Imprenteros es una obra de teatro documental dirigida y escrita por Lorena Vega a partir de una historia familiar que está unida a una imprenta emplazada en el conurbano bonaerense. En la evocación, la también actriz recupera vivencias personales para configurar una trama más general de la que también participan sus hermanos, Sergio y Federico. El montaje se edifica con testimonios, archivos audiovisuales, música y la relación cuerpo/máquina.

Imprenteros es un trabajo sobre la memoria, las huellas que ha dejado el pasado y la identidad que se construye”, sostuvo Lorena Vega, en diálogo con Rosario3, sobre la pieza que el último 4 de septiembre cumplió seis años y que este sábado, a las 21, se presenta en el teatro La Comedia.

Para ella, el teatro es “una relación de a dos”. "Trabajamos para que la gente venga a una sala y para que quienes actuamos encontremos esto necesario, vigente".

Fuente: Instagram

—¿Por qué elegiste contar la historia familiar?
—Porque me resultaba difícil. La propuesta artística de investigación era un desafío, algo nuevo. Cuando me sumé al taller de Vivi Tellas (en el centro Cultural Rojas), no sabía que iba a hablar de mi familia. Recién después apareció la posibilidad/necesidad/intuición (sic) de trabajar con un material propio. Yo puse a disposición mi historia personal, pero el abordaje fue laboral. Lo que quiero decir es que traté esa historia personal como un material y, mientras trabajaba, todo el tiempo pensaba cuál era la mejor manera de empalmar visualmente el universo sonoro y el relato. Hace poco, leí en una entrevista a María Negroni que “la poesía aparece en eso que desconocemos, en eso que se rompe”. El teatro documental era un lenguaje que yo desconocía, me refiero al trabajo con archivo directo. Sí, había trabajado ya con la historia personal como inspiración, pero nadie lo sabía hacia afuera.

—¿Cómo fue la integración de tus hermanos, sin recorrido artístico, a la obra y por qué transitar la historia familiar en la línea paterna?
—Mis hermanos eran testigos directos de lo que yo estaba contando, de lo que investigaba en ese momento, por lo tanto, estaba bueno tener sus testimonios. Fue distinto en cada caso, pero natural y orgánico. En principio, no tenía la idea de que ellos estuvieran, pero en el marco del trabajo documental del taller, empezó a decantar la idea. Y sobre mi padre, lo primero que surge es la imprenta, la imagen de las máquinas antiguas, enormes. Por otro lado, en ese momento estaba muy presente una situación familiar: con la muerte de mi papá, no podíamos volver a ese taller. Entonces, ahí había una fuerza dramática, tanto en la vida real como en lo artístico.

Seis años constituyen un plazo que Vega definió en la entrevista como “un montón”, más aún, cuando el plan inicial eran solo cuatro funciones. En ese plazo, la obra vivió cambios en la puesta, el vestuario y el elenco, y prohijó un libro (Imprenteros. Diario de residencia) y un documental homómino.

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Consultada sobre el universo sonoro de la obra, Vega retomó la idea de que Imprenteros fue (y es) “un ejercicio de memoria”. En ese recuerdo, están "los sonidos de las cosas, la frecuencia y el volumen. No es lo mismo el campo que criarse dentro de un galpón con máquinas, con un ruido que rebota contra las paredes, contra las chapas. Eso generó un ecosistema, un ambiente sonoro con una línea narrativa". A ese relato sonoro de máquinas y cuerpos se sumó en la obra la música de Andrés Buchbinder.

—¿Cómo describís la relación humano-máquina en Imprenteros?
Pensamos a la máquina como un motor orgánico, como si fuese un órgano del cuerpo. Los sonidos de las máquinas y los del cuerpo marcan los ritmos vitales. Me refiero a estar vivos. A esto se suma la construcción de una identidad. Te podría decir tambien de la industria nacional, esa que se evoca en un taller pequeño del conurbano bonaerense y que pertenece al universo de las pymes familiares. En ese sentido, el cuerpo/máquina es visto como un cuerpo que produce, como un territorio de disputa de poder. En el cuerpo, está escrito todo: la vitalidad, el cansancio y la autoexplotación. Creo que nos pinta un poco como sociedad...

—En algún punto, el público encuentra elementos de su propia historia..
—Para mí, lo que está en primer plano no es la historia de los Vega, es más anónimo. Yo tengo que poner mi nombre porque me toca hacerme cargo, pero, en realidad, lo que estoy haciendo es contar una historia que podría ser la de muchas y muchos. Esa es la fuerza que tiene este material. No lo sabía cuando lo empecé, lo fui entendiendo a medida que pasaban las funciones.

El biodrama, en oposición a un teatro de texto, es dinámico. La imprenta ofrece una imagen fija, un formato analógico que entra en contradicción con ese dinamismo, son "sentidos” que, para la entrevistada, están en tensión". “Yo me dedico a actuar, al hecho vital. Si sirve como analogía, es como escuchar una guitarra en vivo y otra que está grabada. Para mí, el relato está en el cuerpo”, cerró Vega.

Las entradas


Las entradas para la función de Imprenteros, este sábado a las 21 en el teatro la Comedia (Mitre y cortada Ricardone) pueden adquirirse en la boletería y a través del sistema 1000ticket.com.ar

Ficha técnica


Elenco: Lorena Vega, Sergio Vega, Federico Vega, Julieta Brito, Vanesa Maja, Juan Pablo Garaventa, Christian García
Escenografía: M. Celeste Etcheverry
Asistencia de escenografía y logística: Martina de Giorgio
Vestuario: Julieta Harca
Iluminación: Ricardo Sica
Fotografía y diseño gráfico: César Capasso
Diseño de logo: Horacio Petre
Diseño web: Javier Jacob
Sonido y música original: Andrés Buchbinder
Audiovisual: Gonzalo Zapico, Agustín Di Grazia, Franco Marenco, Andrés Buchbinder
Montaje en audiovisuales: Emi Castañeda
Colaboración en movimiento: Margarita Molfino
Asistencia y producción general: Fabiana Brandán y Santiago Kuster
Puesta en escena: Damiana Poggi y Lorena Vega
Dramaturgia y dirección: Lorena Vega