Yeny Delgado, directora de la Orquesta Sinfónica de Salta, habló con Desde la Redacción, el podcast de Rosario3, sobre la escasa visibilidad que tienen sus colegas mujeres y reveló que recién se enteró de la falta de paridad en la direccón orquestal cuando salió de su Cuba natal por primera vez. “Hay profesionales de gran carrera que no tienen oportunidades”, asevera.
Licenciada con Título de Oro por la Universidad de las Artes de la Habana, la Maestra –como la llaman las y los instrumentistas que ha dirigido– integra el movimiento internacional Women Conductors, conformado por directoras orquestales y corales, y compositoras.
Formada en violín, piano y coro, afirmó que “la orquesta es un instrumento complejo” y que “la obra de arte solo funciona como tal en un espacio de tiempo sonoro”. Asimismo, cuestionó la tradición europeísta como única instancia de aprendizaje musical y reclamó una mayor inclusión del repertorio latinoamericano.
Yeny Delgado es, además, una de las pocas mujeres en un "cargo" con abrumadora supremacía masculina “no porque no haya mujeres, sino porque nos han invisibilizado”, aclara.
El pasado 13 de julio se celebró el Día Internacional del Director de Orquesta, un camino que Yeny comenzó a transitar “de muy niña” en un coro cercano a su casa de Matanzas. Luego, ingresó al Conservatorio de Arte de la citada ciudad –bautizada como “la Atenas de Cuba"– donde estudió piano y violín.
“Fue algo maravilloso porque el primer instrumento que todos tenemos a mano es la voz”, destaca la entrevistada. "También está el hecho de haber tenido un encuentro con dos instrumentos tan importantes como el violín y el piano. El primero, por la afinación y porque es un instrumento de cuerdas. El mayor porcentaje de instrumentos de una orquesta sinfónica es de cuerdas. El piano, a diferencia del violín que solamente tiene un rango, tiene una sonoridad más general”.
Su formación continuó en la Escuela Nacional de Arte de La Habana y en Instituto Superior de la Universidad de las Artes, donde obtuvo su licenciatura en dirección orquestal.
A la par de los instrumentos, Delgado valora a las personas con las que se cruzó: “Mis maestros integraban la orquesta sinfónica. Entonces, muchas veces iba a los conciertos. Vi muchos ensayos. Una figura esencial en mi interés y elección por la carrera fue la Maestra Elena Herrera (por entonces directora de la Orquesta de Matanzas). Ella me dio su apoyo y me impulsó”.
—A la hora de elegir una partitura para trabajar, ¿preferís alguna época, compositor o compositora?
—Es bastante complejo de decir porque no es por compositor o compositora. Sí es cierto que hay algunos que me llegan más por el hecho de que mi formación musical estuvo muy entrelazada a la antigua Unión Soviética y a la Alemania comunista. Compositores como Tchaikovsky, Rajmáninov, Prokófiev. También Mahler, Mozart, Beethoven. Pero creo que tiene que ver mucho con la sensibilidad humana. Me me reflejo mucho con los compositores del Romanticismo. También aprendí mucho acá, en la Argentina, a valorar y abordar el repertorio de la música del SXX y la música latinoamericana, que creo que es algo que todos los profesionales que tenemos este origen necesitamos impulsar: el conocimiento de nuestro patrimonio cultural.
Consultada sobre la formación europeísta y occidental predominante, Yeny indica: "Me llama la atención que exista tan poco conocimiento de nuestra música y que nosotros dediquemos demasiado tiempo a la música de otro entorno de lo cual siempre vamos a ser aprendices. Nuestra música es propia y, por lo tanto, siempre vamos a ser los mejores intérpretes”.
“Por supuesto que la técnica y evolución de los instrumentos que conocemos y que conforman una orquesta vienen de ahí (por Europa). Por ejemplo, todo el repertorio violinístico alcanzó el mayor esplendor y virtuosismo en Paganini. Asimismo, está la evolución de todos los instrumentos de viento desde el Barroco hasta la actualidad. Pienso que es necesario un conocimiento del repertorio que llamamos «académico». Es una formación obligatoria y un deber para un instrumentista que quiere llegar a un alto grado de excelencia. Pero hay que tratar también, a quien le interese, de ir un poco más en el estudio y la interpretación de obras latinoamericanas”, continúa.
–Al momento de transmitir esa construcción sonora que supone una partitura y que está en tu cabeza, ¿qué es lo más difícil?
