El registro de bajo combinado con la ironía hicieron que Marcos Mundstock se convirtiera en una de las marcas registradas del grupo musical humorístico Les Luthiers. El actor, locutor, redactor publicitario y humorista falleció en la mañana de este miércoles, a los 77 años, luego de batallar contra un enfermedad que le detectaron en 2019.
“Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, nuestro compañero y amigo finalmente partió”, asegura el comunicado oficial difundido po el grupo.
Comunicado importante: Marcos Mundstock pic.twitter.com/f7xNOjeK7G
— Les Luthiers (@LesLuthiers_Arg) April 22, 2020
La historia de los Mundstock es una de más de los miles de inmigrantes que llegaron a la Argentina en el período de entreguerras. Su padre, de origen judío asquenazi y de oficio de relojero, llegó en 1930 al puerto de Rosario procedente de la ciudad de Rava Ruska (por entonces bajo la órbita polaca)
Unos años antes había venido su mamá, quien se instaló en Santa Fe. Un conocido los puso en contacto y se casaron en Rosario, donde nació su hermana. Años después volvieron a Santa Fe, y allí nació Marcos, un 25 de mayo del año 1942.
Se fue un grande, murió Marcos Mundstock , gracias por tantas risas ,que en paz descanses Marquitos.
— mengano (@Menganocat) April 22, 2020
seguramente ya estarás con Daniel haciendo reír a los de arriba pic.twitter.com/Tlb8L9jo6M
La historia cuenta que fue a orillas del Paraná donde el pequeño Marcos hizo su primer chiste. Por la calle pasaba un camión cuyo destino era una curtiembre y le comentó a su hermana: “Ahí llevan a los cueros para fabricar vacas”.
Luego, a fines de los 40 se mudó a Buenos Aires. Su primer registro de música en vivo fue en una sinagoga, donde escuchaba a los cantantes litúrgicos.
Mientras estudiaba locución e ingeniería, conoció en un coro a Gerardo Masana, estudiante de Arquitectura; Jorge Maronna, de Medicina; Daniel Rabinovich, de Derecho; y Carlos Núñez Cortés, de Química Biológica.
En el marco de una serie de conciertos que el por entonces I Musicisti –antecedente directo de Les Luthiers– brindaba en e. Instituto Di Tella nació un personaje clave para la historia de Mundstock y de Les Luthiers: Johann Sebastian Mastropiero. Surgió de la invención de Mundstock y de la mezcla entre los nombres del compositor Johann Sebastian Bach con un personaje inventado, llamado Fredy Mastropiero.
Finalmente, el 4 de septiembre de 1967, Masana, Mundstock, Rabinovich y Maronna formaron Les Luthiers.
En los 80, el grupo experimentó una masividad que lo llevó a cruzar las fronteras. Tanto que este miércoles, el diario El País, de España, puso la muerte de Mundstock en su tapa.
Marcos Mundstock predijo la época actual.
— Guillermo Bazzola (@GuilleBazzola) April 22, 2020
Que descanse en paz, que para vivir sobresaltados quedamos nosotros. pic.twitter.com/eN6kT6pAbj
“Les Luthiers han ofrecido más de 7.600 presentaciones durante sus más de 50 años de trayectoria. Las risas promedio en cada uno de esos espectáculos rondan las 444 por función. Y a ellas han asistido unos 10 millones de espectadores. Por tanto, las risas que ha provocado Marcos Mundstock con sus guiones y con sus interpretaciones suman, en números redondos, 4.400 millones”, detalla el medio español.
En paralelo a su actividad en el grupo, Marcos fue la voz en off de “Quebracho” y “Metegol”, actuó en películas como Cama adentro, No sos vos, soy yo y Mi primera boda, donde, en la piel de un cura, brilló en un diálogo lleno de guiños con el rabino interpretado por su amigo, Daniel Rabinovich.
En televisión, trabajó en los ciclos La Argentina de Tato y en Sorpresa y Media y lo último que hizo fue la presentación de Pasado de copas.
La enfermedad lo había retirado a Mundstock de la actividad artística en marzo de 2019. Empezó entonces a sufrir problemas de movilidad, pero aún pudo componer un texto brillante que grabó en vídeo para participar así en el Congreso Internacional de la Lengua celebrado en Córdoba (Argentina) en abril de 2019.
En él hablaba sobre la manera en que nos referimos a las distintas mediciones del tiempo en nuestro idioma, que consideraba imperfectas.
Por eso propuso una valoración más estricta de tales expresiones en el habla popular: “Propongo”, dijo, “que un lo que canta un gallo equivalga a dos santiamenes y a cuatro periquetes. Y que un me pareció un siglo sea igual a la cuarta parte de una eternidad o a un 0,33% de ya no veo la hora”.