“ Antón, Antón,
Antón Pirulero,
cada cual, cada cual
que atienda a su juego,
y el que no lo atienda,
pagará una prenda”
La clásica canción infantil parece ser la que más aprendieron muchos políticos en su más tierna edad y que todavía la siguen jugando. Al menos ese fue el espíritu de los tres candidatos a gobernador que debatieron anoche. Cada uno atendió su juego, su estrategia o lo que vinieron a buscar. Y trataron de no cometer errores o evitar correrse un poco más allá de lo que sus asesores les marcaron . En un marco de nervisiosismo y tensión, algo más de lo común para un programa de televisión, los aspirantes a suceder a Miguel Lifschitz se fueron contentos: ninguno perdió, pero tampoco nadie sobresalió.
Omar Perotti cumplió a rajatabla sus objetivos con los que vino al debate: ratificar sus propuestas de gobierno que muestra en la campaña y no responder ninguno tipo de ataques o críticas de sus contrincantes.
Antonio Bonfatti fue de menor a mayor, retrucó las cifras sobre la inseguridad, y se fue asentando a medida que fueron pasando los ejes temáticos donde pudo dar cuenta de las políticas públicas de los gobiernos socialistas y terminó con un cierre bien arriba.
José Corral arrancó fuerte. Apeló en la presentación a su familia y sus antecedentes. Siguió con una buena performance en Seguridad y Justicia mostrando las esposas y los cuadros comparativos.
Después se fue desinflando y levantó al final con un “vamos juntos que se puede” y “por una Santa Fe mejor”. Es que intentó columpiarse entre ser agudo en las críticas pero también mostrar una imagen de ejecutividad y mesura, al estilo del mensaje de Cambiemos.
El rafaelino se dio el lujo de acomodar los ejes a su discurso propositivo con iniciativas que van desde programas de generación de empleo para jóvenes y mayores de 45 años desocupados hasta el boleto educativo gratuito. No entró en chicanas (“politiquería barata”, como dijo después que se apagaron las cámaras): ni siquiera le respondió a Bonfatti cuando éste mostró las fotos junto al precandidato a senador departamental de Venado Tuerto detenido, o cuando Corral habló del imaginado gabinete presidencial de Scioli al que apoyó Perotti en 2015. Hizo gala de su profesión, manejó los tiempos con precisión de contador y se concentró en cerrar un balance sin pérdidas. Habrá que ver si lo capitalizará en más votos dentro de una semana.
Bonfatti vino a defender las gestiones del Frente Progresista, lo hizo enumerando programas de gobierno (fundamentalmente en la salud, lo social y la educación) y una arenga final mostrando sus “manos limpias y uñas cortas”, un clásico de los candidatos del socialismo. Se lo notó algo nervioso –como también a los otros dos–, una muestra de que el debate fue el momento más incómodo de la campaña hasta ahora, según confesó uno de sus laderos políticos que lo acompañó al debate. Lifschitz hizo lo suyo desde las redes sociales, criticó las propuestas de Perotti y puso en escena las virtudes de la gestión.
Corral mostró las garras de entrada y luego se fue acomodando entre proyectos y acciones de gobierno. Intentó generar empatía mediante un ejercicio mental de pensar en que detrás de la cámara hay una persona a quien le habla. Los sonidos que anticipaban el fin de de los tiempos asignados para las exposiciones le jugaron una mala pasada: casi siempre concluyó sus alocuciones antes de que suene la última campana. Sin embargo se fue conforme con su desempeño. Fue el más ofensivo aunque tampoco arriesgó.
En definitiva, como dice la canción con la que jugábamos cuando eramos niños, cada uno atendió a su juego y ninguno buscó desmarcarse de su propio planteo. Les pesó la exposición televisiva, pese a que los tres ya habían tenido antes una experiencia similar. Cuesta creer que más adelante puedan aceptar una deliberación más abierta. Siguen al pie de la letra los consejos de sus asesores: un debate más que ganarse se puede perder si se cometen errores. Ya que pueden ser decisivos en un escenario tan abierto como el que se vislumbra para los comicios del próximo 16 de junio. Y confirmar los votos no consolidados o hacer definir a los indecisos. Esos votos serán le pongan el resultado final a la elección.