Cuatro presos fueron asesinados cuando eran trasladados desde la cárcel donde se produjo la masacre de otros 58 reclusos, en Altamira, estado de Pará, norte amazónico de Brasil, a bordo de un vehículo penitenciario.
La noticia fue confirmada por autoridades y de esta forma, ascendió a 62 la cifra de muertos por la guerra entre bandas que controlan presidios y el tráfico de drogas en la región amazónica, punto clave para el traslado de cocaína desde Colombia, Perú y Bolivia hacia los puertos brasileños en el Atlántico.
"Son problemas que ocurren", dijo el presidente Jair Bolsonaro sobre estos cuatro decesos, tras lo cual afirmó que está a favor de la penitenciarias agrarias con trabajo forzado "a ejemplo de Estados Unidos", que están prohibidas en Brasil.
El horror de la masacre del pasado lunes en el Centro de Recuperación de la ciudad de Altamira continuó con el traslado de presos determinado por las autoridades para detener el choque entre bandas criminales.
En un camión jaula donde eran trasladados 30 presos, cuatro de ellos fueron asesinados asfixiados cuando iban camino a la ciudad de Marabá, a 600 kilómetros, informó la oficina de prensa del gobernador Helder Barbalho.
De acuerdo con las autoridades, el motín del lunes fue motivado por una pelea entre las bandas criminales Comando Classe A (CCA) y el Comando Vermelho (CV, Comando Rojo), que pugnan por reclutar presos a sus filas y controlar el tráfico de drogas y armas.
Las autoridades penitenciarias informaron el martes por la noche que habían encontrado un cadáver más, con lo cual dentro del presidio los muertos habían ascendido a 58.
Motín salvaje
De los 62 muertos, 16 fueron decapitados dentro de un pabellón invadido por los capos del Comando Classe A, una de las bandas que se disputa el tráfico en la región.
Las dos más grandes de Brasil son el Comando Vermelho, que domina desde los años ochenta parte de las favelas cariocas y tiene en prisión a su máximo capo, Fernandinho Beira Mar, y el Primer Comando de la Capital (PCC), banda paulista con control de la marihuana en el norte de Paraguay, cuyo jefe también está preso, Marcos Willian Camacho, alias "Marcola".