El final es desolador. Siete años y medio después de ver por última vez a su hija, Alberto y Alicia, los padres de Paula Perassi, no tienen una respuesta. El final es el cierre del juicio de primera instancia, pero el principio es mucho más lejano, en septiembre de 2011. Y para entender la absolución por el beneficio de la duda de los nueve acusados hay que ver algunos puntos de un largo proceso penal que cambió de jueces, fiscales, policías de investigación y hasta dejó a un camarista afuera del Poder Judicial.
Lo que pasó el último jueves 2 de mayo fue la consecuencia del debate que durante un mes tuvieron las partes ante un tribunal compuesto por dos juezas y un juez y que emitió un fallo unánime, sin dudas internas. Ni Grisela Strólogo (la presidenta), ni Mariel Minetti ni Álvaro Campos habían tenido antes contacto con la causa.
En consecuencia, decidieron en base a lo que vieron y escucharon en las audiencias de parte de fiscalía, los defensores, los testigos y los propios acusados. Y se fueron sin la plena certeza de que la responsabilidad de la desaparición y muerte de Paula Perassi sea del empresario Gabriel Strumia y su entorno con la ayuda posterior de cinco policías. Creen que no hay elementos que rompan el principio de inocencia.
Hoy, la muestra más cabal de la muerte de Paula Perassi es su ausencia. Su ex concubino dijo que ella salió y nunca volvió. Pero para el "mundo de las pruebas", como un experimentado abogado describe a lo que pasa en Tribunales, para este caso no hay cuerpo, no hay escena del crimen, no hay sangre y no hay armas. Tampoco cámaras de seguridad que muestren los últimos minutos de Paula o mensajes o escuchas telefónicas que revelen un plan de los acusados o referencias al hecho.
Los que pasaron
La investigación, iniciada con el anterior sistema penal, tuvo como jueces instructores en San Lorenzo primero a Eduardo Filocco y luego a Juan José Tutau y como fiscal a Román Moscetta. No obstante, la querella y la propia familia Perassi valoran la labor del fiscal Donatto Trotta, quien fue asignado en 2014 para acelerar una causa que llevaba tres años empantanada. Con él se produjeron finalmente las detenciones e indagatorias de los nueve que llegaron al banquillo.
Había un contexto de muchas dudas y pocas certezas. También de confusiones creadas. Para mayo de aquél año en América TV los padres de Paula le concedieron una entrevista a Oscar González Oro. Al aire, el "Negro" les avisó que su hija había llamado para pedirles que aborten la búsqueda. "Soy Paula, no me busquen más", fueron las palabras que le adjudicaron. Para Alberto, fue más "carne podrida". Nunca se esclareció quién y por qué hizo ese llamado.
Y ya antes de que un fiscal de Rosario (Trotta) tomara las riendas hubo una advertencia del rumbo que tenía la causa. La Sala I de la Cámara de Apelación Penal de Rosario había revocado el procesamiento Strumia y Díaz, por entonces únicos implicados. Esa resolución de Carina Lurati, Ernesto Pangia y Alfredo Ivaldi Artacho cobra relevancia en el tiempo. Mucho de lo que señalaron no pudo revertirse aún en el juicio oral y público.
Esa decisión es de 2013. Los jueces remarcaron que estaba acreditado el vínculo con Strumia, el embarazado y que se debatían entre realizar o no un aborto. Pero no todo lo que se supone que sucedió después.
Según los camaristas, "al menos al 13 de septiembre Paula Perassi cursaba un embarazo de aproximadamente 6 semanas, ello en función del resultado del análisis bioquímico de sub unidad Beta de HGC". También remarcan que "de las conversaciones por redes sociales mantenidas entre José Luis Freijomil y Perassi surge la noticia del embarazo como producto de la relación de ella con Strumia (ella le había manifestado por esa vía "que no se cuidaban"). Sin embargo, realzan que "en ningún momento se advierte que estuviera amenazada".
Sí surge del análisis de los peritos informáticos que era un conflicto. Paula buscó en Yahoo qué riesgo tenía si abortaba. Después, su ginecóloga se lo advirtió y ella se lo contó por escrito vía Facebook a su amigo Freijomil: "Tengo un riesgo alto. No puedo abortar. Además, tengo dos quistes de 8 y 14 milímetros en el útero".
En 17 y 18 de septiembre está el desenlace. Habían fijado como fecha el 17 para realizar ese aborto en Rosario, pero por conversaciones posteriores no sucedió ese día. Ya ubicados sobre el 18, el día de la desaparición, el tribunal de Alzada indicó que el hecho de que Paula haya efectivamente salido de su casa entre las 21.30 y las 22 del 18 de septiembre de 2011 surgía sólo "de los dichos de su concubino". Fue la primera alarma. Y avisó: "No logra este Tribunal comprender de qué modo el Sr. Magistrado Filocco llega a la conclusión que Paula Perassi se subió al auto de Díaz para que la entregue donde estaba Strumia, matándola éste luego".
