En mayo de 2018, la selección argentina de fútbol se preparaba para el Mundial de Rusia y el último partido amistoso fue contra Haití. Algunos periodistas deportivos criticaron la jerarquía del rival y otros fueron más lejos: deslizaron con sorna que los deportistas caribeños conocerían por primera vez un hotel cinco estrellas o tendrían la experiencia reveladora de una ducha caliente. Migrantes haitianos en el país reaccionaron a la provocación y en los comentarios de las notas hubo cruces cargados de violencia, racismo y xenofobia.
Robenson Glésile nació en Puerto Príncipe en 1985 y vive en Rosario desde 2012. Además de migrante, profesor de Francés y activista antirracista es amante del fútbol y fue uno de los interpelados por esa situación. Pero pensó que detrás de ese prejuicio de aquellos periodistas había ignorancia (de hecho, sí algo existe en Haití es agua cálida). Se propuso comunicar, conectar y compartir experiencias y conocimientos sobre la compleja y rica condición de haitiano en Rosario o rosarino de Haití.
El parate de la pandemia le dio la oportunidad de catalizar sus reflexiones, los aprendizajes de la cultura local y también las costumbres de su tierra natal que bien podrían nutrir a la sociedad en donde vive hace más de una década. Así nacieron los 50 relatos autobiográficos que componen Papiyon Nwa (Mariposa negra en la lengua criollo o Kreyòl)
Algo más que mate y asado
Con una sonrisa generosa, sentado frente a una mesa de un bar de Italia y Catamarca cuyo dueño es haitiano, Robby Glésile cuenta su historia y la de su obra que presenta este miércoles a las 16 en la Feria del Libro de Rosario (Sala Beatriz Guido del C.C. Roberto Fontanarrosa).
“Mariposa Negra es un libro que habla de migración, del duelo, del desarraigo, de la historia de Haití, de la relación de la migración haitiana con Argentina, de cómo vivimos en esta ciudad, lo que nos llama la atención, incluso de política”, resume en diálogo con Rosario3.
Glésile se declara un rebelde del mandato que indica no debatir sobre fútbol, religión y política y se mete de lleno en esas, que son sus pasiones. Rescata el valor de la memoria desarrollada en Argentina y compara: “Acá celebramos 40 años de democracia pero en Haití tuvimos 29 años dictadura (de 1957 a 1986) y no existe ni un espacio de memoria”.
“Es un libro de resistencia y de homenaje a la primera persona de mi casa que ha migrado que es mi madre y por eso la mariposa negra”, cuenta y recuerda aquel exilio de 1991 que lo alejó de su mamá, ya fallecida, cuando era un apenas chico.
Dice que falta debatir sobre el lugar de quienes vienen de otros países en la sociedad actual y sobre todo que sean los migrantes quienes hablen (y no ser hablados por otros). En ese plano, recuerda: “La primera vez que escribí sobre discriminación en la ciudad mucha gente se enojo. Si hablo del mate y del asado está todo bien pero con otros temas no”.
“No quiero morir acá”
En la introducción, Robby cuenta que la escritura le permitió salir de su reserva y timidez natural. Ofrece 50 relatos que van desde su barrio natal Kriswa hasta su adaptación en Rosario. Piensa los textos como “una invitación para acercarse y conocer mejor al otro” que “muchas veces se ve como una amenaza, como un ser raro”.
El primer texto le da nombre al libro y refiere a uno de los aspectos de la cultura haitiana que el autor rescata: la relación cercana con la muerte.
A diferencia del rosarino, del argentino en general, que despide al ser querido durante un día o dos “y ya después no se habla del tema”, en Haití las familias arman grandes funerales de una semana con comidas y bailes. Despedidas que tanto recuerdan y homenajean al que partió como celebran la vida de los que se quedan.
Reza la leyenda que cuando alguien fallece, la mariposa negra visita su casa. Eso le ocurrió a Robby cuando despidió a su padre en Haití. “No importa dónde estemos, si viviendo una experiencia en otro país o conociendo otra realidad, el alma de nuestra tierra nos sostiene siempre”, escribe en ese primer relato.
“A veces –continúa– nos la trae la música, la comida o un baile. A veces una simple palabra. Sólo eso es suficiente para conectarnos a nuestra tierra natal. Como el espíritu de aquella mariposa negra”.
Así como Glésile destaca la cultura del encuentro del rosarino, la forma de vida, su pasión por el fútbol, esa distancia con la muerte le generó asombro. Así nació el texto “No quiero morir acá” (que también fue recibido con sorpresa por sus amigos locales) pero que cruza el derecho a migrar para buscar una vida mejor con la nostalgia por la tierra natal.
Negritud y discriminación
“Me di cuenta que era una persona negra cuando llegué acá. Antes no porque el haitiano asume su negritud desde su independencia, con la revolución antirracista”, dice el escritor y profesor de Francés sobre la historia de su país (sede del primer movimiento revolucionario de América Latina que terminó con la esclavitud de la colonia francesa hace más de dos siglos).
El libro, que fue declarado de interés municipal por el Concejo, refleja eso en dos textos: “Júzgame por mis actos y no por mi nacionalidad” y en “Lucha y esperanza”.
Robby define el libro como el resultado de una larga observación y meditación sobre su doble condición de haitiano por nacimiento y rosarino por adopción. Ya no puede volver a dormirse a las nueve de la noche como sus hermanos en Puerto Príncipe. Tampoco se olvida de las costumbres que aprendió de chico.
De las experiencias de esa mixtura, del Monumento a la Bandera, del fútbol, del amor, del homenaje a una de las madres de la patria (la capitana María Remedios del Valle); de todo eso está hecha su Mariposa negra que él lleva como un mensaje por el país.