Después de un debate extensísimo (de casi 24 horas) e histórico, y con una impresionante movilización de mujeres como marco, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó y dio media sanción al proyecto de ley de aborto legal, seguro y gratuito. La votación fue 129 a favor, 125 en contra y una abstención. Se llegó a ese número tras un error por el cual primero se contaron 131 votos a favor y 123 en contra, lo que derivó en algunas discusiones que no duraron demasiado.
La votación se empezó a dar vuelta recién este jueves a la mañana cuando los tres diputados por La Pampa, dos de los cuales eran contados entre los indecisos, anunciaron que apoyaban el proyecto. Ya es historia. Como el debate en sí, con discursos que fueron verdaderas piezas para recordar y otros que muestran el deplorable nivel de cierta dirigencia.
Ahora el proyecto pasa a la Cámara de Senadores, donde el tablero político es bien diferente, es mayoría el peronismo, y adquiere mayor peso la representación territorial, lo cual le da más poder a provincias chicas que suelen tener legisladores conservadores.
Sin embargo, el clamor que decenas de miles de mujeres sacaron a la calle, y que llevó justamente a producir esta bisagra en la historia argentina, parece capaz de todo. O, en todo caso, ¿pueden los representantes del pueblo desoírlo?
En Diputados quedó claro que no. Cuando la maratónica sesión empezó eran más los que rechazaban el proyecto.
Para que la aprobación se produjera hubo una alianza transversal, que unió a integrantes de los diferentes bloques, fundamentalmente el PRO –donde en realidad fueron mayoría los que votaron no–, el Frente para la Victoria, la UCR y la izquierda. Una alianza que entendió que la discusión no era sí o no, sino aborto legal o aborto clandestino. Y que escuchó a la marea verde, que pobló los alrededores del Congreso pero que también se multiplicó en el resto del país, con una vigilia por la conquista de un derecho clave para las mujeres.
También del lado del no hubo una alianza transversal, que incluyó al lado de los sectores más reaccionarios de la Argentina junto a dirigentes que se dicen progresistas. El caso más extremo es el del santafesino Luis Contigiani, que terminó distanciado del Partido Socialista, el mismo que lo llevó a ser diputado nacional. También cabe señalar el caso de otra santafesina, la peronista Silvina Frana.
Ahora viene otra etapa, otro debate, el del Senado. Volverán a escucharse voces en una y otra dirección. Las mujeres, la marea verde, seguirá en la calle, desde donde impuso su agenda a la política. La historia golpea ahora la puerta de las y los senadores.
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