Sergio heredó la calesita más famosa de Funes de su abuelo y de su padre. Hace poco más de un año logró instalarla en la plaza central de la ciudad, donde se la rebuscaba para vivir del negocio familiar. Pero llegó la pandemia del coronavirus y le cambió todo, como a casi todo el mundo. Cerrado el carrusel desde marzo y sin un horizonte concreto, decidió empezar a desarmar la calesita y vender los caballitos.
El carrusel está instalado en la Plaza San José, que es el espacio verde central de Funes. Duele por estos días observar la colorida estructura infantil cruzada por las cintas de peligro para que los niños que pasan por allí no se tienten con subirse a los caballos, elefantes, dragones y autitos.
Sergio, dueño de la calesita, contó en el programa Esto se baila así (Radio 2) que vender los caballitos “es la única forma de tratar de aguantar por lo menos un mes o dos meses más”. Y agregó: “La verdad que ya no sé qué hacer”.
“Lo único que me quedó es esto, ir desarmando por partes la calesita para ver si aguanta el negocio”, apuntó Sergio con tristeza. Y confió que ya separó cinco caballitos para venderlos “por Facebook y por WhatsApp: “Hasta ahora vendí uno solo a una gente de Córdoba”, le dijo al periodista Jonatan Raimundo.
“Creo que con un protocolo se podrían abrir este tipo de juegos al aire libre”, consideró. Y planteó que “si pudieron abrir las ferias populares, por qué no podemos hacerlo nosotros”.
“Ahora salgo a vender los caballitos, mañana saldré a vender mi ropa. No sé, es muy difícil esta situación y no se sabe cuánto va a durar”, describió con pesar.
Sergio destacó que “los cargos municipales no los estoy pagando y creo que no me los van a cobrar. Pero el tema es que hoy no tenemos para subsistir”.
Acerca de la tradición familiar, el hombre contó que “mi abuelo era calesitero. Mi papá, que todavía vive y tiene 86 años, me dejó este negocio”.
Por el costado de la pandemia, Sergio también apuntó que “se sufre mucho vandalismo en este tipo de actividad. Ya me han roto todos los espejos a piedrazos y botellazos”.
“Este es un negocio muy chico, somos muy pocos los que quedamos y por eso creo que no nos han tenido en cuenta”, remarcó.
Sergio dejó un número de contacto para quienes puedan estar interesados en comprar los caballitos, que es el 3416909333. Sin embargo, aclaró que “lo que más me interesa es poder volver a trabajar”.
“Con toda esta movida ojalá que nos escuchen y que nos den una entrevista para que puedan conocer nuestro problema”, concluyó.