El miércoles pasado atardeció en medio de inquietudes revoltosas en el túnel 4 del Centro Cultural Parque España. Allí tuvo lugar la tercera edición de “Revueltas. Conversaciones que van para donde quieren”, ciclo organizado en forma conjunta por la Municipalidad de Rosario, a través de las secretarías de Género y Derechos Humanos y Cultura y Educación (en esta oportunidad contó con el acompañamiento del Ente Turístico Rosario).

La protagonista fue la filósofa y epistemóloga Esther Díaz, quien mantuvo un intenso diálogo con la periodista y guionista Morena Pardo, y le puso su inigualable toque punk a la charla, bajo el prometedor título El deseo mueve a la lengua.


“El deseo mueve a la lengua —afirmó — y cuando la lengua se mueve también moviliza al deseo, se retroalimentan”, fue la primera reflexión de la doctora en filosofía, epistemóloga y académica. Díaz tiene un modo encantador de expresar lo complejo y es una valiente pensadora porque arriesga todo a la hora de compartir sus saberes.

Distante de posturas rígidas y acartonadas, despertó la risa y provocó. A su inmenso bagaje cultural lo depositó, llano y accesible, entre quienes la escuchaban y lo matizó de experiencias propias (para conocerla mejor, se recomienda ver “Mujer nómade”, documental de Martín Farina).

Esther Díaz puso el cuerpo al reflexionar sobre el cuerpo. “A pesar del feminismo, el de la mujer sigue siendo un cuerpo del orden de lo prohibido, de la bruja y de lo que hay que tapar”, expresó.

Mano a mano con Pardo, fueron tejiendo el vínculo existente entre el deseo y la corporalidad, que es lengua (física e instrumento del lenguaje) y de allí, fueron a la implicancia de la palabra y al discurso que puede o no encarnarse. Todo, encadenado a la perspectiva de género, al lugar de la mujer en el mundo a través de una historia plagada de discriminación y vulneración de derechos.

Al final de la charla, la intervención de una mujer del público, revolvió aún más las ideas, al traer la Inteligencia Artificial (AI) al debate. ¿Dónde queda el cuerpo cuando la digitalización irrumpe en la vida con elevadas pretensiones de intromisión, despersonalizando la información? ¿Qué pasa con el deseo? ¿Qué sucede con la sexualidad cuando hay tecnología de por medio?

Díaz no le escapó al tema del momento. Primero, advirtió en cuanto a su postura como filósofa: “Hegel solía decir que la filosofía levanta el vuelo al caer el día, y se refería a la diosa Minerva (diosa romana de la sabiduría) que tiene un búho encima, porque -explicó- la filosofía no es sabiduría, es amor a la sabiduría. Entonces ¿por qué levanta vuelo al caer el día? Porque la filosofía no es futurología. No vemos el futuro, podemos hacer un diagnóstico, pero no un pronóstico, no somos adivinos”, remarcó como preámbulo.

Fotos del Parque España @ccpe.rosario

Luego, lejos de una mirada apocalíptica sobre el avance de la IA, aseguró: “Ya hay modificaciones en el cuerpo a raíz de la tecnología”. En ese sentido, se refirió a la sexualidad: “La gente con determinada edad ya tiene un hábito determinado respecto de cómo practicar sexo, pero sobre todo la gente joven o muy joven comenzó sus primeras experiencias sexuales autoeróticas, por ejemplo, el año que estuvimos en pandemia sin tocarnos. ¿Y qué produjo? Sexólogos y sexólogas me han traspasado esto”, dijo y continuó: “Mucha gente hace sexting a través de la tecnología al punto que cuando están frente a un cuerpo concreto no se calientan. Hoy en día no nos da vergüenza decir «estoy de novia con una persona de Europa hace tres meses» y no se vieron nunca”, exclamó.

“Entonces, lo que ocurre es que el cuerpo se adapta a estas tecnologías. Tampoco yo quiero ser tremendista, pero ocurre eso, a lo mejor no es lo peor que pueda ocurrir, pero a nosotros que estamos acostumbrados a las relaciones entre los cuerpos nos parece un poco terrible que el deseo ya no pase por el cuerpo, sino por la mediatización de los medios, valga la redundancia, de los medios de comunicación masiva en este caso”, manifestó.

A continuación, expuso la escena post pandémica de un microcentro porteño con oficinas vacías a las que ya no acude gente a trabajar. Son empleados y empleadas que ahora desempeñan sus funciones “en camisón”, desde sus casas. “Ya tenemos modificaciones reales, no solamente en el sexo, sino en el trabajo y en la vida cotidiana y creo que, así como lo hicimos con tantas otras cosas, nos vamos a acostumbrar también a esta tecnología”, consideró sobre la AI.

“Como cualquier novedad fuerte como es esta, asusta, da miedo, pero yo creo lo que dijeron los griegos 2500 años antes de Cristo: «qué cosa tremenda es el ser humano, a los desafíos más grandes es capaz de aceptarlos y de redoblarlos». Es la única criatura en el mundo que conocemos capaz de seguir superándose, a veces para bien, a veces para mal”, señaló y pidió “bajar la ansiedad”.

Esther Díaz, una luz al final del túnel.