2020: el año de las distancias y el encierro, de andar con máscaras en la cara (y que no te pidan DNI por eso), de subir por la puerta trasera del colectivo (y que no te bajen), de vivir cada dos semanas (entre filminas y conferencias de prensa).

El año de los aplausos (y los silencios) de las nueve, de las marcas en la vereda (“párese acá”) y de los tutoriales para lavarse bien las manos (sin contar los barbijos confeccionados con la taza de un corpiño).

El año del bicho, de la pandemia, del enemigo que no se ve pero amenaza en la otredad.

Un año de "m", de muerte. Un año en el que nos abrazamos con los codos, recordamos las anécdotas, el póster, las frases, el gol de la “mano de Dios” y el Guernica “ordenado”, y lloramos Dieguitos y Mafaldas.

Ya que es tanto lío cambiar las estructuras… ¿No se podrá por lo menos darles una pintadita? ¿O ni eso?"

Primero fue la muerte de Quino –de Joaquín Salvador Lavado Tejón, por su nombre completo–, el 30 de septiembre.

El humorista gráfico trazó pilas de viñetas. Y las tiras de Mafalda le reportaron un lugar en la parte indeleble de la memoria colectiva.

Las historias de esta nena de seis años que odiaba la sopa y tenía una tortuga llamada Burocracia se publicaron entre 1964 y 1973. La primera, en septiembre, y la última, en junio.

Según cuentan la biografías, a Quino le llevó tres años tomar la decisión. Pero después casi una década de pasar cinco horas diarias dibujando a la niña que interpelaba al mundo, despidió a su personaje.

Para esa época –y también después–, las tiras se leían en francés, japonés, inglés, griego, búlgaro, chino y gallego, entre otras traducciones. 

Como siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante"

Sagaz e ingeniosa –transversal, se diría en estos tiempos– sorteó la coyuntura sociopolítica para trascender desde el texto crítico (en los globos) hasta la remera de cuatro cifras.

Casi dos meses después, el 25 de noviembre el silencio paralizó la Redacción de Rosario3. El deceso se había confirmado pero el conducto carpiano estaba impedido por el estupor: Diego era inmortal. 

Pasado el entumecimiento, el título que nadie quería escribir rebotaba en todas partes: murió Maradona.

Entonces, enhebramos historias propias, ajenas y otras de dudosa veracidad para que ese final tan humano no acabara con la mística del ídolo.

Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”

Las fotos, el barrilete cósmico, Dios, los altares, las contradicciones, el “entorno” y la certeza de que aún a aquello que viene “de otra galaxia” lo alcanza el destino.

Otra la vez la “m” de muerte, de miércoles y mierda mezclaba su podredumbre con el Aspo, el Dispo, la covid y los nombres propios de cada ser querido a quienes por coronavirus, tristeza, silencios y “comorbilidades” se les apagó el corazón este 2020.

Fue la mano de Dios"

Tanto Diego como Mafalda se escaparon del cuadro para asumir en la carnadura y el imaginario de las personas las más variopintas sensibilidades y proyecciones.

Y no es el único empate: tallaron su reconocimiento (acá y afuera) en más o menos diez años: Quino entre los 60' y 70', y Diego, entre los 80' y 90'. Y ahí se quedaron, como un tatuaje emotivo de casi medio siglo.

A su manera, en la cancha y con la tinta, Diego y Mafalda desafiaron al poder. Por un lado, un pibe de una villa que obtuvo reconocimiento planetario con esas dos condiciones que no se pueden comprar ni editar: el talento y el potrero.

Y por otro, una niña que reclamaba por la paz y la equidad planetarias, consciente desde la primera infancia que unas pocas personas dirimen la vida de millones.

Hasta dónde hubiera llegado la genialidad con la pelota de El Diez o cuál hubiera sido la mirada de Mafalda más allá de esa década es contrafáctico. Tanto el jugador como el personaje se construyeron en los tiempos de la televisión con menos de diez canales y la radio en la cocina.

Sin embargo, todas esas apropiaciones generacionales y resignificaciones que concurren a diario en plataformas y redes sociales de algún modo se encontraron en el funeral de Diego, en la despedida mancada por protocolo en este año de m. De Maradonas y Mafaldas.

Las ausencias


Rosario Bléfari, Omar Pogonza, Fernando de la Riestra, Marcos Mundstock, Adrián Cionco, Chocolate Fogo, Gabo Ferro, Pino Solanas, Claudio Garbolino, Patricia Larguía, Micael Genre Bert, Hugo Arana, Jacobo Langsner…