Los psicólogos especializados en la clínica de niños reciben cada comienzo de año (principalmente una vez ya iniciado el ciclo escolar y más próximo a la fecha de entrega de libretas) un gran número de consultas relacionadas con posibles diagnósticos de Trastornos por Déficit de Atención (TDA o TDAH). Las Psicólogas Daniela Moro, Julieta Nadalin y Romina Tion del Servicio de Psiquiatría y Psicología de Grupo Gamma, explican de qué se tratan estos trastornos.
Según publica el sitio grupogamma.com, los motivos de dicha demanda son varios, aunque generalmente se encuentran asociados con un conjunto más o menos específico de comportamientos, cuya manifestación se vuelve significativa dentro del contexto escolar.
La escuela, al tratarse de un ambiente social (extra-familiar) con condiciones y tiempos preestablecidos se convierte en el escenario principal donde conductas que antes pasaban desapercibidas adquieren notoriedad.
Emergen así diversas frases o modos de nombrar estos comportamientos, como ser: “no presta atención”, “vive en las nubes”, “no escucha cuando le hablan”, “comienza las tareas pero no finaliza ninguna”, “no respeta los turnos”, “es molesto con sus compañeros”, “los cuadernos están incompletos”, “se niega a realizar las actividades”, etc. Todo lo cual viene a reflejar que el niño no logró hacer el click esperado y que el proceso de escolarización está naufragando.
¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención?
Considerado un trastorno del aprendizaje, por que repercute fuertemente en el aula, el Trastorno por Déficit de Atención (con o sin Hiperactividad) afecta a numerosos chicos y puede poner en riesgo tanto su escolaridad como su vida afectiva y social.
Se trata de un síndrome conductual con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético caracterizado por distracción moderada a severa, períodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas.
Los comportamientos derivados del TDA se encuentran en todos los niños, la diferencia radica en la intensidad y la frecuencia con la que se presentan. Por esta razón una consulta a tiempo y con el profesional idóneo permite desplegar las intervenciones terapéuticas y de sostén necesarias para ayudar al niño en su proceso de maduración (cognitiva, emocional, psíquica y social).
¿Cómo puede manifestarse el TDA en la escuela?
Este trastorno se manifiesta a partir de tres síntomas principales:
- Déficit de atención: parece que el niño no escucha; no siguen las instrucciones o pasos de un plan; no termina las actividades; pasa de una actividad a otra; le cuesta organizar las tareas; pierden sus objetos; evitan actividades que impliquen un esfuerzo mental; etc.
- Hiperactividad: necesita cambiar de actividad continuamente; no puede quedarse quieto en su asiento; corren, saltan, trepan en situaciones inapropiadas; pueden tener dificultades en la coordinación motora; tienden a tener muchas caídas, golpes o accidentes; etc.
- Impulsividad: interrumpen las conversaciones; dan respuestas antes de tiempo o sin escuchar la pregunta; actúan sin pensar ni mediar las consecuencias de sus actos; no pueden esperar que llegue su turno; etc.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos con este diagnóstico?
El médico que realiza el diagnóstico indicará a los padres cómo ayudar a su hijo.
La labor de los padres es fundamental en el desarrollo del niño, constituyendo el factor protector más importante para reducir el impacto del Trastorno por Déficit de Atención.
Por ello es fundamental que puedan aplicar diferentes estrategias orientadas a ayudar y facilitar en el niño el aprendizaje de conductas que le permitan regularse y automonitorearse.
Las mismas pueden estar orientadas a:
- Estructurar el ambiente, planificando hábitos y rutinas;
- Externalizando la información que se brinda a los niños, mediante la Incorporación de carteles, fotos, relojes, señales acústicas, etc. (información externa clara y concisa);
- Facilitando la internalización de los procesos, mediante una guía externa de la conducta, por ejemplo: pensar en voz alta, desarrollar autoinstrucciones para trabajar con la imaginación (pasado y futuro).
- Hablar con los maestros para acordar los modos de proceder tanto en un ambiente como otro (escuela y hogar), realizar y recibir sugerencias.