Buenos Aires (enviados especiales). Más caliente, con más cantidad de militantes, organizaciones y periodistas, y con un movimiento que obligó a extender algunas estructuras comparado con las generales del 22 de octubre, el bunker de Unión por la Patria (UP) estaba listo para una jornada cargada de nervios y tensiones. Sobre el cierre de las urnas en todo el país, todas las incertidumbres se reducían a una sola: ¿se convertirá este domingo a la noche, en un rato, Sergio Massa en presidente o asomará un escenario político que nadie quiere imaginar en este centro de campaña?

Afuera, en la esquina de avenida Corrientes y Dorrego, frente al Complejo C de Chacarita, las filas de las organizaciones sindicales y sociales ya estaban ubicadas bien enfrente del escenario (el que se usará, eventualmente, para cerrar el acto; no el televisado del interior). Uocra y UPCN adelante de todos, en un segundo semicírculo Barrios de Pie y Movimiento Evita, un poco más atrás La Cámpora. Los espacios en los actos políticos, y más en el peronismo, hablan.

Entre los primeros puestos de choripán, que comenzaron a echar humo desde temprano, algunos vendedores de ocasión: afiches de Perón y Evita, pines de Massa, Néstor Kirchner y Cristina. Los bombos y los cánticos desde bien temprano. También llegaron grupos más chicos de militantes como para quedarse o una familia (hombre, mujer, niña, los tres en bicicleta), más bien de paso.

En el interior, la carpa de prensa estaba repleta desde temprano. Los organizadores contaron que dieron más de 500 acreditaciones y esta vez hubo mucha demanda de los medios internacionales.

Los primeros voceros de UP celebraron la buena participación de los argentinos en el balotaje, la jornada cívica en paz y pidieron "aguardar los resultados". Pero las señales no eran las mejores. El clima era bien distinto al de las generales, cuando todo era optimismo.

Dos niveles y cuatro espacios distintos

 

Aún en un mano a mano, en un balotaje que se define entre dos candidatos y flota la sensación que es a todo o nada, que no habrá un mañana para el que pierda; aún en el punto extremo que este domingo 19 de noviembre implica para la historia argentina, la comunicación política es trascendente. Ganar es todo pero hay que saber contarlo; incluso es deseable poder amortiguar los impactos de una derrota, si eso ocurriera esta noche en el el centro de campaña de Unión por la Patria.

El bunker de Sergio Massa tiene dos planos y cuatro sectores. Divide en tres a la prensa en general en una carpa montada, a la dirigencia en el interior del salón y afuera están el resto de los militantes sin pulserita. Cada uno tiene sus particularidades.

Apartado y elevado de esos tres espacios, en una sala que está en un segundo piso, esperan el candidato a presidente, su círculo íntimo y quienes participan de la campaña. Ahí se define lo que ocurrirá esta noche: quiénes serán los primeros voceros, a qué hora saldrán, cuándo hablará Massa, con qué tono, si estará solo como en las generales y con un fondo cuidado de la bandera argentina, si habrá festejo en el escenario sobre la calle.

Por avenida Corrientes al 6200, del lado de calle Leiva, ingresaron los periodistas, fotógrafos y camarógrafos. Sobre la calle cortada están los camiones de exteriores de los canales de televisión. Adentro del gazebo gigante, todas las comodidades. En un extremo una pantalla gigante que transmite lo que ocurre en el interior, una larga mesada permite apoyar notebooks, cámaras y equipos. A espaldas, varios televisores con los distintos canales nacionales, como le dicen a las señales porteñas. 

En el centro hay una barra que además de agua y gaseosas, ofrece facturas. A la noche habrá pizza. En las elecciones generales, mientras el bunker de Javier Milei en el Hotel Libertador no permitía el ingreso de quienes creían estar acreditados, incluso de trabajadores de agencias internacionales con muchos años en este tipo de coberturas, esa recepción tan distinta que ahora se repite fue un oasis. Y, quizás, un síntoma de cómo valoran uno y otro espacio político el rol de los medios de comunicación.

En el otro extremo, un pequeño set con las cámaras que apuntan a un escritorio donde se dan los primeros partes de prensa (Juliana Di Tullio y Matías Lammens fueron los primeros, a las 18.15). Los funcionarios que se sientan en ese lugar no dicen gran cosa pero sí transmiten algunas señales, claves en ese tiempo que va desde las 18 hasta las 21 que, en principio, se conocerán los primeros resultados.

Del otro lado de la carpa, por la misma avenida Corrientes pero hacia esquina Dorrego, el escenario que mira a la militancia. Desde temprano, llegaron los bombos, las murgas y las banderas de la militancia orgánica, tanto sindical como de organizaciones sociales.

Entre esos dos sectores, adentro del Complejo C Art Media que abrió sus puertas en 2019 para recitales, festivales, feria y todo tipo de eventos culturales, están los dirigentes de Unión por la Patria. Pero ese adentro tampoco es homogéneo. En la “Nave Central” está el escenario principal y el público selecto que entra por calle Dorrego, a la vuelta de los periodistas.

Ellos responden al pedido de no llevar banderas partidarias sino, como mucho, la celeste y blanca para generar una imagen homogénea, limpia, clara: la unidad nacional. El humo del chori, la marcha peronista, los bombos, el amor incondicional a Cristina, “los soldados de Perón”; todo eso está presente pero queda en el exterior, en la periferia del naciente massismo.

Quienes piensan y definen esos detalles están junto a Massa en un piso superior del Complejo C. “Está en un lugar reservado para él y su círculo íntimo”, contaron los organizadores a Rosario3. Ahí arriba se cocinan y se bajan las decisiones. “Massa ordenó al peronismo”, celebran los propios. “¡Así funciona la casta!”, acusaría un libertario, aunque la lógica de Milei es la misma y ocupa una habitación en el piso 21 del hotel mientras los dirigentes copan el lobby y los fans esperan afuera, sobre la calle.

En esa dinámica del poder no hay grieta, cambian los nombres y colores, las formas y los gestos, pero las pirámides jerárquicas se replican. Es el contenido político, los tipos de liderazgos y el horizonte de sociedad que proponen, más o menos humanista, más o menos inclusiva, lo que está en pugna este domingo; lo que no es poco.