Cuando Bernardo y Florencia cocinaron platos típicos de Tanzania para la edición especial de la Fiesta de Colectividades a distancia por la pandemia, Tatiana fue la cajera. Cuando celebraron por primera vez la independencia de ese país africano en el Monumento, Tatiana fue parte de la comitiva. Cuando nadie sabía qué hacer con Alpha y Sallieu, los dos chicos arribados desde Sierra Leona, Tatiana les dio unas primeras clases de idioma. Tatiana Belén Cabañas es abogada especializada en migraciones y racismo; asesora técnica y legal de varias asociaciones locales. Pero sobre todo ella está; conoce a las personas y las agrupaciones que trabajan con jóvenes polizones o desplazados en el día a día.

En lugar de “polizones” ella prefiere hablar de “personas en situación de movilidad porque es muy importante remarcar que son personas, porque sino la gente se olvida”. Sostiene que la discriminación y el racismo empiezan por las formas del decir que “deshumanizan”. Por eso se cuida, reclama cuidado, en los conceptos y palabras. 

En ese marco riguroso que ella fija, asegura que es complejo resumir el universo de africanos en la ciudad a “entre 40 y 50”. Primero porque no hay una cantidad definida. En todo caso, dice en esta charla con Rosario3, serían africanos negros que trabajan en su mayoría de vendedores ambulantes. “Hay otros africanos, blancos, egipcios y marroquíes que se mueven de otra manera”, señala. Ella estima que existen entre 50 y 100 personas llegadas desde ese continente que viven en el Gran Rosario y que en algunos casos van y vienen de Buenos Aires. 

“En su mayoría son jóvenes mayores de 20 años que por una cuestión cultural se dedican al comercio, regular o irregular, como forma de vida. Por eso son vendedores ambulantes”, señala y enumera de memoria a las distintas nacionalidades de personas presentes en la ciudad que ella conoce: Tanzania, Senegal, Ghana, Nigeria, Sierra Leona, Egipto, Marruecos, Congo, Camerún, Angola, Sudáfrica, Libia y Guinea-Conakri. “Apenas 13 países y hay 54 en África”, agrega.

Sobre el trabajo que realiza junto a Bernardo y Florencia desde la Asociación de Tanzania (y que Rosario3 narró en el especial "El polizón y el capitán", que además se puede descargar online), afirma: “Ellos dieron asistencia alimentaria en la pandemia, realizan acciones concretas sobre las dificultades para acceder a los procesos migratorios, como traducir los requisitos en distintos idiomas. Lo hacen porque tienen compromiso con la causa y no desde un lado paternalista, sino porque hay personas que necesitan ayuda”.

“El racismo empieza por la deshumanización del otro”

 

“La deshumanización que se hace sobre las personas que ejercen el efecto de la diáspora es muy grande, más si son negros. Si un español viene acá de polizón en un barco es un flaco que no tenía ninguna oportunidad y lo vamos a ayudar, en dos días el Consulado le consigue casa y todo. En ese sentido, la deshumanización sobre el cuerpo de la persona negra es atroz”, señala.

Sobre la causa judicial por el homicidio de cuatro polizones que quedó impune, Tatiana interpela: “Hay que pensar qué hubiese pasado si las personas no eran africanas. La deshumanización es tan grande que por más que hayan pasado 500 años siguen siendo mercancía, siguen siendo ganado”.

“Siempre hay que poner la palabra persona, porque la gente dice polizón o refugiado y es muy importante porque los medios de comunicación ejercen un paternalismo sobre el cuerpo negro, de pobrecito que siempre necesita ayuda que no sabe cómo organizarse, que no entiende esto o lo otro”, agrega y meciona el “complejo del salvador blanco”.

“Pero la cultura africana es ancestral –continúa– y por más que queramos sacarlos y meterlos en otro lado ellos van a seguir siendo así. Los africanos, o fenotípicamente hablando los cuerpos negros, no tienen por qué ser siempre objetos de estudio, pueden ser creadores de conocimiento. Hice tres carreras universitarias (profesorado de historia, papiloscopia en la Policía Federal y después derecho en la UNR), tengo 32 años y recién a partir de 2019 me enteré que existían autores negros. Nadie sabe quién es Thomas Sankara o Du Bois. Todo se centra en el pensamiento científico eurocentralizado. Y no es así”.

Tatiana empezó a trabajar en asesoría técnica y legal primero con un grupo de haitianos, en 2017, para la conformación de una asociación formal. Después siguió con migrantes de Brasil, Ucrania y desde 2019 con la Asociación de Tanzania, con un desarrollo tanto personal como profesional. 

Con esa experiencia, analiza: “Existe el racismo institucional, desde el Estado baja el racismo. Las personas no quieren ser racistas individualmente hablando. Es un barro en el que estamos todos metidos y es difícil no reproducir prácticas racistas. Viene en nuestro ADN. Todavía está vigente el artículo 25 de nuestra Constitución Nacional (que dice: “El Gobierno federal fomentará la inmigración europea…”).

“Falta un protocolo real”

 

Para la abogada especializada, “no hay antecedentes” del trabajo que se realiza con las personas que llegan como polizones a los puertos de la zona y “siempre es tapar con un parche porque no hay un protocolo real”.

“Dentro del sector africano, que es vendedor ambulante, se suman los problemas de regularización migratoria. Eso es un denominador común porque el Estado no ejerce de una manera federal las políticas de inclusión de regulación migratoria. Si ellos vivieran en Buenos Aires probablemente ya estarían regularizados pero están acá y la intervención no llega”, agrega. 

Sobre el caso de los tres jóvenes llegados este año, Jameike, Alpha y Sallieu, considera: “La regularización depende de la Dirección de Migraciones, que tiene dependencias satélites por ciudades. Pero no hay política pública que alcance a estos casos puntuales. No hay voluntad política con el tema migrante en general. Mejor dicho, no es que no hay sino que nunca es suficiente. Porque las personas encargadas de generar el movimiento para realizar las políticas públicas además de eso tiene un montón de problemas atrás. El día que hablemos de personas por igual, sin importar de donde vengan, de su color de piel, edad, género, si es pobre o rico, ese día, los protocolos de actuación van a ser rápidos”.

Sobre ese último punto, aclara: “Y cuando digo que no hay voluntad política me refiero a algo general y sostenido pero sí existen un montón de personas que ayudan desde la política, que no es lo mismo”.

Ver "El polizón y el capitán" en formato de libro digital.