Este lunes a la 8 arriba a Ezeiza la primera partida enviada por el laboratorio AstraZeneca. Son 2,1 millones de las 22 millones que Argentina le compró y de la cual ya pagó 53 de los 89 millones de dólares. Es la más grande de las compras realizadas por el país el año pasado, seguida por las 20 millones de Sputnik al Instituto Gamaleya a un precio que es el 50% de la primera. Mientras los rusos fueron proveyendo lotes parciales pero continuos no sin dificultades, AstraZeneca recién siete meses después envía el 10% de lo comprometido, lo que explica una parte de las dificultades que la vacunación tuvo en la Argentina. Sumadas a las 2,4 millones llegadas la semana pasada, la vacunación debería dar un salto.

Los tiempos de las vacunas no concuerdan con el drama que ocurre en las salas de terapia intensiva, porque conseguir una cama es un drama en Rosario, en Villa Minetti o en Rufino, con la diferencia de que fuera de los grandes centros urbanos se viajan cientos de kilómetros en ambulancias que hacen parada en hospitales intermedios también colapsados, hasta llegar a Rosario, Santa Fe o terminar en salas UTI de las cordobesas San Francisco o Villa María.

Por primera vez desde el inicio de la pandemia, el gobernador dejó de lado la ambigüedad a la hora de extender las restricciones. Con días de anticipación se informó que finalizado el confinamiento nacional se continuaría con las restricciones previas y este sábado comunicó el decreto con detalles, en el que evitó seguir la senda del porteño Rodríguez Larreta y el cordobés Schiaretti, ambos decididos a usar la presencialidad escolar para diferenciarse de la Casa Rosada. Esta vez la línea discursiva fue clara y franca, lo que ayuda a los santafesinos a organizar su vida, así como sus medios de vida.

Más vale tarde nunca

El periodista Pablo Fornero primereó con la noticia de que el gobernador lanza su propia corriente dentro del PJ santafesino. Se llamará Hacemos Santa Fe, nombre indisolublemente ligado al Hacemos por Córdoba de Juan Schiaretti. La movida lejos está de disparar un proceso de reordenamiento dentro del PJ santafesino, pero lleva en su génesis algunas rarezas y marcas que vale la pena destacar.

La más significativa de esas rarezas es que decide a armar la clásica corriente interna después de haber evitado hacerlo a lo largo de toda su carrera política. A prima facie pareciera un cambio copernicano en la forma de construir poder y gobernabilidad con el peronismo. 

En ese sentido, marca el fin de ese modelo de gerente administrador que sobrevuela los intereses de las distintas tribus peronistas. Finalmente acepta “meter los pies en el barro”. 
La corriente perottista nace de dos necesidades: la necesidad de contener a funcionarios y jefes comunales que son de Perotti porque están en el gobierno, pero que carecen de un espacio de referencia al no militar en ninguna de las corrientes internas existentes; y la necesidad de una fuerza propia que actúe con efecto ordenador y disuasivo hacia dentro del peronismo. 

Los encargados de juntar cabezas son José Luis Freyre y Carlos Kauffman, los dos funcionarios vinculados al área de municipios y comunas. Habrá que ver si esta jugada implica la vocación de tener un referente en cada pueblo y ciudad de la provincia o simplemente posiciones tácticas donde hay un interés en especial. ¿Cómo se traducirá el perottismo en Rosario, por ejemplo, donde los peronistas que además de tener ambiciones electorales demostraron tener votos pertenecen a otras corrientes, como Roberto Sukerman o Marcelo Lewandowski?

La era pos Lifschitz

Hablando de territorio y corrientes internas, esta semana los senadores provinciales del peronismo volvieron a votar divididos. Los seis del bloque Juan Domingo Perón, en conjunto con los 7 radicales, alcanzaron la mayoría especial necesaria y rechazaron sin atenuantes los vetos del gobernador a las leyes de incompatibilidades de cargos de fiscales y defensores con el Poder Ejecutivo y la de control de gastos reservados, ambas surgidas desde la Legislatura en el pico del enfrentamiento con el ministro de Seguridad Marcelo Sain. Voces de uno y otro lado admiten que la guerra sin cuartel dañó la confianza mutua, pero confían en una vuelta de página en la relación ahora que se resolvió la situación de ambas leyes y con Sain afuera del gobierno.

