Todo exceso hace mal, incluso el del ejercicio. Es relativamente sencillo pasarse de revoluciones cuando uno deja de lado el objetivo primordial del fitness como forma de vida saludable, y lo adopta como medio para conseguir un cuerpo perfecto.
Según el sitio Doc Salud, el primer síntoma es el aislamiento: cancelar salidas o reuniones con la pareja o amigos por ir al gimnasio. Después surge el no poder dormir pensando en que hay que entrenar. Más adelante aparece la obsesión por comer sólo aquello que aporte a la musculatura, rechazando todo tipo de alimento que no lo haga.
Para combatir ese lado oscuro del fitness se recomienda:
Aceptarse uno tal cual es: hay que amigarse con el cuerpo de cada uno y cuidarlo durante todas las etapas del entrenamiento.
No olvidar las prioridades: tanto el deporte como la alimentación deben contribuir a tener una vida sana. Pero si esto se convierte en una obsesión que atenta contra nuestra familia o amigos, hay que moderarse.
Disfrutar: elegir un deporte o una disciplina que divierta es fundamental para no abandonar el entrenamiento.