Murió Javier Pérez de Cuéllar, el dos veces secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que desempeñó un papel clave como mediador en la guerra de Malvinas. Fue artífice del histórico alto el fuego entre Irán e Irak en 1988 y puso fin a su retiro político para ayudar a restablecer la democracia en su Perú natal. Fue el primer y único latinoamericano hasta el momento que ha liderado el organismo.
Según informó Télam, Pérez de Cuéllar falleció este miércoles por la noche a los 100 años. Su hijo, Francisco Pérez de Cuéllar, dijo que su padre murió en su casa de Lima de causas naturales, mientras que el actual secretario general de la ONU, António Guterres, calificó al diplomático peruano de "inspiración personal".
"La vida del señor Pérez de Cuéllar se extendió no solo un siglo sino la historia entera de las Naciones Unidas, desde su participación en la primera reunión de la Asamblea General, en 1964", dijo Guterres en un comunicado.
Su hijo informó que el velatorio, con honores de jefe de Estado, se realizará este viernes en el Palacio de Torre Tagle, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú, y será enterrado el sábado en el cementerio Presbítero Maestro.
Pérez de Cuéllar, que cumplió 100 años el pasado 19 de enero, ostentó el cargo de secretario general de la ONU desde enero de 1982 hasta diciembre de 1991, y es el único latinoamericano hasta el momento que ha liderado el organismo.
Anteriormente, fue también representante permanente de Perú ante la ONU entre 1971 y 1975.
Abogado de profesión, su carrera diplomática se inició en el año 1944. Fue embajador de la nación andina en Suiza, la Unión Soviética, Polonia, Venezuela y Francia.
Como secretario general de la ONU, sus gestiones diplomáticas ayudaron a terminar los enfrentamientos en Camboya y la guerra entre Irán e Irak (1980-1988), además de lograr la retirada de las fuerzas militares soviéticas de Afganistán.
Tras dejar la ONU, Pérez de Cuéllar hizo un intento infructuoso por ser presidente de Perú en 1995 contra el autoritario Alberto Fujimori, cuyo régimen autocrático de una década colapsó en noviembre de 2000 en medio de escándalos de corrupción.
A los 80 años, Pérez de Cuéllar salió de su retiro en París y regresó a Perú para asumir como canciller y jefe de gabinete del presidente interino Valentin Paniagua.
Sus impecables credenciales democráticas le dieron credibilidad a un gobierno cuyo mandato era organizar elecciones libres y transparentes.
Ocho meses después, el recién electo presidente Alejandro Toledo le pidió ser embajador en Francia.