“Mamis, papis, dejen lugar a los niños que son los protagonistas de este día”, pidió una y otra vez el maestro de ceremonia desde el escenario dispuesto en el patio cívico del Monumento. Este 20 de junio, el presidente Mauricio Macri encabezó por primera vez el acto oficial por el Día de la Bandera y fue bien distinto a los anteriores. Con un amplio despliegue de agentes de seguridad, sin casi referencias a Manuel Belgrano en el discurso presidencial, mucho más breve que el que acostumbraba pronunciar Cristina Kirchner. Y con suelta de globos. Celestes y blancos.
El paisaje ribereño quedó oculto por la torre central. De guardapolvos o uniforme, los más chicos juraron lealtad al pabellón nacional frente al mandatario e incluso vitorearon el mantra PRO “sí se puede” cuando el presidente prometió pobreza cero y avanzar contra el narcotráfico, “que tanto mal le hizo a Rosario”. No se escuchó el redoblar de los bombos ni los cánticos de la militancia, que quedó lejos esta vez porque Gendarmería impidió el paso de los opositores que marcharon desde la plaza Pringles contra el tarifazo.
Nada tapó a Macri. Llegó pasadas las 11 junto a su esposa, Juliana Awada, que tomó asiento con el resto del gabinete nacional, debajo y a un costado del escenario; y junto a la intendenta Mónica Fein y al gobernador Miguel Lifschitz que lo rodearon para cantar el himno.
Entre la indiferencia de algunos, que sólo habían ido a ver el desfile de más temprano –más que la visita del presidente parecieron atraídos porque de nuevo la bandera de Julio Vacaflor se paseó por avenida Belgrano–, la alegría de padres y docentes que acompañaban a los pequeños, y el enojo de la marcha que no pasó de Juan Manuel de Rosas y Rioja, el lunes cambiaba de frío a caliente.
Mientras Lifschitz tomaba la palabra, luego de que Fein diera la bienvenida al jefe del Estado y brevemente se refiriera a la celeste y blanca, a una cuadra del Monumento hubo gritos y corridas. Una columna de militantes K y opositores al gobierno intentó sin éxito pasar del otro lado de la valla, reservado para quienes contaban con las pulseritas turquesas de Presidencia: trabajadores de prensa acreditados, funcionarios, ex combatientes de Malvinas, los niños y sus padres y docentes.
Un concejal rosarino, Eduardo Toniolli, recibió un palazo en la nuca por parte de un gendarme y tuvo que ser asistido. Más tarde, pasado el mediodía, cien metros más allá, en Rioja y Buenos Aires, se repitieron las corridas. Allí sí se escuchó el redoblar de bombos y los cánticos.
Pero para entonces Macri abandonaba el Monumento y se subía al helicóptero rumbo a El Tres, los niños seguían a sus maestras y comenzaban a llegar las primeras familias y grupos de amigos en busca de un buen lugar para escuchar a Los Totora. El grupo de cumbia y Soledad Pastorutti iban a tocar en el mismo lugar donde el año pasado la ex presidenta Cristina Fernández daba su último discurso como titular del Ejecutivo nacional. A horas del cierre de listas, arriba del escenario, al lado suyo estuvieron los heridos de una interna que no fue y los vencidos del balotaje de noviembre.
Qué alegría
“Somos de Córdoba, es la primera vez que venimos a Rosario para un 20 de Junio y estamos muy contentos”, contó Cecilia, con la típica tonada, a Rosario3.com. Junto a su esposo Pablo acompañaban a su hijo que venía con otros 129 alumnos de la escuela Corazón de María.
“Esta bueno por lo que se genera entre los chicos, que se preguntan de dónde son”, compartió, a su vez, Viviana, una docente de Elortondo, satisfecha con el operativo de seguridad.
Qué tristeza
“Triste, triste”, le dice una mujer a otra y se funden en un abrazo, paradas en la bocacalle de Buenos Aires y Rioja donde poco antes gendarmes reprimieron a un grupo de militantes y de a poco los manifestantes que quedaban guardaban los carteles.