Los huesos de Paula están más lejos que nunca de sus padres, Alberto y Alicia Perassi, incansables buscadores de su hija. Hoy, jueves 2 de mayo, un fallo judicial dictaminó que no hay pruebas determinantes para establecer que haya sido sometida a un aborto fatal de parte de un grupo de civiles y policías. La falta de condenas y la consecuente liberación de los imputados se justificó en el mal desempeño de la parte acusatoria, que a su vez apuntó contra una investigación viciada desde el primer momento por los mismos policías que pusieron en el banquillo. Una cadena de responsabilidades que atentó contra la verdad detrás de una desaparición en plena democracia. Mientras tanto, las preguntas que dieron sustento al juicio oral y público que terminó siguen en el aire: “¿Qué te pasó Paula, qué te hicieron?
Ganó la impunidad. Alberto y Alicia Perassi y sus dos nietos, hijos de Paula, se fueron del Centro de Justicia Penal sin respuestas, sin un pequeño indicio que les revele, al menos en parte, el destino de esta mujer que con 34 años, y estando embarazada de su amante Gabriel Strumia, dejó la casa familiar para no regresar jamás. La fe de las buenas personas les hizo creer que esta instancia iniciada el 21 de marzo –por la que esperaron 7 años y medio– sería la oportunidad de aliviar la pena y un dolor inmensurables por esta ausencia. Sin embargo, pasados 16 minutos de este mediodía, el tribunal hizo saber que no condenaba a ninguno de los acusados porque no había prueba suficiente. La desazón fue tal que la mamá de Paula – quien soportó las 18 jornadas del juicio en el parque que rodea el edificio judicial– se desvaneció y tuvo que ser llevada de urgencia a un sanatorio.
Adentro, en la sala de audiencias, Gabriel Strumia y su esposa Roxana Michl lloraban. La jueza Griselda Strólogo acababa de anunciarles que quedaban libres. Lo mismo para Mirta Ruñisky, Antonio Díaz y los policías, Daniel Puyol, Jorge Krenz, Gabriel Godoy, María José Galtelli y Aldo Gómez. Todos celebraron la decisión del tribunal a los abrazos con sus defensores. Minutos antes de leer el veredicto, la presidenta del tribunal compartió unas palabras en las que, curiosamente, daba explicaciones de la decisión tomada basándose en una actuación “desprolija, controvertida, cuestionada e insuficiente” de la parte acusatoria, encabezada por el fiscal Donato Trotta. Palabras más, palabras menos, consideraron que la investigación llevada adelante había sido tan débil, que no habían podido encontrar certezas qu. habilitaran una condena.
La absolución para la totalidad de los imputados indica que la teoría del caso presentada por la Fiscalía y la querella fue rechazada. Así, se dio por tierra la hipótesis de que Strumia, su esposa y su empleado planificaron un aborto para Paula, practicado por Ruñisky con un desenlace fatal y que, una vez muerta la joven se deshicieron del cuerpo con asistencia policial. Los jueces entendieron que no se puede comprobar ninguna de estas acciones, que no existen elementos sólidos para que sean considerados ciertos. Entonces, ¿qué fue lo que le pasó a esta chica? “Los jueces ni investigan ni esclarecen crímenes”, había advertido Strólogo antes de la sentencia.
El fiscal Trotta y los abogados querellantes se defendieron argumentando que, justamente, las pruebas habían sido destruidas y desviadas por los mismos acusados, recordando que la pesquisa policial que pudo preservar rastros y establecer conexiones, había actuado en perjuicio de la investigación, a favor de los Strumia. Y sostuvieron sin marcha atrás, que los hechos habían ocurrido tal cual fueron expuestos en el juicio. También anunciaron que apelarán el veredicto dando prueba del convencimiento que tienen de sus posturas.
Tras la lectura del fallo, Alberto Perassi permaneció algunas horas en las afueras del tribunal, paradójicamente, sosteniendo la desilusión y la impotencia de quienes lo abrazaban. “¿Dónde está la Justicia que se nos tiene que dar por Paula?”, dijo rodeado de micrófonos. “¿Qué derechos tengo yo ante la Justicia?”, cuestionó. Y con razón. Porque más allá de las consideraciones de un tribunal y las dificultades de un proceso viciado, el Estado en todas sus facetas sigue en deuda con este padre. No le brindó una investigación neutral y eficiente –aunque la Justicia considere que los policías son inocentes queda la sospecha de por qué mantenían con Strumia conversaciones diarias– no le acercó indicios del destino de su hija, ni siquiera lo protegió de las amenazas de muerte. “Las tres patas juntas hicieron oficial esto”, lanzó en relación a los poderes públicos que no actuaron debidamente.
Una mujer despareció en San Lorenzo hace 7 años y medio. En febrero hubiera cumplido 41 años. Era vibrante y amaba a sus hijos con devoción. Desde los carteles que multiplican sus ojos claros, mantiene viva la inquietud de quienes se animen a soñar con justicia.
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