Como Filocco era quien había procesado inicialmente a ambos, le hicieron un fuerte llamado de atención por "la necesidad de fundamentar su posición, que no deviene de prueba alguna, o lo que es peor, que desoye pruebas".
Entonces, si Trotta y los querellantes Adrián Ruiz y José Ferrara debían romper con aquella máxima que señala que "el tiempo que pasa es la verdad que huye", tenían como antecedente que dos años después del hecho la Cámara de Rosario había sentado posición sobre los investigadores anteriores: "No hay ningún elemento de prueba incorporado en la causa que permita arribar al juicio de probabilidad de que Gabriel Strumia llevó a cabo el delito de homicidio de Paula Perassi por el que fuera indagado".
Además de los funcionarios judiciales, también distintas policías provinciales y federales sirvieron a la causa.
Otro camarista que no volvió
Fue Trotta el que impulsó después la detención de todos los involucrados. Sin embargo, en agosto de 2015, el camarista Adolfo Prunotto Laborde revocó las prisiones preventivas ordenadas ya por Tutau y los dejó a todos en libertad. Fue un escándalo, porque entre sus argumentos sólo uso dichos de la defensa de los imputados. Perassi salió desencajado de Tribunales y adjudicó la resolución a "la aparición" de "la billetera con dólares". El magistrado le respondió que lo iba a querellar. Al tiempo se pidió licencia. Sufrió hasta críticas internas.
Para noviembre, ante un recurso de la querella, su colega de Alzada Carlos Carbone remarcó que Prunotto sólo expresaba "lo manifestado por la defensa, violando las reglas de la sana crítica racional que son las que rigen la rectitud de cualquier razonamiento humano, las de la lógica, psicología, ciencias y experiencia común".
"Tolerar una resolución como la que se rechaza, pone a esta causa en un seguro camino a la impunidad, sobre todo cuando no se ha oído para nada las expresiones de una parte y se ha dejado a la comunidad sin la valoración del acusador público", le dijo Carbone a Prunotto, que no volvió a su cargo.
Ya en marzo de 2016, fue la propia Corte Suprema de Justicia provincial la que anuló "por falta de fundamentos" el fallo emitido por Prunotto Laborde. Fue así que entre posiciones encontradas en el seno del Poder Judicial, y con circunstancias poco comunes, el trámite siguió adelante. Pero la prueba no se fortaleció.
Carbone sí sostuvo las prisiones preventivas más adelante, aunque con la salvedad de que eran suficientes para una etapa preliminar. En noviembre de 2018, cuando extendió por seis meses lo que ya era una prórroga extraordinaria, ordenó que el juicio debía realizarse antes de marzo.
La clave: los dichos vs. las pruebas
La noche del fallo, la jueza Strólogo le dijo a Telenoche (El Tres) que no se podía "condenar con dichos". De otro modo: las pruebas de cargo fueron subjetivas, mientras que las de descargo (de los defensores) fueron elementos objetivos.
En el caso de Strumia, desbarataron la reunión previa en el Viejo Bar de Timbúes que ubicaba a Paula Perassi con él y Díaz a partir del relato de un testigo. Fue con un desglose minuto a minuto de las antenas de los celulares de Paula y de Strumia, que ubicaban a cada uno en lugares diferentes; también por el uso de cajero automático que "a las 18.30 hs, Paula Perassi estaba en San Lorenzo y no reunida con Strumia y Díaz en el Viejo Bar". También por fotogramas de una cámara de la casa de Strumia en Puerto San Martín, que lo ubican arreglando el cerco de la pileta.
La autenticidad de esas imágenes no quedó destruida en el juicio. Y con ellas también la defensa técnica del principal acusado -a cargo de los abogados Fernando y Narela Sirio- puso en duda que haya estado cerca del locutorio desde el que llamaron a Paula antes de que, supuestamente, saliera de su casa. Hay más: ¿esa llamada existe? Sí. ¿Se sabe el contenido? No. Por eso no resulta tampoco una prueba inobjetable de que haya relación entre la comunicación y que haya salido de su casa.
Sobre el destino del cuerpo hubo de todo. Analizaron cadáveres que aparecieron a lo largo de varios años en la región e inicialmente no se habían identificado, el Equipo Argentino de Antropología Forense lo buscó en cava y más. Pero al juicio fue un testigo que, tras indicar que conocía el caso por los informes que había visto en televisión, relató que en la cárcel escuchó decir a alguien a quien no conocía pero después relacionó como similar a Strumia que "al cuerpo de Perassi se lo dio a los chanchos".
La defensa de Strumia tiró por el piso el testimonio: nadie registró el momento y al juicio no llevaron identificados a los otros testigos para que pudieran ratificar lo que supuestamente se relató en público en un establecimiento penitenciario.
