Camas críticas. Cuántas hay, cuántas quedan. La multiplicación de contagios y muertos por coronavirus en Rosario puso, hace varias semanas atrás, la atención de casos graves en el centro del escenario. Los protagonistas, sin embargo, son pacientes muy enfermos que dependen de la tecnología aplicada a la medicina para sobrevivir. Rosario3 quiso acercarse y evidenciar lo que implica la tan mencionada “ocupación de camas críticas”.
La imagen es de alto impacto. Tanto, que las palabras no alcanzan o sobran. Una de las 4 salas de Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del sanatorio Parque revela el costado más cruel de la pandemia. Quien sufrió una estadía en terapia intensiva o tuvo a algún familiar en esta dolorosa instancia puede imaginarlo.
Hay algunas diferencias en lo que respecta a la atención de pacientes con covid-19: la alta contagiosidad del virus que padecen no les permiten ser visitados y su atención médica también requiere de distanciamiento y cuidados extremos que radicalizan esa especie de burbuja en la que deben transitar su enfermedad.
La pandemia ha sido y seguirá siendo contada desde muchos lugares. Todos tienen su grado de dramatismo, porque también duelen las palabras y las fotos que cuentan sobre los dolores de los positivos leves, el miedo de los que por ahora se salvaron, los desempleados, los explotados, los aislados, la ausencia de solidaridad , los niños sin juegos con otros niños, los trabajadores de la salud agotados, el desamparo que expone a los más pobres, los que no tienen idea de lo que les deparará el mañana.
La realidad de los enfermos más graves es la más cruda pero al mismo tiempo, la más impensada por los que gozan de salud. Cuesta reconocer que sea el mismo virus: ése que se disfraza de gripe en algunos cuerpos es el mismo que destruye otros.
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