“Creo que nos queda todo un universo para descubrir en cuanto al aporte de las mujeres a la Historia. Más allá de que las mujeres llevaron adelante negocios, estancias, sus propias familias; llevaron adelante la Sociedad en sí misma. Pensar a la mujer como aquella que estaba bordando es quedarse en el cliché. La mujer estaba contando burros, contando lana. La mujer estaba haciendo de todo es esa época, tanto como lo hace ahora”, afirmó la escritora e historiadora Gabriela Margall.
La también docente de Historia coescribió junto a la escritora y periodista Gilda Manso la serie La Historia argentina contada por mujeres I y II. El primer volumen, comprende desde 1536 hasta 1820. El segundo –también lanzado por Penguin Random House a través de Ediciones B–
lleva por subtítulo De la anarquía la batalla de Pavón (1820-1861).
En ambos libros, las mujeres son tomadas como protagonistas y sujetas de Historia. “Si nos cuentan la Historia sin las mujeres, nos cuentan la mitad de la Historia. Y yo creo que estamos empezando a ver que hay más de la mitad de la Historia que no nos contaron”, sostuvo Margall, en diálogo con Rosario3.com.
"Pensar a la mujer como aquella que estaba bordando es quedarse en el cliché. La mujer estaba contando burros, contando lana. La mujer estaba haciendo de todo es esa época, tanto como lo hace ahora"
En De la anarquía a la batalla de Pavón, las voces de las mujeres se recuperan a través cartas y su participación en la prensa, en los primeros periódicos escritos por y para mujeres.
En el hilván de esas palabras escritas es que las autoras construyen el relato histórico de ese tiempo marcado por incipientes reclamos de equidad de derechos y oportunidades, aunque no libre de contradicciones. El principal cambio cualitativo de este período es la participación femenina en el entramado político, en la historia política del país. Ello implicó una sostenida redefinición entre lo público y lo privado; un corrimiento que se dio en el marco de la sociedad patriarcal de entonces, y cuya tensión se refleja en las casi 300 páginas del libro.
El primer paso en la participación de las mujeres en la vida política argentina fue La Sociedad de Beneficencia cuya conformación fue organizada por Mariquita Sánchez a instancias de un pedido de Bernardino Rivadavia.
“Es un cambio histórico que se da a partir de la generación liberal que intenta resolver la crisis del 20. El objetivo de esta generación es la ilustración de la población en general. Una de esas políticas de educación es La Sociedad de Beneficencia, una institución integrada por mujeres entre cuyas funciones estaba la educación de las mujeres”, explicó Margall.
“La contradicción entre los roles público y privado siempre va a emerger porque existen elementos en tensión. Y la maternidad es uno de ellos"
“Se las conoce como «las primeras trece» y arriesgamos a decir que fueron las primeras funcionarias públicas en la provincia de Buenos Aires porque, en ese momento, no podemos hablar de Provincias Unidas sino de «desunidas». Esto representa un paso hacia adelante y lo digo porque que una mujer se convierta en actora de la vida pública implicaba ciertos cuestionamientos sobre su honor y su imagen social. Se pensaba en el qué dirán”, abundó la también docente.
Y si bien las autoras apuntan que este paso hacia lo público puede explicarse en una suerte de “permiso del gobierno liberal”, la injerencia irá en aumento a la par de la intensidad de la guerra civil entre unitarios y federales. Así lo demuestra el rol desempeñado por Encarnación Ezcurra quien se dirige en sus cartas a su esposo, Juan Manuel de Rosas, como un par y lo llama “amigo y compañero”.
“Creo que Encarnación es la mujer del S XIX que logra el acceso al poder político efectivo. Porque Mariquita (Sánchez) siempre está en los bordes del poder, siempre se está relacionando, pero Encarnación es quien en 1833 convoca a todos los partidarios de Rosas, la que forma la Sociedad Popular Restauradora y su brazo armado, La Mazorca. Es la interviene directamente en las elecciones de ese año que terminan de definir el regreso de Rosas”, señaló Margall.
Lo público, lo privado y el periodismo
“La contradicción entre los roles público y privado siempre va a emerger porque existen elementos en tensión. Y la maternidad es uno de ellos. En ese entonces, era imposible separar el cuerpo femenino de la posibilidad de ser madre; algo que en este momento todavía está en tensión. Entonces, la figura de la madre siempre estaba presente. Por otro lado, está la figura de la mujer teniendo una opinión pública, lo cual era complicado”, reseñó Margall a la hora de exponer los márgenes sociales y culturales que establecía la sociedad patriarcal y en cuyo marco se editaron las primeras publicaciones escritas por y para mujeres.
"Cuando abrís la Historia, ves la Historia social, la Historia de la vida cotidiana, la Historia de la reproducción de la Sociedad"
El inicio lo marcó La Aljaba, revista fundada por Petrona Rosende de Sierra –“la primera periodista del Río de la Plata”–en 1930. A esta publicación le siguió La Camelia, periódico fundado por Rosa Guerra en 1952, tras la derrota de Rosas.
Entre la primera y la segunda hay 22 años “y dos gobiernos de Rosas”, tal como aclaró Margall en la entrevista. Las diferencias entre una y otra quedan expuestas en las reproducciones que ofrecen las autoras en el libro.
La tercera publicación del período apareció en 1954. Fue Álbum de señoritas y llevó la firma de Juana Manso. Casi sobre el cierre del plazo estudiado, la educadora estableció una distancia aún mayor con sus predecesoras sobre la necesidad de equiparar las oportunidades entre hombres y mujeres: “En ella hay una mirada de clase. Juana es una mujer que debe trabajar para mantener a su familia”.
Mujeres invisibilizadas
La construcción de la historiografía, esa que nos llega desde los libros escolares, fue escrita “por hombres que no concebían que la mujeres podían ser parte de la Historia, básicamente”.
"Encarnación Ezcurra es la mujer del S XIX que logra el acceso al poder político efectivo"
“Sobre todo porque concebían un tipo de Historia, que es la Historia política. Me refiero a la historia de las batallas, de los acontecimientos políticos, en donde las mujeres casi no tenían parte. Excepto Juana Azurduy, por ejemplo, que formaba parte del Ejército. Entonces, no ves nunca a las mujeres. No son partícipes de las batallas, de la Primera Junta; y no lo son porque no tenía acceso a la vida pública ¿Y qué fue lo aportaron? ¡Todo el resto! Cuando abrís la Historia, ves la Historia social, la Historia de la vida cotidiana, la Historia de la reproducción de la Sociedad. Es muy extraño no contar con información sobre cómo nacían, cómo era el procedimiento de los partos, cómo era la relación de madre con el bebé… contamos con algunos detalles que están en la voz de los médicos, pero la mayoría de las mujeres era asistida por parteras. O la Historia de la comida, que muy probablemente esté vinculada a las mujeres y que también es muy importante para entender la reproducción social”, cerró Margall.