Con el correr de los días, Zavalla volvió a su ritmo habitual de comercios con horario cortado, bicicletas en las veredas y miradas al cielo para que el tiempo acompañe la cosecha que se viene. El regreso de las vacaciones de los estudiantes a la facultad de Ciencias Agrarias, ubicada en el corazón del Parque Villarino, hace que las calles del pueblo recuperen el pulso y el color juvenil que empieza a contrastar con los ocres del otoño. Sin embargo, cuando se convoca a una movilización como la de este jueves, un día antes de cumplirse un mes de la tragedia de la ruta 33, el recuerdo del horror se adueña nuevamente del instante. Un instante que para muchos ya se ha vuelto una eternidad.
La jornada en la localidad más afectada por la tragedia -siete víctimas fatales eran oriundas de allí- comenzó con la tierna y conmovedora marcha de chiquitos de los jardines del pueblo hasta la plaza central, donde se convocó a un acto de recuerdo por los fallecidos y pedido de justicia para todos los afectados. Se realizó un día antes del mes exacto del choque de los colectivos “para no interferir en el acto por el 24 de marzo”, indicaron los organizadores.
El hecho de convocar a los pequeños a partir de consignas propias para su edad, para que comiencen a adquirir conciencia de conceptos como solidaridad, compromiso con lo que sucede en su comunidad y justicia, fue destacado por una de las integrantes de la agrupación “Prohibido Olvidar” de Casilda: “Felicito a las maestras porque esto que vemos hoy acá no lo hemos visto en ningún otro lado, es hermoso”, dijo.
Cerca del mediodía llegó a la plaza la columna más nutrida, compuesta por estudiantes, profesores y trabajadores de la facultad. Ellos caminaron junto a familiares de víctimas. Marcharon también por los que todavía no se siente con fuerzas porque el dolor los paraliza.
Hubo breves y conmovedores discursos de Hugo Belén, primo del chofer Gustavo “Lato” Souza, fallecido en el choque, y de la esposa de Jorge “Tijereta” Ledesma, un empleado de la universidad que encontró la muerte ese fatídico 24 de febrero por la mañana entre Pérez y Zavalla.
También tomó el micrófono el cura local, el padre José María, con un mensaje puramente religioso y de refugio en la fe. Y le siguió el padre Rafael, que estuvo al frente de la iglesia del pueblo hasta hace un par de años, cuando fue trasladado a Rosario: “Este pueblo pide justicia y sobre todo pide que se termine la corrupción”, señaló con determinación.
En medio de la gente se podía divisar a los choferes que prestaban servicios para Metropolitana y que los zavallenses aprecian como si fueran oriundos de allí. Sus rostros compungidos lo decían todo, porque además del dolor de haber perdido a su compañero Aníbal Pontel, hoy no saben qué pasará con sus puestos de trabajo. Todos ellos se preocuparon por contener a Sandra, viuda de Aníbal, que otra vez dijo presente junto a su hija Brenda.
“Desde mi punto de vista, y hablo en nombre de mi familia que perdió a un ser querido, el dolor cada vez es más terrible y no vemos cambios, pasó un mes y no hay solución”, contó Hugo al periodista Juan Pedro Aleart para De 12 a 14 (El Tres).
Norma, médica del Samco de Zavalla, pidió “que la gente no se olvide de esto que fue muy grave, que siga peleando por justicia”.
Nicolás, presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad, expresó: “Este suceso fue un punto de quiebre y tiene que haber cambios profundos. El 1 de abril puede venir otra empresa que puede ser lo mismo que Monticas y no lo vamos a permitir”.
La mañana, que era radiante en sus horas tempranas, cambió a un gris amenzante cuando la gente dejó el espacio común de la plaza para volver a sus tareas. Mañana se cumple un mes de las sirenas, de los llamados con el corazón en la boca, de las lágrimas compartidas. El pedido es que mañana, y todos los días que siguen, la lucha siga viva.