—Son varias etapas que hay que pasar. En principio, el director antes que nada es un comunicador y el instrumento del director es la orquesta. Pero es un instrumento muy complejo que tiene varias familias que la integran como los instrumentos de cuerda, viento, madera, percusión. Yo disfruto mucho la etapa del estudio, de cada ensayo. La obra está escrita en un libro que se llama partitura, pero en sí, esa no es la obra, porque la obra de arte solamente funciona en un espacio de tiempo sonoro y siempre va a escucharse de una manera diferente. Ese cómo se escucha es el trabajo del director. Esto tiene mucho que ver con un trabajo de mesa, de entender la búsqueda del compositor que, a veces, las líneas de una partitura no alcanzan a describir. Mahler, por ejemplo, era un gran director de orquesta y sabía que había muchas cosas en la partitura que, de no aclararse, se podrían abordar de formas distintas. En ese sentido, Mahler, como director era un compositor obsesivo.
Y continúa: “El estudio de la partitura es muy importante para el director porque es el concepto musical que va a abordar y va a proponer a la orquesta que está integrada por grandes profesionales que, a su vez, tienen un concepto de cómo hacer esa obra. El director tiene que convencer con su propuesta para conseguir, entonces, esa interpretación. Si este vínculo no se da, es muy difícil que el director consiga la versión interpretativa que se había propuesto”.
“Finalmente –añade– también hay algo que fluye o no durante los ensayos. Cada orquesta tiene sus particularidades y por eso podemos escuchar diferentes versiones de una misma obra que nos lleve a diferentes estados de ánimo. A mí me gusta tener más bien una propuesta de trabajo con ideas sólidas, pero también permitir la flexibilidad de escuchar una propuesta musical que venga de la orquesta y que pueda llegar a complementar la mía o, incluso, superarla (...) Me parece que lo más atractivo del trabajo de director de orquesta es no pensar que te lo sabes todo, sino que los músicos puedan aprender de vos y a la vez que vos puedas aprender. Creo que es algo que, cuando se da, es sublime”.
—¿Cuál es la situación de las mujeres en la dirección de orquesta, cuáles han sido los prejuicios que tuviste que enfrentar y cuáles persisten?
—Es algo bastante complejo de resumir. Cuando elegí estudiar la carrera nunca pensé que fuera algo complicado ni paradójico porque, precisamente, la persona que me motivó a estudiar fue una directora (Elena Herrera). En la cátedra de Dirección de orquesta, en Cuba, éramos más integrantes mujeres que varones. Así que no era una rareza. Pero cuando tuve la oportunidad de viajar por primera vez fuera de Cuba empecé a percibir cómo el hecho de yo ser mujer y ser directora era algo llamativo. Creo que esto tiene que ver con una cuestión histórica que tuvo la mujer en el paso del tiempo: siempre llegó tarde a diferentes puestos de liderazgo. Además, los libros de historia de la música que conocemos fueron escritos por hombres. Entonces, el conocimiento que había y el interés de reflejar también la historia era muy parcializado.
Delgado integra Women Conductors, un movimiento de directoras corales, orquestales y compositoras fundado con el propósito de “crear un espacio permanente de reflexión sobre el desempeño de la mujer en la música, así como promover e implementar mecanismos para eliminar la discriminación y las injusticias históricas” Desde su fundación, en 2016, la organización realizó tres simposios y en los planes está concretar un cuarto próximamente.
“Felizmente, el panorama es bien distinto respecto a años anteriores en los que había un gran desconocimiento. Se decía que «no había» directoras de orquesta. Cuando hacés una búsqueda en Google, en la lista de (los primeros diez) no figura el nombre de una mujer. Para encontrarlas tienes que poner «directoras». Entonces, podemos encontrar a Ligia Amadio (fundadora de Women Conductors), Érika Hindrikson, Vania Pajares... Es un gran sueño que algún día no haya que hablar de un espacio para la mujer directora, sino que sea algo natural, que directoras y directores seamos invitados. Hay profesionales de gran carrera a las que todavía les cuesta tener la misma oportunidad y participación dentro de las programaciones de las orquestas regulares en el país y fuera de la Argentina. Así que ojalá deje de ser novedad algún día.
–¿Qué ocurre con las compositoras?
–Eso también es parte de la deuda que tenemos con la historia de la mujer en el arte. Si bien es cierto que la inserción de la mujer en la carrera de Dirección de orquesta no ha sido visibilizada, la de las compositoras es aún menor (…) Muchas veces escuché comentarios de colegas que decían es que no las había o que «hay poco». Me di cuenta de que lo que no hay es un estudio, conocimiento e interés profundos en el tema porque, cuando empiezas a revisar la historia de la música, desde el Barroco hasta la actualidad, hay un diccionario bastante extenso de mujeres compositoras de una gran obra. Muchas veces, los únicos espacios en las orquestas destinados a obras de mujeres compositoras terminan siendo un concierto al año que, la mayoría de las veces, es en el Día internacional de la mujer y el resto del año, nada. Me parece una falta muy grande para la cantidad de años y de tradición histórica donde no se hizo.
Sobre el podcast
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