Algún tiempo atrás. La vida de Gustavo Cerati (Sudamericana) es la cuarta biografía que el periodista Sergio Marchi dedica a músicos argentinos. La primera fue No digas nada, un registro vivencial de Charly García; Hombre suburbano, un exhaustivo retrato de Pappo; y Ruido de magia, centrada en Luis Alberto Spinetta.
El título que la editorial Sudamericana publicó el último mayo organiza en los 48 capítulos repartidos en 600 páginas los testimonios surgidos en más de cien entrevistas que el cronista realizó. A las historias ajenas sumó experiencias propias que compartió con el ex frontman de Soda Stereo.
En diálogo con Rosario3, Sergio Marchi explicó que la escritura llevó más de tres años de trabajo en los que volvió a escuchar "mucho" los discos del fallecido guitarrista tanto en solitario como en sus distintos proyectos. "Eso hizo que me conectara desde otro lugar como oyente con sus canciones", confió.
Su faceta actoral es algo que viene de familia. Su mamá, su papá, su hermana; todos tienen una vocación actoral. Diría que la actuación está en el ADN de los Cerati”
Consultado sobre algún dato surgido de la investigación que lo haya sorprendido, el entrevistado puso el foco en dos aspectos personales: "Descubrí que Gustavo era un tipo muy familiero y con ganas de formar la suya. Me refiero a casarse, tener hijos, juntar plata para tener su casa. Y el segundo está relacionado con su faceta actoral, que es algo que viene de familia. Su mamá (Lilian), su papá (Juan José), su hermana (Laura); todos tienen una vocación actoral. Diría que la actuación está en el ADN de los Cerati”.
Para el ex editor de la edición argentina de la revista Rolling Stone lo que distinguió al autor de “Puente” de otros músicos fue su compulsión por el trabajo y la "constante superación" como músico.
Gustavo era un obsesivo en el estudio al punto de buscar la perfección en un sonido y si algo no le cerraba, podía cambiar. Era un pragmático en ese sentido
“Él se ocupó de ser mejor guitarrista –sostuvo el coautor de Beatlend: Los Beatles después de Los Beatles, en colaboración con Fernando Blanco–. Se formó para ello. Siempre fue muy buen cantante, eso creo que se le dio casi como un don. Y con esas dos cualidades compuso canciones maravillosas. Fue un compositor increíble que también ha sido también un gran productor de sí mismo y de otros. Era un obsesivo en el estudio al punto de buscar la perfección en un sonido y si algo no le cerraba, podía cambiar. Lo mismo ocurría si algo lo cansaba. Gustavo era un pragmático en ese sentido”.
En la charla telefónica, Marchi señaló al "paso del tiempo" como un condicionante al que el protagonista de su libro prestaba particular atención: “En algún momento, Gustavo me dijo algo así como que «mi vitalidad depende de la actitud con que yo enfrente al tiempo». Grabar, tocar, escuchar demos era parte de ese «hacer cosas». Decía esto en un sentido musical, pero da cuenta de una preocupación. Otro aspecto de esa «vitalidad» es que todo el tiempo te preguntaba «qué estás escuchando». Después te decía: «Ah, ¿eso?» y te lo criticaba, pero siempre buscaba información”.
Todo el tiempo te preguntaba «qué estás escuchando». Después te decía: «Ah, ¿eso?». Pero siempre buscaba información”
Respecto de sus anteriores biografías, el autor advirtió que “todas son historias diferentes. Si bien son músicos, cada una de ellas es un mundo aparte. A la hora de contar esas historias mucho depende de la proximidad que tengas o hayas tenido (con el artista). En el caso de Charly, había una relación. En el caso de Gustavo, él tuvo una proyección en Latinoamérica y por eso también me pareció importante contar con esos testimonios. Fue un músico muy influyente en Colombia, México y todo eso está en el libro”.
En el plazo que demandó la investigación, Marchi entrevistó a "toda persona que haya tenido algún vínculo con Gustavo que quisiera hablar: compañeros de la escuela y la universidad, colaboradoress, técnicos, músicos, novias”.
Tal como se explica en el prólogo de Algún tiempo… y apuntó en el diálogo con este portal, ni Charly Alberti ni Zeta Bosio prestaron testimonio como tampoco integrantes de la familia, a excepción de Laura. Según adelantó el periodista “trabajan en sus propios proyectos" (libros y ficción) sobre el cantante. En tanto que si lo hicieron el músico Richard Coleman y el ingeniero de sonido Adrián Taverna.
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