La hora en la que come cada persona altera su reloj biológico y por eso aquellos que sufren jet lag al viajar, deberían comer cada cierta cantidad de tiempo específico.
La Facultad de Salud y Ciencias Médicas de la Universidad de Surrey (Reino Unido) se puso a analizar las funciones biológicas del cuerpo en los ciclos de 24 horas, también llamados ritmos circadianos. Se trata de aquellos en los que se manifiestan cambios fisiológicos y mentales, impulsados por los relojes biológicos internos.
Y el resultado de los trabajos fue que los horarios de las comidas sirven para reestablecer los relojes corporales. Para eso la investigación analizó el efecto de un retraso de 5 horas en los tiempos de comida en diez jóvenes durante 13 días, según publicó Muy Interesante.
Primero se les sirvió un plato de comida a la media hora de levantarse, posteriormente se fue corriendo el horario hasta que tuvieran que aguardar 5,5 horas. Todas las comidas tenían el mismo contenido nutricional y el mismo número de calorías.
¿Qué se encontró? En general, el retraso en el tiempo de las comidas no influyó en el apetito o somnolencia de los participantes. Sin embargo, lo que sí cambió significativamente fueron los niveles de azúcar en sangre de los participantes. Los tiempos tardíos de las comidas retrasaron los ritmos de azúcar en sangre en un promedio de 5 horas.
“Un retraso de 5 horas en los tiempos de las comidas causa una demora de 5 horas en nuestros ritmos internos de azúcar en sangre. Creemos que esto se debe a cambios en los relojes en nuestros tejidos metabólicos”, manifestó Jonathan Johnston, coautor del trabajo.
“Esperábamos ver algunos retrasos en los ritmos después de las comidas tardías, pero el tamaño del cambio en los ritmos de azúcar en la sangre fue sorprendente. También fue sorprendente que otros ritmos metabólicos, incluyendo la insulina en sangre y los triglicéridos, no cambiaron”, explicó.
Es por eso que para el especialista, las comidas cronometradas desempeñan un papel en la sincronización de los ritmos circadianos periféricos en los seres humanos y pueden tener especial relevancia para los pacientes con trastornos del ritmo circadiano, trabajadores por turnos y viajeros.