La banda de Los Cuatreros es, para los cronistas policiales y los vecinos de los barrios Cabín 9, La Lagunita, Santa Lucía y San Cayetano, famosa por sus delitos de la zona oeste. Este jueves las fuerzas de seguridad de la provincia detuvieron a 13 personas, entre las que se encuentran integrantes de la asociación ilícita que es investigada por diversos tipos de delitos.
Los Cuatreros, según fuentes del Ministerio de Seguridad provincial, no están asentados en un barrio. Tienen pequeñas células que van de 4 a 6 personas en algunos puntos de la zona oeste de la ciudad.
Los integrantes de la banda son seguidos por autoridades provinciales por robo de ganado (por eso el nombre Los Cuatreros), uso de armas de fuego, entraderas –generalmente con violencia–, ocupación de viviendas, tráfico de droga y sicariato. El fiscal de Investigación y Juicio Fernando Dalmau expresó este jueves en conferencia de prensa que una de las estrategias de los delincuentes era amenazar a vecinos con disparos de arma de fuego en sus propiedades para que se fueran y así poder ocupar sus viviendas.
Sin embargo, en los 30 allanamientos realizados en Cabín 9, las fuerzas de seguridad incautaron tubos de PVC, usados en el tráfico de estupefacientes. Por dicho motivo, el fiscal Dalmau deslizó que podrían estar ligados a esta actividad que corresponde investigar a la Justicia federal.
Una perlita: los procedimientos de este jueves, contaron fuentes de Seguridad, pasaron muy cerca (100 metros) del quiosco de droga del barrio que es manejado por un pariente de "El Narigón", uno de los cabecillas de Los Cuatreros.
Los maleantes cuentan con un amplio abanico de vehículos para cometer los delitos y homicidios: desde carros tirados a caballo hasta bicicletas, motos y autos. En septiembre del 2014 también fueron capturados otros sujetos de la gavilla delictiva.
¿Por qué en el último trimestre aumentó la violencia en los barrios mencionados? Los Cuatreros disputan territorio con bandas como Los Camargo, Los Sosa y Los Stifler. Estos grupos pujan por pisar más fuerte en la zona oeste, donde los vecinos ya los tienen identificados y suelen no dar testimonios a los periodistas en las escenas de los delitos por miedo a represalias.