La Justicia provincial dio a conocer en el mediodía de este martes el veredicto por la osada fuga ocurrida en la cárcel de Piñero el 27 de junio de 2021, cuando un grupo armado irrumpió a los tiros, cortó el tejido perimetral con una amoladora y facilitó la evasión de ocho reclusos, entre ellos, del condenado narcotraficante Claudio Javier “Morocho” Mansilla.
El tribunal integrado por los jueces Fernando Sosa, Silvana Lamas González e Ismael Manfrin condenó a los presos Mansilla, Sergio “Mono” Cañete, Joel Rojas, Ezequiel Romero, Antonio Schmittlein, Alejandro Andrés Candia, Daniel David Piscione y Martín Alejandro Cartelli– y a los tres hampones que facilitaron la huida: Franco Canteros, Rodrigo Gramajo y Elisa Álvarez.
De acuerdo a los datos ventilados en sala 10, Gramajo recibió 18 años de prisión, Cañete 17 años (pena unificada en 36 años), Canteros 16 años, Rojas 15 años (pena unificada en 20 años) y Álvarez 12 años. De esos condenados, Cañete y Rojas fueron los “cerebros” del plan de fuga y estuvieron más complicados que el resto de los evadidos porque al momento de sus recapturas tenían tres armas de fuego. Los otros tres fueron quienes irrumpieron en Piñero a los tiros.
En tanto, los reclusos Claudio Mansilla, Alejandro Candia, Alejandro Cartelli, Daniel Piscione y Antonio Schmittlein recibieron 9 años de cárcel. En el caso de Schmittlein, se le unificó el monto de sentencia en 22 años. Por su parte, al interno Ezequiel Romero le dieron 8 años y 10 meses (pena unificada en 16 años y 4 meses).
Si bien el tribunal indicó una unificación de pena de 21 años para “Morocho” Mansilla –actualmente alojado en Ezeiza–, ese preso también tiene una condena a 12 años por narcotráfico y otra a perpetua por dos homicidios, aunque esas últimas resoluciones todavía no están firmes.
Antes de la lectura del veredicto, Antonio Schmittlein insistió en pedir la palabra para decir que en la cárcel de Coronda estaban “verdugueados”, en alto perfil, sin bañarse y sin ropa, situación que demoró unos segundos la resolución de primera instancia.
De acuerdo a la teoría del fiscal Franco Carbone, a cargo de la investigación, Cañete y Rojas fueron los cerebros del plan, quienes buscaron un grupo armado que pudiera cortar los alambrados perimetrales y tirotearse con los gariteros, que hasta entonces tenían un precario sistema de conexión entre los puntos de vigilancia. No obstante, el propósito era conseguir la evasión de Mansilla, que por entonces estaba por ser juzgado por un doble crimen ocurrido en Villa Banana, por el que posteriormente recibió 25 años de prisión.
Cañete, ya era conocido en las crónicas policiales locales por haber sido condenado como un hábil hampón de bancos que en 2015 perpetró asaltos tipo golpe comando con disfraces. En la fuga de esos robos, generalmente, arrojaba miguelitos junto con sus cómplices para provocar pinchaduras en los móviles policiales que lo seguían. Casualmente, una situación parecida es la que se puso en marcha en Piñero, cuando entraron disparando varios delincuentes que llevaban puestas máscaras de monos y que al irse de la escena tiraron miguelitos, lo que provocó daños en patrulleros.
Al momento de entrar al predio penitenciario, los delincuentes avanzaron disparando con armas largas mientras Walter Ezequiel Soraire, un joven con consumo problemático de drogas, cortaba el tejido. Soraire fue el único que falleció en el tiroteo con los gariteros. “Mandaron a un pibe en estado de consumo permanente a poner la cabeza con una amoladora y mostramos, y se puede ver, cómo el grupo de internos lo pasa por arriba. Lo saltan para evadirse del penal”, resaltó el fiscal Carbone.
El fiscal explicó que la evasión “estuvo bien planificada. Fue el mayor golpe de la historia al Servicio Penitenciario. Hizo cambiar para siempre la lógica de los penales, los protocolos, la infraestructura”.