“Signos representa más de un quiebre. No es simplemente el disco que lleva a Sod. a lo más alto del rock latinoamericano. Hay otras historias transitando la gran historia del disco”, explica a Rosario3 Diego Giordano, periodista rosarino y autor del libro Uniendo fisuras. Signos y la consagración continental de Soda Stereo.
“El primer cambio es que (Gustavo) Cerati compone en soledad, sin la colaboración de Zeta Bosio y Charly Alberti. Él lleva las canciones a la sala de ensayo prácticamente terminadas, con los arreglos inclusive. Hasta entonces, eso no había ocurrido. Además, las canciones evidencian un salto cualitativo; tienen estructuras más sofisticadas en comparación con Nada Personal. Y el otro quiebre que se desprende de lo primero y es que Cerati se vuelve renuent. a compartir la autoría de las canciones. Esto generó divisiones que se profundizarían con el tiempo. Es decir, el disco marca la partición del grupo”, abunda Giordano.
Y continúa: "Podríamos decir que hasta Nada Personal era una suerte monarquía parlamentaria y a partir de Signos, el Estado es Gustavo Cerati. Se convierte en una autocracia”.
Publicado el último septiembre a través de la editorial Vademécum, Uniendo fisuras hilvana datos, entrevistas y análisis personal para, en algo más cien páginas, detallar la tramoya sociocultural, musical y grupal del tercer disco de Soda Stereo.
En el libro, el también músico no resiste la trascendencia de Canción animal (1990) o Dynamo (1992) en la vida musical del trío, dos discos “que consolidaron la fase imperial”, asegura. Pero sí discute cierta subvaloración de Signos (1986) como un mero antecedente de Doble Vida (1988).
En camino
Organizado en siete capítulos, en primer término, el libro desmenuza el contexto político, social, estético y musical en el que cristaliza Signos en el Buenos Aires (más que Argentina) de la primera mitad de los 80 al tiempo que da cuenta de los vientos de cambio audibles que la industria musical proponía por entonces para el segundo lustro de las década, puntualmente, en el Reino Unido.
A la par de “las influencias”, Uniendo estructura en testimonios de primera mano –Andrés Calamaro, Richard Coleman, Gloria Guerrero, Eduardo Berti, Caito Lorenzo, Adrián Taverna, Isabel de Sebastián, Juan Raffo, Fabián Quintiero (por citar algunos testimonios)– y escritos previos un modo de narrar el registro discográfico..
Un desagregado melódico, lírico y técnico por lados (A y B) de las canciones del álbum, un apartado dedicado al diseño y la posterior presentación en vivo de la placa completan las dimensiones posibles para abordar el disco.
—A partir de la investigación que realizaste, ¿podés inferir que sobrevolaba en el estudio alguna intuición sobre el potencial de Signos?
—Por una parte, este era el disco que terminaba el contrato con CBS y del éxito o no dependía que se terminara o continuara con él. Por otra, estas canciones marcaban una diferencia con las anteriores: aparece por primera vez en las composiciones de Cerati algo que, no quisiera llamar “la fórmula del éxito”, porque no es así, pero (en Signos) encontró una veta compositiva en la mezcla de melancolía y heroísmo que dio origen a los más grandes éxitos de Soda Stereo. Además, no hay canciones viejas. Son todas compuestas desde cero. Eso le da una coherencia musical y lírica a esa la necesidad de comprender lo que el otro está interpretando, que es la razón por la que el disco se llama Signos.
–Ese replanteo musical y lírico, tal como comentás en el libro, buscaba tallar de raíz la idea de frivolidad que rodeaba al trío por entonces
—En Signos estaba la intención muy clara de que Soda Stereo era un grupo serio y a tomar como tal. Con este disco, Cerati se propuso cambiar la visión que el público tenía sobre ellos. No me refiero al público que los seguía sino al grupo más histórico del rock argentino que los veía como un grupo frívolo o de moda. ¡Y vaya si lo consiguió!
Entre los antecedentes que gravitaron en el cambio audible que Soda propuso en su tercer opus, el autor también destaca el viaje previo que el trío realizó a Inglaterra en el que “comprobaron de primera mano y en tiempo real que l. bocha sonora había cambiado. El ideal sonoro (baterías electrónicas, protagonismo de sintetizadores) que había colonizado el rock dos años atrás había caducado y las bandas estaban volviendo a un sonido más orgánico. Eso también determina un cambio en la forma de cantar de Cerati. Es un disco en el que él redefine su estilo vocal y empieza a tallar ese nuevo estilo que va a detonar en Canción animal.”