Todo por amor, pero no todo es la primera novela de Luis Novaresio. En este inicial acercamiento a la ficción, el autor rosarino desgrana historias de amor, desamor, amistad, encuentros y desencuentros que son cruzadas por la filosofía.

En ese entramado de vínculos, dialogan Uno, C, Gerardo, Eva, Lourdes, Ana, Inés, Héctor, Felipe (la lista sigue) y un periodista de nombre Esteban. Un curso de filosofía semanal, que dicta la reputada Berta Orlás, un bar, boliches, livings, fiestas y un cine porno son algunos de los espacios que aglutinan a los personajes adultos, urbanos y deseantes.

Con el correr de los encuentros, comenzarán a dudar del marco cartesiano que les contiene hasta enfrentarse a la idea de que «no somos más que nuestras decisiones».

"Empecé a escribir la novela hace más de una década. Todavía vivía en Rosario. Terminaba De 12 a 14 (El Tres), me subía al colectivo de las 14.30 y, a las 19, estaba en el curso de filosofía de José Pablo Feinmann en el Club Armenia. Terminaba la clase y me tomaba el bondi de vuelta. Así todos los jueves. En ese momento, vi que había una historia, pero la dejé", confió Luis Novaresio en la charla telefónica con Rosario3.

La pausa dejó de ser tal a instancias de (la también rosarina) Fernanda Mainelli, jefa de prensa del Grupo Penguin Random House. "Yo tenía clara la historia y los personajes, aunque debo decir que el devenir de alguno de ellos se fue modificando por la propia escritura”, detalló el columnista de De boca en boca (Radio 2).

La novela editada por Sudamericana llegó a las librerías a comienzos de julio, algunas semanas después de lo previsto: “Pasó que cuando ya estaba todo corregido y listo para la impresión, le dije a Fernanda: «Decime cómo les devuelvo el anticipo, no la voy a publicar». Entré en estado de pánico, literal. Y ella, con su templanza, me dijo: «Charlemos»”.

Todo por deseo


«Me gusta verte. Me gusta verte sin más deseo que el mirarte. Sin más espera que el robarte, aunque lo sepas, el instante en el que te contemplo. Me gusta verte así. Con llaneza, directo, sin el artificio del pensamiento. Verte». (fragmento de Todo por amor, pero no todo)

La portada del libro replica la escultura de un hombre de espaldas. La foto de la parte superior del torso, capturada en blanco y negro, sobre un fondo amarillo, remite a la estética a la Grecia antigua. Platón y Epicuro son dos de los filósofos sobre los que reflexionará Orlás mientras interpela las capas emocionales de su auditorio. A la dupla griega, la seguirán Descartes, Freud, Simone De Beauvoir y Jean-Paul Sartre.

Una pareja gay en crisis, una mujer hetero que libera su pulsión sexual los jueves (en un oscuro y maloliente salón), una mujer que se pregunta en loop por qué alguien dejó de amarla son algunos de los personajes de la novela. En su diálogos, se sucederán las certezas y dudas en torno a los celos, la fidelidad, “el deseo de maternar" y la "belleza".

Consultado sobre si, durante la escritura de Todo por amor había surgido algún reparo respecto de cómo narrar y qué, el entrevistado fue por la negativa.

“Con el correr del tiempo, entendí que la imaginación y la fantasía no deberían tener límites en una ficción porque son eso, ficción. Permitirme pensar a cada uno de los personajes sin más límite que el de la imaginación fue mi inspiración”, dijo el también abogado y autor de los ensayos reunidos en Parte de la razón (Raíz de Dos).

De hecho, el libro dedicado «a los tenaces», abre con un aviso: «No he visto de frente a ninguno de los personajes. Apenas, con dificultad, los pude imaginar».

La ficción matutina


Luis, que se define como “un artefacto matutino para casi todas las cosas en la vida”, explicó que Todo por amor, pero no todo fue escrito “muy temprano, antes de ir a trabajar”, y que los fines de semana "dedicaba más tiempo y corregía”.

Mi expectativa es que el libro se lea y, ojalá, se genere un camino. Los escritores dicen que una vez que vos entregás un libro, deja de ser tuyo y que lo que pasa con él tiene que ver con la lectura absolutamente individual”, advirtió.

—¿Tenés planes de continuar las historias o de una futura novela?
—En realidad, cuando vimos la tapa, con el objeto libro en las manos, Fernanda (Mainelli) me dijo que le gustaría saber un poco más de Berta Orlás. Y le dije: “Te calmás” (risas). Pero una vez que terminé de entregar todo, que ya estaba corregido y listo, fue como un shock. Ese mismo día me puse a escribir la continuación. Me parece que hay más historias para contar, más personajes y más filosofía.

—¿Qué libro ajeno te hubiera gustado escribir y por qué?
Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, porque es perfecto. Es, probablemente, una de las autoras que más me conmueve en la vida. Soy obsesivo hasta lo imposible y, cuando me cruzo con un autor que me gusta, trato de leer todo lo que publicó. La obra de Yourcenar es sublime y ese libro lo es en particular. Lo tengo en mi mesita de luz, junto a Borges, de Adolfo Bioy Casares, y uno de Mafalda que arrastro desde la adolescencia.

—Venís a presentar el libro a Rosario, el 2 de agosto, en el foyer del teatro El Círculo
— Es algo muy especial porque voy a ir  con mi primera novela, con mis amigos y en ese lugar. Creo que voy a poder leerlo distinto en mi ciudad. Lo presento con Damián Schwarzstein y Analía Bocassi en un teatro muy querido.