En Botsuana, país del sur de África que limita con Sudáfrica, Zimbabue y Namibia, preocupa y causa desconcierto la muerte de más de 300 elefantes en las últimas semanas. Investigan si se trata de una neurotoxina la causa de las muertes de estos animales.
Frente a lo que se creía en principio, las autoridades descartaron causas como la caza ilegal o la falta de agua.
Según una investigación realizada esta semana por el diario The Guardian, un 70% de los paquidermos fallecidos en el delta del Okavango (en el norte del país) han sido encontrados sin vida cerca de lugares considerados como depósitos de agua, con los colmillos intactos- indicio de que no pueden ser víctimas de buscadores de marfil -. Además, los elefantes describen un extraño patrón circular antes de caer desplomados.
El gobierno de Botsuana cada vez se adscribe más a la teoría del patógeno a la espera de anunciar públicamente la semana que viene los resultados de los análisis efectuados a los cadáveres, según el secretario permanente en funciones del Ministerio de Medio Ambiente, Oduetse Koboto.
Los resultados iniciales han descartado todas las enfermedades habituales que causan la muerte en masa de los elefantes, por lo que el país podría estar enfrentándose a una "enfermedad nueva".
El Gobierno también tiene que confirmar la cifra exacta de elefantes fallecidos. De momento, sus autoridades han verificado que 281 paquidermos han muerto en estas extrañas circunstancias, aunque ONG y expertos creen que la cifra total es de 350.
El director de operaciones de rescate de la ONG National Park Rescue, Mark Hiley, también ha descartado la posibilidad de que los elefantes hayan muerto de coronavirus. La enfermedad, hasta ahora, aún no ha impactado a las personas que viven en el área y hay muy pocas pruebas de que los elefantes puedan enfermar por el virus.
Otra opción que se ha descartado es la del envenenamiento -el cianuro es una de las herramientas más empleadas por los cazadores ilegales- porque los carroñeros no están muriendo tras devorar los cadáveres de los elefantes.
Queda solo por eliminar la posibilidad de que hayan muerto de sed tras no encontrar agua en las reservas habituales, pero esta opción se mantiene en pie sin demasiado sustento. "Más que nada, porque no conozco que haya ocurrido semejante ola de muertes que haya tenido que ver con la falta de agua", ha indicado el director de conservación de la ONG, Niall McCann.