La autonomía es la base para aprender de manera constante durante toda la vida. Está comprobado que el estudiante que es autónomo suele tener mejores resultados académicos, y en este sentido, la escuela es el mejor espacio para aprender esta destreza o capacidad, según afirma el sitio educaciontrespuntocero.
Para cumplir este objetivo, el docente debe disponer de ciertas habilidades y herramientas que le permita inculcar al estudiante iniciativas autónomas en el aprendizaje, para que este sea capaz de continuar aprendiendo de manera cada vez más eficaz y de forma independiente desde edades tempranas.
¿Qué iniciativas, hábitos y rutinas de trabajo diario en el aula permiten inculcar dicha autonomía? Aquí se destacan 10 que suelen tener muy buenos resultados:
1. El profesor debe abandonar su papel tradicional de actuación, debe ceder su posición central en la toma de decisiones dejar paso a que el alumnado tenga mayor protagonismo en esa toma de decisiones.
2. Fomentar la curiosidad, especialmente con juegos, porque suele ser muy motivador para el estudiante.
3. Crear una guía bien planificada y personalizada de aquellos conceptos que tiene que ir asimilando el estudiante a lo largo del curso. Es una gran recurso cognitivo e ideal, pues puede ir aprendiendo según su nivel de comprensión, a su ritmo, y eso genera una gran motivación.
4. Crear sentido de la responsabilidad, más no de obligación en los estudiantes. No es fácil al principio, pero si se consigue es un camino ideal para estimular la autonomía.
5. Generar proyectos creativos para utilizar lo aprendido en nuevas situaciones.
6. Trabajarla. Se puede lograr con pequeños hábitos, como por ejemplo: dedicar la atención ininterrumpida a una sola cosa y acabarla, pues eso motiva; ser crítico con nuestros razonamientos; valorar positivamente los pequeños logros conseguidos, el decir “bien hecho” ayuda a esa autodisciplina; tomarte los objetivos con calma y viendo paso a paso lo que hay que hacer; etcétera.
7. Crear hojas de rutas adaptadas e inculcar capacidades, no solo intelectuales, sino también físicas y emocionales.
8. Implementar una constante tutorización para que el estudiante sea capaz de asimilar los errores, superándolos de forma positiva y afianzando su autoestima.
9. Establecer una fuerte motivación hacia la cooperación con los demás como medio para desarrollar el propio aprendizaje.
10. Propiciar “momentos” para que el alumnado pueda acceder a tareas escolares de forma espontánea, que elijan la materia que más les gusta, que accedan de forma individual o grupal.
La autonomía en el aprendizaje no significa hacer al individuo protagonista único de su propio aprendizaje. Se trata de ser independiente en la labor de aprender, pero tiene que existir una colaboración continua en el desarrollo del saber. Todas estas acciones se centran en ese objetivo, pues provocan sobre el alumnado un aumento de la confianza en sí mismo, y por ende, logran una motivación que supera su. tareas y cualquier obstáculo que se les pueda presentar, por tanto, potencia su autonomía.
Y sobre todo, permite tomar conciencia de sus propios recursos. Se siente más libre para intercambiar ideas, para gestionar el tiempo de su aprendizaje, comprender mejor la teoría y desarrollar actividades propias.