Los otros: la "abortera", el chofer y los policías
Otro testimonio que se presumía "clave" era el de un yerno de Mirta Rusñisky, la acusada de ser quien practicó el aborto clandestino. Fue quien de pronto, un día, recordó que su suegra contó que una chica se le murió en una práctica. Los defensores revelaron que se había ido de la casa de la hija de la partera y estaba despechado, por lo que plantearon otro conflicto.
Inclusive, entre la prueba contra ella se citó el hallazgo de misoprostol en la casa. Pero para los fundamentos, el Tribunal podrá decir que lo encontraron cuatro años después y en otra casa. Y que, encima, eso de ninguna manera ubica a Rusñisky junto a Paula Perassi el 18 de septiembre de 2011 en su casa de Timbúes en un aborto clandestino que salió mal.
El elemento más fuerte contra Díaz, chofer y mano derecha de Strumia, es el rastro que marcó un perro en su auto. El fiscal Trotta dijo que es "una prueba que no se discute en ninguna parte del mundo". Pero al Tribunal le ofrecieron a la par evaluar el testimonio de Mario Rosillo, perito en Odorología Forense, que hizo un dictamen cuya conclusión fue que "el procedimiento de búsqueda con el canino está fuera de término en el tiempo". Habían pasado 87 días. El veterinario, que se formó con el FBI, hasta le dejó un libro suyo a los integrantes del Tribunal.
En tanto, y si bien es lógico pensar que la recolección de pruebas es insuficiente justamente porque hubo policías acusados por desviar la investigación, del debate se desprende que el contacto de Strumia con la fuerza era Adolfo Puyol (vínculo comercial con camiones, según el comisario), que era jefe de la Agrupación Cuerpos. Sin embargo, ante el Tribunal no quedó fortalecido el vínculo entre Puyol y la Agrupación Unidades Especiales, donde prestaba funciones el resto. Entonces, ¿qué motivación tendrían Krenz, Gómez, Godoy y Galtelli para encubrir al empresario y amante de Paula? Y además: ¿qué y a quién van a encubrir si no hay autor condenado? Nada quiere decir que eso no sucedió: significa que hay "cabos sueltos".
Más deficiencias para una gran deuda
Un juicio sin una verdad que ofrecer deja deficiencias. De hecho, las hay hasta para los acusados. Estuvieron tres años y ocho meses presos, con prórroga extraordinaria de la prisión preventiva, para que al final los mandaran a sus casas. Sólo en las primeras horas en libertad, a Strumia lo echaron de un negocio de San Lorenzo (su presencia fue una provocación inncesaria ante tanta conmoción social) y a su mujer la insultaron en un supermercado de Rosario. "Sos una asesina, no vas a andar impunemente por la calle", le dijo una mujer mientras la grababa. La falta de una verdad jurídica dejó a San Lorenzo bajo el grito de una "condena social". Para el próximo jueves ya convocaron a una caravana.
Deficiente también, en el caso de las víctimas, es que Alberto Perassi recibió las amenazas con la entidad suficiente como para usar siempre chaleco antibalas y caminar escoltado por un efectivo de la Policía Federal hasta en el interior del Centro de Justicia Penal. Pero nunca nadie le pudo probar quiénes lo amenazaban o quiénes dejaron más de una vez distintos mensajes en su taller de San Lorenzo.
En medio de todo eso se gestó lo que pasó: un tribunal sin contacto previo con la causa se encerró un mes a escuchar a todos y resolvió lo ya conocido. En diez días, los fundamentos dirán otra vez que "no se probó el relato". No hay prueba de cargo que sea incontrovertida. Quedaba la posibilidad de una condena con indicios, pero para eso debían ir todos en la misma dirección. Y en este caso, un funcionario que conoció la causa por dentro analizó que "no son concordantes entre sí, ya que cada análisis lleva a conclusiones diferentes".
De las palabras de los integrantes del Tribunal de primera instancia se desprende además que no dicen que "no pasó nada". Indican que la búsqueda de Paula Perassi y de la verdad deben continuar. Entre otras cosas, hasta pueden cuestionar no haber agotado la investigación sobre Rodolfo Ortiz de Elguea, el viudo "despechado", según la defensa de Strumia.
Mientras la discusión sobre la misma prueba y la incansable lucha de los Perassi seguirá en la Cámara, queda claro que la ausencia de la joven sanlorencida sólo es posible por el complot de varias personas. Nadie puede hacer desaparecer a una persona en soledad y ocultar el cuerpo por 7 años y medio sin que lo descubran. Salvo que haya desvíos intencionales, dilaciones o deficiencias, que al fin y el cabo hagan que dos mujeres y un hombre que tienen su cargo por concurso y fueron sorteados para el juicio piensen que: o no fueron quienes estuvieron en el banquillo, o más bien que los hechos no se dieron de la manera que se presentaron o intentaron probar.