La larga espera por ver de manera cercana e íntima a Carlos Indio Solari se saldó este lunes gracias al documental “Tsunami”, un material que combina un reportaje realizado por Mario Pergolini con fragmentos del concierto que ofreció en Tandil en marzo pasado, y donde quien fuera líder de Los Redondos apuntó: “Lo único que tengo que hacer es no ser fantasma”.
En la charla, que fue subida al sitio vorterix.com a las 10 pero su visualización fue casi imposible hasta bien entrada la tarde, el artista rockero regaló reflexiones, recordó críticamente su historia en la banda y habló bastante acerca de la enfermedad del Parkinson que lo afecta.
El audiovisual que muestra la cocina del concierto que reunió a unas 200.000 espectadores, fue dirigido por Julio Leiva y Maximiliano Díaz, y mezclado por Martín Carrizo, baterista de la banda de Solari.
Sentado frente al periodista y empresario, bebiendo whisky y con dos grandes ventanales que permiten apreciar la sierras de esa región del centro de la provincia de Buenos Aires, Solari se entregó a una charla abierta.
“Es una oportunidad muy especial la muerte. Para liberarte de tus compromisos y hacer lo que quieras”, dijo entre sollozos al ser consultado acerca de qué lo emociona.
En esa línea emotiva, añadió que “estoy dejando de fumar para no darle una mano a la bella señora. Ya tengo 67 pirulos. Tengo facilidad para dejar todo tipo de sustancias, pero el alcohol me gusta, me sigue gustando”.
Directo para abordar el mal que lo aqueja, el vocalista contó: “Tengo Parkinson que no es de ahora. No se me manifiesta temblando sino con la rigidez” y enseguida informó que “confundí los síntomas de esta enfermedad con la claustrofobia”.
Para ambientar esa visita a la salud quebrantanda, apuntó que “soy adorador de la juventud y es una cosa que se te escapa de las manos. Me doy cuenta que no sirvo para viejo. Y odio la decrepitud que son esos 30 años que la ciencia médica nos ha dado. No es una sobrevida agradable”.
El músico que en solitario registró cuatro álbumes desde 2004, opinó con crudeza acerca del desenlace de su historia con Los Redondos y sostuvo que “plagio es la melodía. Por eso cuando yo digo: 'Mis canciones de la época de Los Redondos', es porque son mis canciones. El único que hizo canciones, el leitmotiv, soy yo. De pronto, después, hay arreglos, adornos, que hacen que una canción sea mejor que otra. Pero el plagio es si son más de ocho compases de la melodía".
Sin concesiones, agregó: “La familia también te caga. No hay cosa peor que un hermano” y descartó de plano un posible reencuentro porque “ya no es tan frecuente (que nos pidan volver), esta banda (por Los Fundamealistas del Aire Acondicionado) tiene los méritos para hacer lo mismo”.
Pero inmediatamente concedió: “Por supuesto que lo entiendo, pero no han sido testigos de la intimidad de lo que yo he sido testigo. Es una palabra dura, pero es la única que me sale a mí: traición”.
Y desde esa certeza fue tajante: “No hay manera, no. A mí me podés cagar con guita, pero no me podés traicionar. Son dos cosas diferentes”.
En otro tramo de la charla, el hacedor de las placas "El tesoro de los inocentes (bingo fuel)", "Porco Rex", "El perfume de la tempestad" y "Pajaritos, bravos muchachitos", indicó que “el rock nacional siempre me parecieron boleros rápidos, y trato de no ser eso”, pero en otra definición con su sello, antes deslizó: “yo no sé por qué soy el Indio Solari”.