Considerada una de las inteligencias múltiples teorizadas por Howard Gardner, podemos definir la inteligencia musical como la capacidad de las personas para percibir y expresarse a través de la música en cualquiera de sus posibles formas.

El aprendizaje de ritmos y/o canciones, repercute en importantes beneficios para el desarrollo de las personas, especialmente las más jóvenes, dentro de los cuales el sitio aulaplaneta.com destaca los siguientes:

- Impulsa la creatividad, pensamiento abstracto y memoria, a través de la asunción de pautas musicales que después, una vez han sido interiorizadas, puede ser repetidas y reversionadas.

- Mayor habilidad verbal y competencia idiomática, estrechamente relacionadas con el desarrollo lingüístico que trae consigo el aprendizaje de ritmos y canciones antes comentada. Lo que cobra una especial relevancia en oyentes en edades tan tempranas que, por lo tanto, todavía se encuentran en proceso de formación.

- Un mayor desarrollo de la inteligencia matemática, con la que se encuentra estrechamente relacionada en muchos de sus aspectos.

- Siempre que se les de margen para que se desarrolle de forma más formal, a través de clases de música, por ejemplo, implica una mayor capacidad para la autodisciplina y la perseverancia en el aprendizaje. Y todo ello a través de la motivación que genera una de las cualidades que todo aficionado a la música conoce: disfrutar de la música supone un verdadero placer para sus oyentes.

- A través de la educación musical entendida como el aprendizaje de instrumentos musicales, se fomenta la socialización entre los diferentes miembros de una banda musical, motivados a colaborar entre ellos para conseguir un resultado final que sería imposible acometido en solitario.

-A partir de la contextualización de los diferentes temas musicales estudiados, pueden abordarse temáticas aparentemente ajenas a lo musical, como las relacionadas con la sociología, la Historia o la Historia del Arte, entre otras.

 

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