A 150 metros de la subcomisaría 21ª, ubicada en Ayala Gauna al 7900, en la noche del 14 de octubre, una dupla que iba a pie baleó a Franco Lautaro Guassardo (22) y a David Germán D. (28), dos amigos que habían salido de una barbería ubicada en barrio 7 de Septiembre.
Guassardo agonizó una semana en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), previo paso por el Alberdi, y murió producto de un balazo en la cabeza. Su muerte trascendió una semana después.
David D., en tanto, ya se encuentra fuera de peligro, tras sufrir un impacto en la espalda y otro en un brazo. Pero la violencia estaba lejos de cesar. El 17 de octubre, mientras se recuperaba, un grupo armado que iba en una camioneta atentó a tiros contra la casa de su familia, ubicada a cinco cuadras de la escena del ataque, en Palo Borracho al 7900.
La casa de Palo Borracho ya cargada con broncas anteriores, según registros policiales. El 18 de mayo de 2021, desde un auto que según testigos era un Peugeot 307, le metieron 12 tiros, recordó un investigador. Después de ese ataque, en la misma recorrida, los agresores hicieron tiro al blanco sobre otro domicilio de Pujato al 8000, al norte de avenida Jorge Newbery.
Nada parece cambiar en el 7 de Septiembre, donde la paz está jaqueada por bandas antagónicas que se disputan el territorio, o por el ir y venir de venganzas que se retroalimenta con cada hecho violento. Este miércoles por la noche, otra vez las balas sobresaltaron al vecindario. El blanco fue un mural de Newell's ubicado en Ayala Gauna y Colombres, acaso una declaración de guerra.
Incluso, después de uno de los hitos más violentos del barrio, que generó una movilización a la sub 21ª y promesas de más patrullaje y prevención con el desembarco de fuerzas federales: el doble crimen de Ezequiel “Pulga” Canteros y Lautaro “Laucha” Gómez, del 30 de mayo de 2021, cometido en una plaza de Martínez de Estrada al 7800.
Las víctimas eran dos amigos que se habían juntado a tomar una cerveza y, de un momento a otro, un gatillero desquiciado en una Honda Tornado decidió matarlos, tal vez para sembrar terror o por confundirlos con soldaditos. Matías “Carni” A., el tercero de los amigos baleados, sobrevivió.
“Lo que hay en el barrio es una disputa de narcos. Lo que se comenta es que están enfrentadas dos o tres bandas y quieren bajar al capo de una. Como no lo pueden bajar, la orden es que «grupito que ven juntado en el barrio es boleta»”, explicaron en off vecinos.
Una situación que pasó a mayores, según coinciden varios residentes, desde mayo de 2019 cuando fue detenido el ex barra de Rosario Central, Gustavo “Toro” Martinotti, hombre de peso en el barrio con causas pendientes en la Justicia federal por tráfico de estupefacientes. La salida de circulación del Toro dejó tierra fértil para que otras facciones reclamen un espacio con cada vez más ferocidad, aseguran.