¿Cuántos pacientes covid deberán morir para asumir que confrontar con los consejos médicos no es la mejor estrategia? El mundo nuevo, como serpiente, se cambia la piel después de que el virus demuele sueños y planes. ¿Cómo insistir caminar sobre una vereda llena de escombros? A los médicos los llaman militantes del encierro, a los que Gobiernan (en cualquier lugar del mundo) promotores de "regímenes sanitarios". El planeta discute entre el desafío de vivir como lo hacíamos y quienes enfrentan el nuevo tiempo con tabla para surfear las olas. Nada resulta fácil. Pero la banda insiste con ir a buscar las cachetadas. Con las botas puestas morir (si acaso toca eso) sin resignar un viajecito o un asado con los muchachos.

El viernes en Rosario se estableció un encuentro tregua. Alberto Fernandez, Omar Perotti y Pablo Javkin tiraron cartas distintas en medio del pantano. Al presidente le conmovíó la situación médica de Miguel Lifschitz (peleando con el covid en terapia intensiva y respirador) y no escondió el impacto. Con voz quebrada e inspirado por un oportuno Javkin, tomó la cita de Litto Nebbia para plantar una bandera rosarina en medio de tantas muertes: “Tanta pena, tanta herida, solo se trata de vivir”. Guiños y señales. No todo tendría que ser tan tenso. ¿Es tan difícil acordar en Argentina?

El lenguaje de las trincheras de la grieta y sus fanáticas y corruptas acciones hicieron tanto daño como el covid. Tal vez el corazón siga latiendo pero hay exclusión, pobreza, desánimo, angustia (otras de las formas de la muerte). Lesiona, corrompe jueces, instituciones, documentación científica, datos, todo lo posible. La grieta se mete en redes, entre trolls y militancia boba, encuestas e incluso años de conocimiento en derecho y medicina. Porque no importa la verdad en esta batalla, sino ganar la guerra. Un juez es capaz de ir contra el Derecho o un médico contra la propia medicina.



No hay espacio para la mugre, dice unos de los integrantes del tríptico que el viernes acordó la distribución de fondos para obras públicas en Santa Fe. El tiempo del acuerdo es posible, insiste otro. Fernández quiso bandera blanca y cariño “provinciano” después que los porteños se rebelaran (con jueces y todo) en una ciudad a punto de estallar.

Alguna vez Néstor Kirchner se encandiló con Lifschitz, al que recibía en su oficina de gestión paralela cuando Cristina había asumido en 2007. O Randazzo tentando a Bonfatti a una formula presidencial. Ni hablar de Javkin con vínculos directos con algunos de los teléfonos en las oficinas de Alberto Fernández. La buena vibra de sectores del Kirchnerismo moderado con el Progresismo de Santa Fe fue inocultable a pesar de los chispazos en tiempos de narcoguerra: “Ladrones de banderas justas”, definió una importante dirigente socialista tiempo atrás a los K explicando el por qué del apoyo legislativo en las votaciones de las leyes. A pesar de la náusea del insulto inolvidable o la apilada de corrupción que ostentaron muchos de sus funcionarios.

La vida es finita finita. El estrés del Ministro Meoni en medio de agenda cargada y ganas de volver a casa terminó con la idea romántica de funcionario sin chofer. Se murió en la ruta horas después de una larga jornada de trabajo. ¿Accidente? La vida es una bomba de tiempo. Está claro que nunca se sabe cuándo uno enciende la mecha. La política y sus actores están en un volcán de culpa. Exagerar los esfuerzos físicos es parte del ritual de esa presión que clama desde hace años por el “que se vayan todos”. El dirigente laburante, honesto y esforzado pagará por esos chantas que caminan flotando a centímetros del piso y enjabonados de jazmines para que todo les resbale.



Es urgente el acuerdo y la tregua. Los sicarios de la mugre podrían descansar un rato. Elisa Carrio acusó a Espert y Milei de asociarse a los Servicios de Inteligencia para confundir a quienes piensan distinto a Fernández. Ellos a Carrió de ser una becada de 30 años por la burocracia estatal. Un barro aplaudido por la monada nacional y popular. Total Macri y Cristina flotan. Cada uno con sus fanáticas hinchadas. Pero en estas tierras ya hay pacientes de 30 años peleando por su vida después de haber subestimado al covid y médicos y enfermeros enloquecidos por el estrés de no poder parar. Hay un mundo de intereses egoístas y mezquinos dispuestos a ir por todo a cambio de puntear una elección de medio tiempo.

Litto Nebbia como excusa de un encuentro político o apenarse por los caídos en esta guerra no alcanza. Habrá que arremangarse y acordar. Tragar ese veneno tan adictivo que viciosamente consume la política argentina: el odio que se le tiene al que piensa distinto.