Al estar firme el veto, Santa Fe se quedó sin ley de control de gastos reservados de seguridad. Esa situación no puede prolongarse en el tiempo. Es imprescindible por una cuestión de transparencia, pero también funcionarios y policías que los utilizan necesitan algún respaldo. El Ejecutivo sostuvo que la ley era muy restrictiva y ponía en riesgo las investigaciones penales. Más allá de las diferencias de opinión con la Legislatura, se recuerda que mecanismos similares, incluido el control legislativo de los fondos ya utilizados, están propuestas en el proyecto de ley de Seguridad Pública que elaboró el ex ministro Sain y el Ejecutivo envió a la Legislatura.

Donde ya se perciben cambios es en la Cámara de Diputados. Fue aquí donde, vía un acuerdo con Juntos por el Cambio y el bloque Somos Vida y Familia, el gobierno tumbó definitivamente la ley de control de gastos reservados, no así la de incompatibilidades, y se llevó un empate con sabor a victoria en razón de que el Frente Progresista no alcanzó la mayoría especial de dos tercios en una de las leyes.



Este es un dato político muy significativo derivado de la ausencia de Lifschitz. Dos meses atrás Juntos por el Cambio no se hubiese sentado a negociar por las suyas con el gobierno. La jugada del radical Julián Galdeano y los diputados del PRO que obedecen a Federico Angelini inauguró la era pos Lifschitz en la Cámara baja, donde el Frente Progresista conserva la mayoría pero de ahora en más los dos tercios son negociables. 

El interbloque del Frente Progresista en Diputados tiene como socios principales a 14 socialistas y 11 radicales al comando de Maximiliano Pullaro. Sin la figura indiscutida del ex gobernador, el relacionamiento será más paritario, pero todo indica que esa sociedad política goza de buena salud a pesar de las dudas que la sobrevolaban. Las resoluciones del congreso del PS y especialmente de la convención provincial de la UCR que se realizó el viernes fortalecieron a ese bloque legislativo.

Socios y frentistas

Así como los socialistas ratificaron su pertenencia al Frente Progresista, la UCR se desdobló para no romperse: jugará en Juntos por el Cambio a nivel nacional (senadores y diputados) siguiendo el lineamiento de la conducción nacional de ir junto con el PRO y la Coalición Cívica; y con el Frente Progresista en la elección provincial (concejales y comunas).

Esta definición partidaria fue acompañada con los clásicos salvoconductos para “militantes, dirigentes y/o sectores internos que, atento a la identificación ideológica y la historia política de la provincia, decidan participar de entendimientos con otros partidos políticos”. Es decir que es esperable que haya candidatos del sector Radicales Libres en las listas de senadores y diputados nacionales del Frente Progresista; y radicales de Cambiemos que se postulen por fuera del Frente Progresista en algunas localidades.



Los radicales de juntos por el Cambio esperaban que 2021 sea la vencida y finalmente quedarse con el sello de la UCR provincial. Perdieron esa batalla a manos de NEO (Maximiliano Pullaro y Felipe Michlig) y Radicales Libres (María Eugenia Schmuck, Leandro González, Fabián Oliver). Los primeros tienen en sus filas muchos intendentes que llegaron y gobiernan en su mayoría con la alianza Frente Progresista. Y los Radicales Libres son los principales socios de los intendentes Emilio Jatón de Santa Fe (cercano al PS) y Pablo Javkin (Creo) –ambos conviven con la frontal oposición de concejales de Juntos por el Cambio– y rechazaron el Acuerdo de Gualeguaychú que dio origen a Cambiemos en 2015.

Hay un aspecto a atender. Si sectores que tienen el control partidario optaron por sostener a la UCR en el Frente Progresista es porque no todas las expectativas de construir poder se fueron con Lifschitz. Probablemente hayan influido las conversaciones que distintos referentes radicales tuvieron los últimos días y horas con el intendente Pablo Javkin.

Javkin parece dispuesto a ocupar parte del espacio que Lifschitz dejó vacío. Retomó la idea de ensanchar el frente en la línea de centroizquierda que el ex gobernador venía trabajando. Una de las propuestas es sumar el partido que preside Rubén Giustiniani, quien en la última charla que mantuvieron sobre el tema con el ex gobernador le dijo que “lo podríamos analizar si pudiéramos confluir en un espacio plural, de centroizquierda y sin condicionamientos de participación”.

Con la convención provincial de la UCR que descartó al PRO como aliado en la provincia, y el Partido Socialista, PDP, CREO y el GEN ya definidos, se puede afirmar que el Frente Progresista sobrevive a Lifschitz.