Fabian Llonch tiene un largo recorrido de emociones y conocimientos. Un camino construido entre la voracidad propuesta por la vida misma. Músico notable en su juventud, parte de la mejor banda de Fito, del disco Ciudad de Pobres Corazones y el Lalala que Paez grabó con Luis Alberto Spinetta y tocaron solo una vez en un escenario cálido y superlativo. Bandas de Rock, Facultad de Arquitectura y maestrías internacionales en EE.UU. que lo llevaron a formar una familia en Nueva York y a vivir también los grandes cimbronazos que esa Gran Manzana le ofrece a sus habitantes.
Estaba en Manhattan el 11 de setiembre de 2001 y está allí en la explosión mortuoria que el covid le ofreció a esas calles. “El coronavirus mató diez veces más que el ataque a la torres, es tremendo lo que vivimos aunque ahora bajaron los casos. Por favor ustedes usen mascarillas”, dice telefónicamente a la distancia.
Curiosamente, hace 19 años su madre desde Rosario le exigía a él, que vivía en NYC, que encienda la tele y se entere de lo que estaba sucediendo. Un avión había colisionado con una de las dos torres del Word Trade Center y se estaba viviendo un caos en la zona. Fabián intentaba comunicarse con Gisella Vidalle (notable arquitecta argentina en EE.UU. y además su esposa ) quien trabajaba en ese entonces en un prestigioso estudio de arquitectura ubicado muy cerquita del corazón de Wall Street. Gisella pasó con el subway en el mismo momento del impacto del primer avión por debajo de esa mole de acero, vidrio y hormigón. El transporte no se detuvo sino varias paradas después. Bajó, compró una cámara de fotos descartables e hizo lo que el instinto del que lo mira todo le pide: atesorar esa mirada única, aunque trágica.
Fabian lo recuerda todo. “Nos han pasado un montón de cosas acá. Parecía una película. Las comunicaciones estaban interrumpidas, mi mujer deambulaba en Wall Street asustada y con la cámara de la mano. Alli se produce el segundo ataque y todo fue enloquecedor”, cuenta y sugiere: “Deberias hablar con ella aunque no es muy propicia a meterse en esos recuerdos”. Y así es. El impacto impacta. Las marcas del horror recorren caminos de silencio.
El coronavirus mató diez veces más que el ataque a la torres
El arquitecto rosarino cuenta que la ciudad por su dinámica “es fuerte”. ¿Cómo sobrevivió esa sociedad a ese atentado? “New York City tiene una cierta manera de ser, es un torbellino de emociones que siempre tira para adelante, no es una sociedad que se quede estancada . Siempre se mueve para adelante. Con mucha fuerza, mucho dinero y muchos recursos. Así que ese impacto tremendo pero fue superado. Hay homenajes, recuerdos, dolores. Pero se siguió adelante. A Nueva York le han pasado muchas cosas: el atentado, el Huracán Sandy (2012) y ahora el covid donde fue la ciudad mas castigada del mundo. Pero mirá, aun asi ahora es la ciudad donde casi no tenemos contagios ni fallecidos. Siempre se esta reinventando y siempre se mueve para adelante”.
-En el momento en que el covid apareció por el mundo dijiste que en Nueva York era peor que el ataque a las torres.
-Yo creo que sí. Por los números. El 11S murieron 3.000 personas; por covid más de 32 mil. Lo que paso el 11S fue puntual y el ataque fue tan severo que aun ver las imágenes generan dolor, son fuertes. Es un cuchillo que entró en la psiquis de las personas dejando una secuela inolvidable. Un ataque terrible. Después podemos debatir otras cosas. Eso en la memoria quedo muy marcada. Pero lo del covid es distinto, te mata silenciosamente, un enemigo invisible. Acá hubo 600 mil infectados y eso es tremendo. Las comparaciones son difíciles pero nos dan una cierta perspectiva. La distancia con este momento solo va a ser precisa con el tiempo.
Fabian y Gisella trabajan como arquitectos, dan clases y viven en Brooklyn. Sus hijos, sus amigos, sus carreras, sus proyectos. A pesar y con la sensibilidad marcada por esas historias.
“Ahora estamos con Fito (Paez) a la distancia por regrabar viejos temas entre ellos los del disco Ciudad de Pobres Corazones, así que eso me tiene muy ilusionado. Poder volver a tocar esos temas”, dice desde su casa neoyorkina.
“Cuídense, usen máscaras”, recomienda con el acento que un latino le da a su lengua después de tantos años allí. Seguramente entre el Autocad (herramienta tech de arquitectura) y guitarras que recuerden los acordes de las canciones inspiradas en una de nuestras más doloras tragedias. Las de esta puta ciudad. La nuestra.