Son las 16.50 y parece estar todo listo, un año más, para exclamar Memoria, Verdad y Justicia. En las inmediaciones de Dorrego y San Lorenzo, la ronda de Madres encabeza una movilización que aparentemente será multitudinaria. En los carteles y pañuelos es el blanco el que predomina para contar una herida abierta, una historia oscura. Para reivindicar esa historia. Esas historias.
“30 mil presentes” pintan y escriben en el asfalto y, casi al unísono, se escucha “ahora y siempre”. La multitud todavía está quieta pero hay una emoción que lo mueve todo. Hay miradas, hay silencios y hay abrazos.
“Memoria, Verdad y Justicia para cuidar la democracia”, dice una mujer de pelo largo mientras se abanica.
Son las 17.10, la marcha comienza a tomar forma por la calle San Lorenzo. Hay mucha humedad y también mucha gente. Se percibe una emoción colectiva difícil de sintetizar en una palabra. Algunos cantos toman más intensidad y otros pedidos de Justicia se suman a la agenda de este 24 de marzo.
“De qué nos sirve la libertad si no hay justicia”, se lee en un cartel. Unos metros más adelante una joven escribe con aerosol negro en una pared: “¿Dónde está Tehuel?”. Y casi en simultáneo se escucha: “Justicia por Jimi Altamirano”.
Por momentos hay un silencio que es tan intenso que parece penetrar lo más profundo de los tímpanos. Es un silencio que grita. Es un silencio que conmueve. Es un silencio que no olvida.
“Sembrando memoria, cosechamos justicia”, aparece en la parte de atrás de una remera blanca con letras negras que se encuentra a unos 15 metros. Me acerco. Le pregunto su nombre y su edad. Quien la viste es Marisa Corelli y tiene 66 años.
Es mucho más que una remera blanca con letras negras. En la parte delantera está la foto de Ricardo Corelli. “Es mi hermano”, cuenta.
Ricardo Corelli tenía 30 años cuando su familia lo vio por última vez. Era delegado de la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (Somisa) y pertenecía al frente Felipe Vallese. Trabajaba como técnico metalúrgico en Somisa, empresa siderúrgica estatal creada en 1947. El 5 de septiembre de 1976 fue secuestrado en San Nicolás, mediante un operativo ilegal de detención y posterior desaparición forzada.
Hay diálogos que nos trascienden, y este es uno. Le agradezco por eso a Marisa.
Son las 18 y la multitud se acerca a la Plaza 25 de Mayo. Es casi imposible no detenerse, al menos unos segundos, a ver los pañuelos blancos que la invaden en el centro.
“Madres de las plaza, el pueblo las abraza”, comienzan a cantar.
Los primeros en llegar a la zona del Monumento Nacional a la Bandera toman calle Córdoba y bajan al escenario que está casi pegado al río Paraná. Se empieza a nublar y se escuchan las primeras adhesiones.
Mientras tanto, Córdoba sigue siendo el epicentro de columnas y columnas de personas que arriban para reivindicar la Memoria, la Verdad y la justicia a 47 años del golpe militar en Argentina.
Llueve y la humedad cesa. Son las 18.50 y quienes cantan en el escenario dicen: “Bailen pero luchen”.
La última columna de gente arribó cerca de las 19.30. Una verdadera multitud fue la que se movilizó este 24 de marzo en Rosario y se congregaron para exigir Justicia.
La lluvia esperó su descarga copiosa para unas horas después, mojando el eco de miles de voces que nada puede ni podrá apagar. Sobre el pavimento y los viejos adoquines del casco céntrico, brillaron los reflejos de las luces encendidas.
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