Saltarse el desayuno y cenar tarde eleva entre cuatro y cinco veces el riesgo de infarto o la angina de pecho en personas que ya sufrieron uno. Así lo asevera un estudio publicado en la revista de la Sociedad Europea de Cardiología, que circunscribió el mayor riesgo a los 30 días posteriores al alta hospitalaria.
La investigación incluyó a 113 pacientes con una edad promedio de 60 años que sufrieron una forma particularmente grave de ataque cardíaco llamada infarto de miocardio por elevación del segmento ST. “Uno de cada diez pacientes de este tipo muere en un año, y la nutrición es una forma relativamente barata y fácil de mejorar el pronóstico”, indicó el autor del trabajo, Marcos Minicucci, de la Universidad Estatal de San Pablo Paulo (Brasil).
Ya se sabía que quienes no desayunan y cenan tarde son propensos a otros hábitos poco saludables como fumar y no realizar actividad física. Ahora se agregó una retroalimentación que se da en estos ciclos: quienes trabajan hasta tarde, cenan tarde y son susceptibles a no tener hambre a la mañana.
La recomendación es que entre la cena y el horario para acostarse pasen al menos dos horas. El experto también aconsejó un desayuno con productos lácteos, como leche descremada, yogur y queso, además de frutas. “Debería tener entre el 15 y el 35% de nuestra ingesta calórica diaria total”, apuntó Minicucci y consignó 20 Minutos.
En la investigación se constató que el 58% de los pacientes omitía el desayuno, el 51% no respetaba el horario de la cena y un 41% hacía las dos cosas. Los expertos constataron que quienes ingerían más calorías en las primeras horas del día y menos alimentos por la noche reducían notablemente el riesgo de sufrir un infarto de miocardio, un ictus u otras enfermedades del corazón o de los vasos sanguíneos.