La empresa que publicita en Instagram enfermeros a domicilio para realizar el hisopado -que permitirá saber si el paciente tiene o no covid- se sumerge a un mundo de aplausos y abucheos. Lo hace porque las herramientas del Estado son escasas, las obras sociales no dan abasto y porque la duda de ser positivo no es siempre saciada por prescripción médica. El costo es alto, la incertidumbre también. Las dependencias del Estado están sobre demandadas y allí aparece el vendedor del agua, en pleno desierto rosarino.

Ver la publicidad es ofensivo. Una obscenidad. La duda la tenemos todos, pero los cuidados no. Ese papel con el resultado se viste de salvoconducto  para la movilidad sin culpa por los  escenarios restringidos. ¿Somos un dolor de cabeza? ¿O somos el dolor de cabeza?

“Se venden mínimo 5 bidones de 5 litros a 4100 pesos cada uno”, me dijo la vendedora que pedía 20 mil pesos. Era el 8 de abril, 20 días después de iniciado el Aspo (aislamiento social preventivo y obligatorio) cuando me ofrecieron comprar una oferta de alcohol en gel (se había agotado en los comercios). Un delirio pandémico. Y así, se apilan innumerables situaciones en las que el mercado se frota las manos por nuevas oportunidades.

En Rosario, el Colegio de Bioquímicos publicó en su web el listado de los 12 laboratorios habilitados para realizar el análisis de Sars Cov2 para covid19.  Bajo rigurosos protocolos de análisis se deben cargar sus resultados en el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino. No es un resultado reservado. Es una infección de denuncia obligatoria y por eso los profesionales médicos están obligados a completar la ficha epidemiológica.  “Es reservado el resultado?”, pregunté. “Por supuesto”,  me dijo la interlocutora del call center. Tal vez confundida por el ansia de “vender”.

El marketing de la empresa también ofreció el 18 de marzo un sorteo de un termómetro infrarrojo: “un regalo acorde a las circunstancias”.  La publicación publicitaria que ayer apareció en las redes ofrece hisopados a domicilios que luego envían, según la interlocutora, a un laboratorio que no está incluido entre los habilitados para certificar los resultados. Tal vez el vértigo y la confusión del momento nos lleve a todos a un pantano de pifies.

Desmesuradamente.