Michael Young es un biólogo genetista estadounidense especializado en el estudio de los patrones del sueño y de los relojes biológicos. En 2017 ganó el Premio Nobel de Medicina por sus trabajos en el tema. Destaca por ser un fervoroso defensor de la siesta, a la que considera beneficiosa, natural y ancestral. De hecho asegura que dormir poco acorta la vida.
“¿De qué se trata eso del reloj biológico?”, lo consultaron desde 20 Minutos. “Tenemos muchos relojes biológicos, muchas de nuestras células tienen su propio reloj biológico operando independiente uno del otro. Lo mismo con los órganos. Estos relojes lo que hacen es prestar atención a las señales del entorno para decidir qué hora del día es y cómo deben funcionar, pero hay veces que se confunden”, respondió.
Para el especialista esta confusión puede darse porque diferentes partes de nuestro cuerpo responden a señales distintas. “Por ejemplo, el cerebro responde a la luz. Cuando salgo por la mañana y vuelvo por la noche, mis ojos y mi cerebro saben que estoy en una ciudad A, pero si empiezo a comer en medio de la noche, a las dos o las tres de la madrugada, cuando debería estar durmiendo, mi hígado pensará que estoy en una ciudad B. Esto puede producir un conflicto. Tenemos un mismo cuerpo viviendo simultáneamente en dos zonas horarias y eso es contrario a tener un comportamiento coherente”, argumentó.
Y esto puede traer problemas. “Se han hecho pruebas en animales de romper deliberadamente el ritmo del reloj del páncreas o del hígado, y se ha producido una diabetes o una enfermedad metabólica en un ratón, por ejemplo. Eso nos dice que tenemos los relojes diseñados para funcionar correctamente y que la falta de sincronía va a tener consecuencias en nuestra salud, algunas muy severas”, sostuvo.
Para evitar esto indicó que lo primero y lo más importante es que todos los relojes corporales estén bien sincronizados. Los cuerpos están construidos para ser rítmicos y no se deberían poner resistencias. “Permanecer la noche entera en frente de una pantalla de una computadora no es saludable, por ejemplo”, graficó.
Sin embargo admitió que cada vez más la vida se va organizando contracorriente de los relojes biológicos. “Si lo hacés de forma ocasional no hay problema, pero si es constante afectará nuestra salud”, aseveró.
Por eso consideró que es muy importante acostumbrarse a tener hábitos regulares a la hora de dormir. “Para un adulto estaría bien dormir siete horas y de noche. Siempre que se pueda en el mismo horario. Lo peor que se puede hacer es cambiar constantemente el patrón de sueño, eso es como vivir en un avión volando alrededor del mundo”, afirmó.
“La esperanza de vida se recorta si reducís las horas de sueño. Pero no dormimos lo mismo en las distintas etapas de la vida. Con los bebés hemos detectado que hasta los tres o cuatro meses no les funcionan todos los relojes biológicos. Sabemos que los adolescentes tienen la necesidad de dormir más horas, y que los adultos con siete horas van bien. Los problemas vuelven con la tercera edad, los relojes ya no están tan vigorosos y pueden necesitar prestar más atención a los horarios de las comidas, de irse a la cama, de exponerse a la luz del día o de hacer ejercicio”, señaló al diario español.
“La siesta es beneficiosa para los relojes internos, porque los humanos, y también las moscas de la fruta con las que nosotros hacemos experimentos, están activos en la mañana y por la tarde, pero descansan después de la comida y por la noche. La siesta es natural, y un patrón de sueño que surgió en África hace millones de años y sigue formando parte de la biología humana a día de hoy.