Javier Milei?
—Lo veo muy bien como un fenómeno de representación. La gente siente hartazgo y rabia, y Milei encarna lo que los electores sienten. Y eso le hace bien a la democracia. El problema es si gana. Tiene ideas generales, pero no tiene programa y no conocemos países que hayan aplicado sus ideas. No hay países en el mundo sin Banco Central o Ministerio de Educación, ni países que trafiquen órganos ni vendan niños. No tiene equipos, los equipos se construyen como también las alianzas.
—¿Le ves chances a Milei como para llegar al menos a una segunda vuelta?
—Tiene chances no muy altas pero no nulas. Su problema son las boletas partidarias. Tenemos un sistema electoral que te obliga a tener 110 mil fiscales y hacer movilizar a la gente para que vaya a votar. Eso hace que menos votos que se harán presentes. Pero si Milei mantiene la intensidad mucha gente va a ir a votarlo igual.
“Parecido a 2001”
—¿A este momento político del país le encontrás algún momento parecido en la historia?
—Es parecido a 2001. En ese año había un corte horizontal en la sociedad, por un lado los políticos y por otra la gente que pedía que se vayan todos. Durante 15 años la grieta nos dividió verticalmente, los que estamos de un lado y los de otro, gente y dirigentes. Lo que hacía la grieta era dividir pero estabilizar a la política. Lo que estamos viendo ahora es la dilución de esa grieta y no porque haya desaparecido o porque haya menos macristas y cristinistas. Hay un 30 por ciento del electorado que no sabemos lo que piensa, está harto y desencantado. Y Milei puede aprovechar ese descontento. La diferencia con 2001 es que esa bronca se expresó a través de los votos blancos y anulados, este año Milei puede convertirse en quien canalice esa bronca.
Más información