En un ensayo publicado en la revista Journal of Phsysical Therapy Science, expertos en Ciencias del Deporte aseguran que las personas de más de 40 años que mastican chicles mientras caminan cubren más distancia, se desplazan más rápidamente y gastan más energía que aquellos que no lo hacen.
Para determinarlo, estudiaron las constantes de 46 voluntarios, de entre 21 y 69 años, a quienes les pidieron que caminaran al ritmo que solían seguir habitualmente durante 15 minutos, según reseña el artículo publicado en la revista Muy Interesante.
A unos se les indicó que, además, masticaran un chicle
De ese modo, observaron que el ritmo cardíaco era significativamente más alto en todos los participantes que habían mascado durante la prueba.
El estudio arrojó además que en los hombres mayores de 40, el gasto energético era mayor.
Estos, además, daban más pasos y llegaban más lejos que las personas que no lo habían hecho.
Según los científicos, que presentaron sus resultados en el Congreso Europeo de Obesidad, celebrado en Viena, las diferencias se daban tanto en mujeres como en varones, pero en estos últimos era mucho más notable.
“Puede ser un modo eficaz de lidiar con el sobrepeso, especialmente en países en los que andar es un hábito extendido, como ocurre en Japón”, indican los investigadores en un comunicado. Aunque no han tratado de dilucidar cuál es el vínculo que podría explicar este fenómeno, sospechan que podría estar relacionado con una especie de sincronización cardiolocomotora , en la que el ritmo cardiaco se acompasa a un movimiento efectuado de forma repetitiva.
En todo caso, no es la primera vez que se relaciona el consumo de chicle con una posible pérdida de peso.
Ya a finales de 1999, unos especialistas en endocrinología, nutrición y metabolismo de la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota), plantearon en la revista The New England of Journal Medicine que hacerlo acarreaba un gasto calórico adicional, de entre 8 y 14 kilocalorías por hora, esto es, entre un 15 y un 23% más que si no se masca.