Murió la actriz y conductora Liliana Caldini. La ex modelo, que saltó a la fama por una publicidad de cigarrillos, tenía 70 años y no trascendieron las razones de su deceso. Era mamá de Ludmila y Antonella, fruto de su relación de más de una década con Cacho Fontana.
Sus primeros pasos en el medio fueron en el modelaje. Tenía nada más que 18 años cuando protagonizó la publicidad de cigarrillos Chesterfield, en la que se la veía fumando muy sonriente, cantando y bailando el tema “Tiritando”, de Donald. Tras el aún recordado comercial, el músico vendió más de 600 mil copias de sus discos y comenzó su carrera solista, ella alcanzó la fama y Nono Pugliese, productor del mismo, se hizo famoso por dirigir sus propios spots de cigarros.
Por esos años estuvo en el filme El extraño de pelo largo, con Litto Nebbia, Eduardo Bergara Leumann y Mirta Busnelli, película que le rendía culto a los inicios del rock nacional. También formó parte del elenco de Los Campanelli.
Luego de comenzar su relación con Fontana, decidió abocarse a sus hijas y a realizar algunas producciones parar él. Años más tarde, Liliana vivió un tiempo en Miami, pero luego regresó a Buenos Aires. Antes de la pandemia hizo en radio Nacional el ciclo, Todo tiene música, donde se daba el gusto de recibir en cada emisión a diferentes artistas.
Aunque últimamente estaba alejada de los medios, el año pasado cuando Cacho fue internado por una compilación en su cuadro de covid-19 ella reapareció para llevarle tranquilidad al público respecto a la salud de su ex pareja, con quien logró después de muchos años, mantener una relación amena, sobre todo por el bien de las gemelas que tenían en común y de sus nietos.
La historia de amor de ellos es aún recordada y revolucionó las tapas de revistas de los ‘70, cuando él era sin dudas uno de los conductores más importantes de la escena radial y televisiva nacional. “Voy a ser padre dentro de unos meses. Estoy loco de contento y tengo ganas de que sea un varón”, anunciaba él en el programa de su amiga Pinky tiempo después, feliz, sobre la que luego sería la llegada de dos mujeres, Antonella y Ludmila.
En enero de 1982 los rumores de ruptura eran cada vez más fuertes. “No estoy enamorada de Cacho. Fueron doce años casi perfectos pero la crisis es muy grave”, decía ella a la vez que él contaba: “Voy a cumplir 50 estoy en crisis profesional. Liliana tiene 30 y las mujeres de esa edad también entran en crisis”.
Fue entonces que ella decidió irse con sus hijas de la casa familiar. “A él lo enfurecía mi extroversión. A mí su reserva. Fue fiel y leal pero con un carácter terrible. Es un triunfador, pero no sale a caminar porque cree que las vidrieras lo miran a él y no él a las vidrieras”, decía en revista Gente.
Muchos años después, Fontana recordaría ese tiempo: “Costó que la gente aceptara mi relación con Liliana. Tardamos como cuatro años en mostrarnos en público. Para muchos yo era un viejo verde, cansado, con mucha guita, que buscaba una chica joven para divertirse. Hoy esa historia sería el cuento de Caperucita. Ella está en Miami y tenemos un muy buen vínculo”. Por su parte, Caldini destacaba que al tener dos hijas, debían mantener el contacto casi por obligación. Y al fin, esa circunstancia derivaría en una relación con cierta armonía.
Incluso, como Ludmila no vive en la Argentina y Antonella suele llevar una agenda laboral cargada, ella estaba a disposición para lo que él necesitara. Porque el tiempo cura heridas. Y aunque no las olvida, al menos las cicatriza. Y así volvieron a ser una familia hasta el final de sus días.